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En el río pasan ahogados todos los espejos del pasado

Nuevo texto: "Numquam est fidelis cum potente societas"

Nuevo texto: "Numquam est fidelis cum potente societas"

De este modo comenzaba una de las primeras fábulas latinas que traduje cuando estudiaba en el instituto, y se traduce por “la alianza con el poderoso nunca es fiable”.

Me permito un breve cuento para ejemplificarlo, y que cada cual piense lo que le plazca:

 

Tres exploradores (un halcón, un pura sangre y un pegaso) descubren a la vez un gran valle. El valle resulta ser una fuente inagotable de recursos naturales, con abundante hierba, matorrales tupidos, árboles frutales llenos de alimento, un ancho río cuyo caudal saciaba la sed de prácticamente todos los que allí vivían...

Cada uno de los tres viajeros traían la misión de descubrir un nuevo lugar donde asentarse sus congéneres, ya que eran malos tiempos y la escasez azotaba sus vidas.

El halcón era realmente hábil en el cielo: su mirada alcanzaba más allá que ninguna otra, sus alas amasaban el aire y lo cincelaban con sutil maestría, describiendo cabriolas sublimes en su cerúleo escenario, pero en tierra no se defendía.

El pura sangre era un terremoto: bajo sus cascos de fuego la tierra crujía y se arrepentía, liberando nubes de polvo en señal de derrota. Pero el cielo le era completamente ajeno. Suspiraba entre relincho y relincho cada vez que observaba con recelo y envidia a aquellos malditos insectos capaces de saltar por encima de volcanes y montañas.

El pegaso, por su parte, era capaz de volar como el halcón, pero ni tenía su buena vista ni su velocidad. También era capaz de galopar, pero el pura sangre lo aventajaba en suelo firme. Por ello, era a la vez motivo de burla y de envidia para sus compañeros de debate.

¿Quién se quedaría con el valle?

El pegaso propuso la convivencia pacífica entre las tres especies. Tanto el halcón como el pura sangre, a coro, disintieron. Tres especies eran demasiadas, no cabían en ese valle. Una de las tres debería abandonar.

Propusieron un par de carreras.

El halcón propuso una carrera de vuelo, y ganó al pegaso.

El pura sangre propuso una carrera de galope, y también ganó al pegaso.

El pobre pegaso quedó descalificado doblemente, porque no tuvo la malicia de ver el ardid que le tendieron sus contrincantes, y abandonó el lugar.

Como no halló otro valle lo suficientemente frondoso como para nutrir a sus congéneres, se dejó morir en medio del desierto, y sus compañeros de especie también desaparecieron, ya que sin su mensajero de regreso se sabían extintos.

En aquel valle tan sólo quedaron halcones y caballos de pura sangre.

Cada uno realmente bueno en su terreno, pero desconocedores de lo que se respiraba en otros ámbitos.”

Fue una pena, una auténtica lástima, que no hubieran llegado a un acuerdo, ya que de haberlo hecho hoy existirían pegasos: seres capaces de hacer más de una cosa a la vez, y aunque en ninguna de las dos sean los mejores comprenden porque conocen.

En nuestro mundo, un mundo donde se valora ser el primero en algo, ser el mejor en alguna cosa, destacar por encima de los demás, no ser uno más del montón sino el crack, preferimos la especificidad, la estrechez de miras, los saberes aislados en compartimentos estancos.

 

Cuántos pegasos se dejan morir hoy día porque no llegan adonde llegan tantos halcones y caballos amargados, incapaces de entender todo lo que un pegaso (alumno) debe afrontar hoy en día. Cuán injusto se puede llegar a ser, incluso con la mejor de las intenciones, al no ser capaz de VER, de comprender, de percibir, de valorar.

 

Si además de dejarlos morir fuera de nuestro valle - donde los libros nutren almas y mentes, donde las artes (música, plástica) nutren corazones, donde los deportes fortalecen cuerpos y enseñan lecciones de cooperación (EF) - los dejamos huir de este valle - que enseña idiomas (inglés, francés, galego, castelán), que enseña el por qué del mundo (ciencias, FeQ) -, entonces los halcones (profes de letras, soñadores, voladores, artísticos...) y caballos pura sangre (profes de ciencias, con los pies en el suelo...) no tendrán a quién enseñar a volar o a galopar, y se extinguirán sin sucesión alguna.

 

No debemos permitir que el valle se pierda la duplicidad formidable que supone el pegaso, porque el pegaso es capaz de simultanear y comprender los dos niveles (cielo y suelo) sin necesidad de atarse a ninguno, y por ello se le debe dejar un sitio en este valle.

 

La alianza con el poderoso no debe hacer concesiones, no debe traicionarse a sí misma, porque aunque el saber no ocupa lugar la ignorancia sí: llena corazones, nubla miradas, emborrachas espíritus con lagunas de vacío que se ven obligados a rellenar con lo que sea (prejuicios, barcos naufragados llenos de recuerdos dolorosos y cuentas pendientes, islas desiertas y utópicas en cuya existencia no se cree, ideas falseadas pero que nos ayudan a justificarnos...). Cuanto más sepa el halcón de la vida del pura sangre, tanto más feliz será, y más fácil le será comprenderlo. Y viceversa.

 

Nunca dejemos de ser algo pegasos. El pegaso siempre puede aprender un poco más, pero no exclusivamente porque no lo sepa todo (¿quién sabe todo?), sino porque es consciente de ese charquito de ignorancia que tiene en ambos niveles.

 

Hagamos siempre alianzas entre iguales.

1 comentario

COMUNISTA INTEGRAL -

TODOS A LAS CALLES
REBELIÓN YA!!!!!!!!!!