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En el río pasan ahogados todos los espejos del pasado

Humeando al fresco

Humeando al fresco

Así me quedé yo, junto con otros muchos compañeros de afición, desde el día 2 de enero.

La nueva ley antitabaco es otra medida más en una serie de derrotas beneficiosas: reconozco que, casi sin esfuerzo, he dejado de fumar desde que salió esta iniciativa, ya que soy fumador social y me han prohibido fumar en los escenarios que solían ser idóneos para ello.

También bebo mucho menos que antes, ya que al no secarme tanto como antes me encharco con más facilidad y bebo tres cubatas en el tiempo en que antes me bajaba seis.

Todo sea por la salud.

Supongo.

También es un negocio lucrativo. Me refiero a lo de obligar a habilitar zonas para fumadores que en un par de años serán destruidas o inutilizadas. Es un negocio que la empresa farmacéutica se forre vendiendo pitillos de vapor y otros artefactos. Resulta incluso divertido pensar en que las pajitas con las que se beben los cubatas están en alza: nadie quiere beber sin algo cilíndrico en la boca...

Todo por nuestra salud, pobrecitos nosotros.

Aplaudo las consecuencias beneficiosas, pero detesto las formas y (sobre todo) la letra pequeña.

Aunque no deja de ser triste que nos dediquemos poco a poco a perder libertades, que no sepamos ser libres sin pisotear a los demás. Es triste que un no fumador empiece a disfrutar AHORA de su tiempo de ocio, y es triste porque eso quiere decir que antes lo pasaba mal.

No entiendo por qué extraña razón nos encanta prohibir y que nos prohíban despóticamente (ya saben, "es por nuestro bien").

¿Somos realmente personas o más bien somo ovejas? ¿Acaso necesitamos tener pautas para absolutamente todo? ¿Qué nos costaba respetarnos un poco más?

¡¡Cuánta gente cercana a mí me iba diciendo "aprovecha ahora que puedes que a partir de enero se te acabó el vicio"!! Unos lo decían con cierta preocupación, la mayoría con aire triunfal, deseoso de que la nueva prohibición viera la luz...

En fin, ese es el siguiente paso. Pero, ¿hacia dónde? ¿Es quizá un camino de baldosas amarillas que alguien va pintando por nuestro bienestar o se trata de un sendero abierto a machete entre la maleza que esconde tantos y tantos momentos preciosos?

Atención, padres del mundo, ustedes serán los siguientes. Ahora que fumamos apostados en la entrada de los bares unos se libran de nuestro humo, pero los vecinos serán atormentados por el ruido, y en eso ustedes tienen mucho que decir.

La nueva preocupación relacionada con la salud va por el aire: contaminación acústica. No hagan ruido.

Pues entonces más de uno que yo me sé tendrá que comprar un buen bozal para ponerle a sus churumbeles a la hora de ir de cafeterías. Porque es un vicio muy extendido y eso también jode bastante: sí, no se hagan los remolones. Sentarse en un bar donde tres madres-padres (da igual) se sientan a cotorrear o ver el fútbol mientras sus hijos corretean, gritan, empujan, rompen, se pelean, chillan... Los críos son críos, yo fui un chaval muy cabrón de pequeño (lo reconozco), sé perfectamente lo que es estar inquieto, correr, tropezarte con cosas. Pero también sé lo que es un grito a tiempo, una mirada castigadora y un castigo que llega cuando tiene que llegar.

Padres del mundo, ahora que tendrán un impedimento menos para echarse tardes enteras de cafetería (el humo ya no acecha) tendrán que estar preparados para cargar con sus hijos, sobre todo aquellos que recuerden que son padres únicamente a la hora de ir a reclamar al instituto, chulear de hijos o criticar a los demás.

Los humos quedarán todos (toditos) en la entrada de los bares, al fresco.

1 comentario

Daniel García Cancio -

Mola!