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En el río pasan ahogados todos los espejos del pasado

Todas las mañanas del mundo, un regalo musical de lujo

"Todas las mañanas del mundo" es una maravillosa película en la que se nos cuentan muchas historias al hilo de una vida.

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Para quien quiera disfrutar de esta película, aquí os cuelgo los nueve vídeos que siguen al primero:

Vídeo 2, 3, 4, 5, 6, 78, 9, 10

No se trata de que, del mismo modo que en "Amadeus", un artista que empieza a estar senil recuerde con dolor el talento inigualabe de otro con quien tuvo el placer de coincidir en el pasado.

Tampoco se trata de narrar una vida, la del Señor de Sainte Colombe, excéntrico y austero violista del siglo XVII que al quedarse viudo con sus dos hijas desapareció del mundo cultural de la corte para vivir en su cabaña, tocando solitario, siguiendo un ritual que pasaba por tocar 15 horas al día, reencontrarse con su esposa difunta al interpretar piezas que nadie había escuchado y dormir.

El narrador de la historia es otro personaje, el gran Marin Marais, conocidísimo violagambista, que rodeado de cortesanos y músicos en la corte del Rey Sol les cuenta la historia de su maestro. Pero no se trata de la narración de dos vidas unidas por un mismo instrumento.

No.

Para mí esta película es la historia de la eterna frustración del mediocre que alcanza un éxito que lo aleja del auténtico arte. Es la frustración de  quien recibe aplausos, dinero, admiración, una posición social destacada y en el fondo se siente un perdedor, un fraude. La áurea mediocridad de Horacio no es precisamente un plato de buen gusto para quien aspira a la excelencia estética.

Esta película nos muestra cómo hay dos formas de vivir el arte: la primera, que define en este film la trayectoria del discípulo Marais, es entrando en el circuito socialmente establecido, "triunfando", rodeándose de gente importante que te hará seguir a flote haciendo lo que más te gusta y estudiando elementos de técnica instrumental para ser el más ágil, el más rápido, el que más notas toca. La segunda, que define a su profesor, es mantenerse al margen, haciendo tan sólo aquello en lo que crees, desoyendo ofertas que te alejarían de tu musa, renunciando al éxito para morir solo y pobre.

Lo malo de la primera postura es precisamente lo que hace buena a la segunda: el arte sin sentimiento es un carrusel de oro que gira y gira pero tan sólo marea superficialmente tus sentidos. El arte auténtico, ese que te inmoviliza y te hace evocar sentimientos, vivir emociones, y te arrastra al Tártaro o te eleva al cielo, ese arte sabe poco del dinero, de la riqueza, del éxito social.

Además de este primer gran tema, el de la frustración por la mediocridad, destaco el tema del abandono. Un abandono que se ve en ese padre que, al morir su esposa, renuncia al mundo, se aísla (como el griego Diógenes, que vivía en un tonel y que al igual que el Señor Colombe rechazó una oferta del rey) y se deja morir, acompañado tan sólo por aquello que le apasiona: el arte que lo mantiene unido a su esposa muerta.

Es también otro Ulises en busca de su hogar. Pero sus hijas, meros personajes de relleno argumental que le darán algún que otro disgusto y servirán como enlace entre ambos músicos, se ven abandonadas por un padre que ya no quiere serlo.

Y por parte de Marais también hay varios abandonos: el primero, el de su hogar (hijo de un zapatero, que odia el trabajo manual y tiene aspiraciones artísticas, pero fue rechazado - abandonado - por su coro al llegar a la pubertad); el segundo, el de la hija mayor de Colombe, con quien iba a casarse (o al menos mantenían una relación de noviazgo, que en la época era bastante vinculante); el tercero y último de sus abandonos: la fama. Es el arranque de la película, con ese primerísimo plano tan extenso de un soberbio Gerard Depardieu, que (llorando) explica a sus músicos lo fracasado que se siente y por qué.

Una película conmovedora, bastante bien ambientada, con una banda sonora de lujo y unas reflexiones que bien se podrían aplicar al mundo actual: ¿es el arte algo susceptible de tener éxito social sin perder peso? ¿la música comercial y la independiente son tan diferentes después de todo? ¿no hay éxitos de distintas escalas pero que en el fondo acarrean pérdidas de calidad?

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