"Cobrador de peajes", nuevo texto
Siempre me pregunté cómo se debe de sentir un cobrador de peajes, ya sabéis, ese personaje tristón y solitario que está en su cuchitril viendo pasar coches, motos... Y él se queda ahí, en su asiento siempre caliente (pues siempre hay que cobrar a alguien por pasar), con una minitele horrible delante y, quién sabe?, algún que otro libro.
Cuando tu trabajo es ser profesor, por momentos te sientes un poco como si fueras eso, un cobrador de peajes: los alumnos comienzan contigo un curso, los vas conociendo, se termina el curso y ellos pasan al siguiente curso (2º ESO, 3º ESO, 4º ESO, 1º BACH...), y en verdad el pasar tantas horas con vosotros a la semana, bailando, cantando, tocando instrumentos, viendo vídeos interesantes o vuestros propios anuncios... uno va conociendo poco a poco esa faceta humana que a veces se nos escapa entre programación y programación.
Yo por esa razón hago siempre lo mismo: preparo muchas unidades didácticas, soy muy ambicioso, quiero dar muchos temas y a veces me paro en un tema demasiado tiempo, dedicándole más sesiones de las previstas, pero siempre termino el temario, siempre puedo poner la X del cuestionario de valoración globla de curso en el 100%, y eso es porque al flexibilizar las cosas siempre tienes margen.
Ocurre también que cada año tienes grupos muy diferentes entre sí, y alumnos que el año pasado se portaban de un modo este año cambian, y al interactuar con otros se contagian, se mezclan... Cada clase es radicalmente diferente a las demás. Eso es bueno, es enriquecedor, y crea recuerdos formidables.
Como en 4º y 1º Bach la música es optativa, el remix de alumnos aún es más confuso, ya que ni siquiera coinciden con su grupo, y tienes alumnos de letras con alumnos de ciencias... Muy interesante. Poco a poco, a base de tener 4 o 3 horas semanales, vas conociendo mejor a cada alumno, y ellos a ti, inevitablemente, y comprendes que nunca volverás a ser el mismo porque hace cinco minutos eras diferente a ahora, y dentro de otros 5 minutos ocurrirá lo mismo.
Ese eterno cambio se cura y se frena con una buena memoria, pero a veces no es suficiente.
La edad pasa, es un pozo que empiezas a cavar sin salir de él, cada vez conoces más de lo que realmente hay bajo tierra, pero cada vez estás más cerca del fin del túnel. Yo ya lo digo: CARPE NOCTEM!!!
Es curioso pero el otro día fui consciente de ello por primera vez en mucho tiempo: YA TENGO 30 AÑOS. Hasta hace casi nada yo seguía con esa sensación de eterna juventud que te da el estar en la veintena y haber empezado a trabajar joven en lo que te gusta (a los 23 años). El hecho de ser siempre el más joven o el segundo profe más joven del claustro prolonga esa sensación, y te hace sentirte más a salvo de la voracidad de Cronos.
Pero las semanas pasan y el reloj sigue haciendo TIC TAC.
Este cobrador de peaje sigue haciéndose mayor cada día, mi má!!, y eso lo noto cuando descubro con asombro y orgullo que alumnos que tuve en 2º ESO en Alternativa a la religión están ya matriculándose en la universidad y se acuerdan de cosas compartidas en clase. Echas un vistazo a las orlas, al calendario, a los alumnos que tienes en clase HOY, algunos de los cuales llevan TRES cursos seguidos contigo, haciendo música, creciendo, acercándose al andén del tren para salir y continuar su vida.
Y es que así tiene que ser.
Me encantará ver cómo les va a todos los alumnos que este año vuelan, y a los que el año que viene también.
Porque aunque yo cobro los peajes, inevitablemente, sé cómo son por dentro muchas carrocerías. Sobre todo aquellas que tuvieron la ventana abierta. Y eso está genial.
El tic tac de Cronos parece intentar acercarme a mis padres, pero como a ellos también los acerca a mis abuelos hacemos realmente un canon en el que nunca nos cogemos.
Safo lamentaba en sus poemas monódicos el terrible adiós que para ella suponía despedirse de sus pupilas año tras año, y aunque ella tenía otras "funciones" para con sus discípulas, la mano fría del Tiempo bajo la mesa sigue siendo la causante de esos escalofríos.
Intentaré tener una buena estufita cerca y música, mucha música.
Porque cuando la música de la cabina de peajes es similar a las de los coches que pasan, se pueden hacer excepciones, reconociéndose a uno mismo en el otro, buscándose a uno mismo en ese espacio vacío que os separa.
Ella, la música, es capaz de mantener jóvenes a pensionistas de 70 años que lloran como aquella vez al escuchar su canción, la música pervierte a Cronos y lo emborracha mientras la vida te protege de los vientos huracanados de la soledad, la tristeza, la ira o el orgullo.
Aprópiate de una canción, de tres, de cuantas más mejor, hazlas tuyas, créetelas, vive a través de cada compás que guardes en ti, y no habrá cobrador de peajes que se atreva a pedirte que abras el monedero.
Barrera subida: pueden pasar
¿Adónde? Escalera al cielo.
3 comentarios
María -
A mi también me pasa lo mismo que a ti con los alumnos. Unos van y otros vienen, con unos estás mucho y con otros , menos. Pero a todos les coges cariño, mucho cariño. Al final deben partir, porque tienen que seguir su particular viaje a Ítaca, y ,¡Ojala!, arriben a buen puerto. Este año es especial para mí, llevo siete años en Viana y se me van cuatro niñas que empezaron conmigo en el grupo de teatro con 12 años y ahora tienen 18, he llorado mucho de emoción, porque se van,ha sido casi una vida juntas. No quiero llorar delente de ellas, pero es así. Di eas ament. Llevo 18 años en la enseñanza, siempre me pasa lo mismo. No te preocupes por lo que te pasa, nos ocurre porque somos humanos y tenemos corazón, un corazón que siente pasión por lo que hace. No olvides una cosa, en el corazón es donde se guardan las cosas que valen mucho .Te lo digo yo que tengo 42 años. Maía
Basia mille.
Paloma -
Pero bueno, a lo que iba, lo que me llamó la atención fue tu pregunta por el cobrador de autopista. Hay un libro de Santiago Lopo, Peaxes, que se basa en esa idea. A mí me decepcionó un poco, porque también era un trabajo que me intrigaba mucho y esperaba que la idea diese más de si, pero es muy entretenido, puede que te guste.
Saludos.
Isabel -