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En el río pasan ahogados todos los espejos del pasado

La dama de hierro, una película que -SIN mentir- NO dice la verdad

La dama de hierro, una película que -SIN mentir- NO dice la verdad

Meryl Streep acaba de ganar su merecidísimo tercer Óscar gracias a su interpretación de Margareth Thatcher en la película La dama de hierro.

Debo decir que no me gustó nada (NADA) el enfoque que se da en este film de la tiránica gobernante: en primer lugar, se nos ofrece una acuarela de su vida en la que se omiten datos escalofriantes (vamos, todo lo que tiene que ver con sus polémicas decisiones, sus ataques continuos a la clase trabajadora y sus abusos de poder) y se centran muchísimo en la dolorosa vejez de una mujer desmemoriada que vive más en el pasado que en el presente.

Se busca la complicidad del espectador haciéndole sentir pena por una enferma que huye de los excesivos cuidados de sus hijos, y se la pinta como una luchadora con carácter.

Se recurre también al palo del feminismo, dejando ver que ella solita fue capaz de imponerse a un gobierno patriarcal en el que ninguna mujer tenía derecho a opinar, y se le da un matiz casi heroico cuando logra ganar las elecciones.

No se abandona por ello el factor social: mediante sus orígenes humildes se busca la complicidad del gran público, haciendo ver el desprecio que tuvo que aguantar en su ascenso al poder, salvando baches como los prejuicios de clase.

Quizá haya que reconocerle los méritos de haber hecho una carrera prestigiosa contra corriente y de haber alcanzado la cumbre del poder contra el machismo y la jerarquización social. Quizá.

Pero no podemos olvidar todo lo que hizo, no la podemos mostrar como una Juana de Arco que libra una batalla por sus ideales a pesar de los inconvenientes, y omitir las masacres que llevó a cabo, los abusos contra la clase obrera, su posición de extrema derecha.

Eso no es justo.

Eso es faltar a la verdad.

Esta mujer fue una auténtica tirana, una déspota que pisoteó los derechos de un país y que no tuvo en cuenta las necesidades de su pueblo, sino las de su partido.

No es de recibo que se haga ver la guerra de las Malvinas como un drama nacional cuando ellos tenían clarísimo que iban a ganar sin problemas. No es justo.

Uno termina de ver la película y, si no está al tanto de cuatro datos históricos, llega a plantearse le por qué de su mote.

Total, si sólo es una pobre ancianita que ya no recuerda nada, con lo luchadora que fue...

Estamos derrapando hacia la derecha de un modo alarmante.

Hay que redirigir el rumbo, o si no no sé adónde llegaremos.

Una mala película, un mal documental, un falseamiento de historias manejando cuatro datos reales y dando un enfoque victimista que a más de uno (supongo) lo habrá indignado.

De todas formas, repito, es un Óscar magistralmente ganado.

Enhorabuena, Meryl Streep.

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