El CAP, un sistema de recaudación como cualquier otro...
Hasta hace poco, para poder opositar al cuerpo de profesores de enseñanza secundaria, escuelas de idiomas y conservatorios debías obtener el CAP (Certificado de Aptitud Pedagógica).
Había dos maneras de hacerlo: yendo cuatro tardes a la semana un par de horas durante unos meses (no recuedo bien si eran cuatro o seis), o ir al turno semipresencial si disponías de un contrato laboral con fecha anterior al inicio de los seminarios (muchísima gente se dedicaba a conseguir contratos de un par de días para poder optar a esta modalidad). Si ibas al plan semipresencial sólo pringabas una tarde, la del viernes, unas cinco horitas.
Los seminarios del CAP eran cinco: Pedagogía y Sociología de la educación, Psicología de la educación, Didáctica general, Didáctica específica y el Prácticum. En estas dos últimas partes era donde, con suerte (y yo la tuve, al tener a Carmen Losada como profesora de didáctica específica: música, y como tutora del prácticum), podías sacar algo de provecho. Todo lo demás era burocracia, papeleos, rollo y más rollo.
El precio creo recordar que oscilaba entre los 200 y los 400 euros, pero no estoy del todo seguro.
Llega el plan Bolonia y entonces convierten en Master lo que antes eran unos trámites pre-oposiciones. Se trata de un Master de dos años de duración, que supondrá un gasto por alumno de unos 1200 euros, y que aún encima no te otorga el DEA (Diploma de Estudios Avanzados, que te permite realizar la tesis doctoral).
Todo sea por lograr que casi nadie pueda llegar arriba. Recaudar, recaudar y recaudar.
Una auténtica vergüenza.
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