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En el río pasan ahogados todos los espejos del pasado

La espera, esa forma tan absurda de morirse poco a poco

La espera, esa forma tan absurda de morirse poco a poco

Vivir esperando no es vivir.
La espera paraliza el ritmo de la marea de sangre que somos.
Crea una red espinosa donde se acumulan expectativas, sueños y temores prospectivos, y comienza a pesar sobre el pecho del que aguarda.
Es interumpir el avance de la bala liberadora una vez que se ha apretado el gatillo, intentando el milagro del repaso, de volver a repetir algo que ya está en curso.
Una aspiración tan vana como desesperante.
Vivir esperando no es vivir.
Sentarse y dejar de hacer cosas pretendiendo que lo otro, el no yo, actúe por nosotros, ya sea para ayudarnos o para castigarnos, es absurdo.
Incluso la pasividad de la perra en celo, receptiva, esperando la embestida del macho, está llena de una actividad latente, la que reside en haber dado luz verde al coito.
La espera en la vida desespera al vivo.
Estar mirando el reloj una y otra vez, convenciéndose de que más de quince minutos es casi un delito imperdonable que acabaremos perdonando, no es vivir.
Contar los meses que pasaron desde que pedimos vez en el médico y notar cómo aquel bulto crece poco a poco es acomodar el sofa al culo de la muerte que llega llamando desde el portal, marcando con la aldaba del temor incipiente la puerta de nuestra euforia, que una vez abierta dejará escapar a la esperanza.
El que espera, paradójicamente, desespera.
La vida atada a la estaca se atasca, entumece las venas y arterias, seca poco a poco el flujo natural de magma y abre paso al erial del alma.
Vivir esperando es esperar la muerte, comprar boletos en esta vida para garantizarse un lugar en el cielo cristiano, pero si uno se mantiene al margen de esas supercherías pretenciosas le queda tan sólo la certeza de la temporalidad que nos acota.
Por tanto, si somos tiempo, no podemos paralizarnos esperando.
No podemos ahorrar en felicidad, es absurdo.
Debemos derrocharla, compartirla, extenderla como lo hace e vientre de la granada cuando se abre con la tijera y deja caer sus granos rojizos.
No aplaces un orgasmo para un mañana que a lo mejor no llega.
No encierres en un cerdito de barro tus mejores momentos, tus trocitos de presente, tus potencialidades... Puedes dejar un poquito para mañana, pero nunca sepultes tu juventud para asegurar una vejez digna.
Los planes de pensiones son asuntos de bancos y otros zombis moribundos, a nosotros nos queda todo lo demás: el precioso ahora que en poco tiempo extrañaremos.
Bailemos un tango con el ahora, ciñamos nuestra cintura a la suya y bailemos hasta caer derrotados, porque vivir es abrir camino entre las hierbas altas, con las manos desnudas, el corazón bombeando como un loco y el cerebro registrando información.
Antes de que nos demos cuenta nuestras piernas dejarán de avanzar tan rápido, nuestro corazón se oxidará y nuestro cerebro tendrá demasiados papeles escritos que ya no sirven de nada.

Yo no pienso esperar ni un segundo más para sentir que siento, para saber que sé, para enmarcar cada instante entre chorritos de limón que aquilatan copas y hielos que tamborilean deshaciéndose en el gintonic.

El ayer es historia, el ahora es efímero, al mañana no existe.
Abraza a la chica que siempre es ahora, bésala, dile lo que tengas que decirle, escoge tu canción y atrapa entre mordiscos en el cuello y giros de cintura su tallo, que el mar nunca sacie tu sed ni el cielo emborrache tus pupilas con estrellas. Siempre hay alguna nueva por conocer, y la mayor parte pueden no existir en el momento en que aún las vemos...

Crucifica a Dios cada día, enciérralo en la hucha del cerdito de BBVA de cuando tu tío trabajaba allí, cierra la puerta de la vergüenza con todos tus complejos allí dentro y vuela en la alfombra voladora del YA.

Quevedo decía que moría cada día un poco más, que ya había enterrado a varios Quevedos a lo largo de su vida.
Yo creo que cada día, cada instante, nace un nuevo David, y que en todo momento tengo la opción de reconstruirme. De intentar mejorar siempre, de intentar querer más a los que realmente lo merecen.
Vivir no es esperar (wait),
esperar (expect) a veces es desear (desire),
vivir sí es desear,
pero desear haciendo, no esperar a que algo llegue por sí solo.

VIVEEEEEEEEEEE

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