Nuevo poema, "In propriam oblivionem"
In propriam oblivionem
Voy al encuentro de las sombras /
donde fuman entre sábanas tras la erótica locura /
el Quizás, cobarde estrecha embaucadora, que te regala un horizonte que tú llenas con mentiras, /
el Pero, aventurero con reservas, que hace cojear cualquier mesa con su irresistible carcoma, /
y el Aunque, firme freno incombustible, ancla de la pasión, alud de Noes enquistados en la Conciencia. /
Voy al encuentro de las sombras /
donde duermen entre voces /
los adioses nunca dados, brechas humeantes que unen vientres distantes citándolos en oscuros acantilados, /
los abrazos evitados, rebeldía del "sí quiero" ante la fortaleza inefable del "no puedo", /
los besos imposibles /
y los sapos que se olvidaron de sí mismos. /
Voy al encuentro de las sombras /
donde el cíclope rechaza a la ninfa arrepentida que aún besa sus huellas, /
donde los ríos de sangre oscura abrazan tierras yermas de calor, dejando morir a los sedientos unicornios y pegasos, /
donde no siempre hay lugar para un Cuándo, /
donde nunca falta un momento para un Dónde. /
Voy al encuentro de las sombras /
que engullen los nenúfares de Narciso, /
devorándolos por haber sido testigos de su amor solitario, /
deshojando su majestuosa belleza entre besos bravos, /
mordiscos apesadumbrados y embestidas tiernas como el canto de la mano que acaricia las paredes del placer redescubierto. /
Voy al encuentro de las sombras /
donde el erizo acurruca la vergüenza de saberse peligroso y protegido, /
donde el Recuerdo es un espejo terrorífico que nunca da el brazo a torcer /
y la Imaginación pierde todos los pulsos que le hace a la Experiencia, /
entretenida con absurdas pero apremiantes piedrecitas en el zapato. /
Voy al encuentro de las sombras /
donde un niño aún llora por aquel árbol de Navidad sin Navidad, /
donde un adolescente abraza la sombra de la que lo asombraba cuando aún con nombre no era del todo un hombre, /
donde un joven suspira por esa irresistible soledad a la que tanto ama, busca y necesita, /
el hombre que hoy recuerda esas lagunas donde nadan los monstruos del más hermoso y negro lago. /
Voy al encuentro de las sombras /
donde danza la chica a la que nadie sacó a bailar, /
donde siempre hay un beso para cada boca, /
donde brotan las palabras entre piedras y arrecifes taciturnos, /
donde nunca más resonará el asqueroso eco de la culpa, /
donde sólo habrá más sombras, sin silencio ni vacío ni recuerdos, sólo sombras. /
Y serán por siempre verdaderas, con sus besos y abrazos y caricias y mordiscos y embestidas, /
verdaderas, entre sombras. /
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