Otro relato: "¡TÚ LA LLEVAS!"
¡TÚ LA LLEVAS!
Abro los ojos, pero está oscuro. Intento mover las manos, los brazos, las piernas, pero no puedo. Me pesan las articulaciones. Me duelen las manos, sobre todo la izquierda. No siento los dedos. Intento moverlos pero no responden. Cierro los ojos.
En mi cabeza un zumbido ensordecedor suena con un volumen vacilante. Palpita como el corazoncito de un delfín que se aleja y se acerca, y deja tras de sí una estela de dolor que se desvanece como la espuma entre ola y ola en el Mar Menor.
Abro los ojos. Es de día y hace un tiempo fantástico. Mamá tendrá que buscarse una buena excusa para no ir a la playa esta tarde. Serán las doce y pico del mediodía. Me ruge el estómago. Eso me recuerda que quizá hoy no desayuné, pero no podría jurarlo. Voy a la cocina, abro la nevera y no, no hay nada. Con una mezcla de desánimo repentino, frustración y enfado cierro la puerta de la nevera con más fuerza de la imprescindible. Vuelvo mascullando juramentos por el pasillo y enciendo el ordenador. Abro el correo electrónico y compruebo con un escepticismo recién renovado que no tengo ningún email nuevo. Mierda. Empiezo a escribir un texto: "Abro los ojos. Está oscuro. Intento mover las manos, los brazos, las piernas, pero no puedo. Me pesan las articulaciones. Me duelen las manos. No siento los dedos. Intento moverlos pero no responden. Cierro los ojos."
Vuelvo a abrir los ojos. Empiezo a marearme al notar que, al igual que antes, todo sigue oscuro. Mis articulaciones me pesan muchísimo, no consigo mover ni los dedos y empiezo a notar un hormigueo en la pierna derecha. Pienso. Intento pensar. ¿¿Dónde diablos estoy??
..."
2 comentarios
David -
tirarrollas -