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En el río pasan ahogados todos los espejos del pasado

"Resaca de mí mismo": nuevo relato

"Resaca de mí mismo": nuevo relato

 RESACA DE MÍ MISMO

"El goteo impredecible de los salientes de los balcones en la resaca de un aguacero me acompaña, me observa: el retorno de Ulises después de haberse bebido el Mediterráneo.

Para comentar la jugada le contesta el frío gris de las callejuelas desiertas, llenas de restos de juerga: vomitonas, algún zapato medio roto, tierra mojada y barro, estallidos de botellas ya borrachas que no se tuvieron en pie, algún mendigo y harina, mucha harina. Formando ahora una pastosa mezcla de texturas heterogéneas (entre el blanco poroso de la primogénita del buen molinero de antaño y el marrón granudo de la tierra pisada, bautizados por el “orballo verinés” a las tantas de la madrugada).

En medio de sus observaciones, lleno de dudas, certezas, ilusiones y desilusiones, atesorando entre los dedos (recién mojados y apestando a tabaco) los pocos minutos que le quedan a la noche antes de que el sol entre en escena dando un mazazo en la sala del juzgado, yo.

Lejano a mí mismo, pequeño, con el zumbido penetrante de la empanada de excesos que, una vez más, acabo de comerme yo solito: música muy alta (altísima), mucho tabaco (demasiado), muchas copas (el monedero está vacío y mi cabeza llena), mucho de todo... ¿de tanto? No, nunca lo es.

Un exceso es la firma miserable de una escasez inconfesa. Llenar de cuadros una pared es intentar evitar el vacío que uno tiene dentro. La velocidad es fabulosa para inventar, para no tocar, para no dejarse tocar. La velocidad impide la reflexión. El tiempo, el parar en seco, la quietud te pone al borde del barranco: ves las charcas de la ciénaga llenas de fauces medio abiertas, oyes el castañeteo de sus dientes, temes su mordedura. Sabes que estos “pantanos de la tristeza” de la historia interminable habitan en todos nosotros. En cada uno. Por eso vuelo en Fúyur. Por eso me resisto a pedir los tres deseos del collar mágico de las dos serpientes de la emperatriz infantil. No quiero elegir. No quiero tomar posturas. No quiero arrancar.

¿Arrancar el qué?

..."

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