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En el río pasan ahogados todos los espejos del pasado

Descansa en paz, maestro

Descansa en paz, maestro

Nos hemos quedado huérfanos, todos, de repente.
Se ha ido un grande: Jose Luis Sampedro.
En los últimos años hemos visto morir a grandes de la categoría de Rostropovich o del talento de Bigas Luna.
Pero una pérdida como la de este hombre es imposible de recuperar.
Tardaremos muchos años en encontrar a alguien con su nivel de compromiso, con su comprensión de la realidad, con su humanidad y con su talento literario.
Creador de mundos tan fascinantes y eróticos como los que nos regaló en "La vieja sirena", creador de personajes moribundos tan llenos de vida y energía como Bruno en "La sonrisa etrusca", su mirada llena de esperanza y humanidad quedará para siempre reflejada en nuestra retina.
Él nos ha llamado a la revolución.
Él ha puesto palabras a lo que tantos empezábamos a sentir como injusto, inhumano, increíble.
Él ha sido en realidad un padrazo con todos los que aún creemos en un mundo mejor.
Sin sus palabras, sin su voz quebradiza pero vehemente, los enemigos de la democracia auténtica tienen un frente menos que derribar.
Debemos recoger su legado inestimable y armarnos de valor.
Se lo debemos.
Nos lo debemos.
Va por ti, maestro.
Descansa en paz.

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