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En el río pasan ahogados todos los espejos del pasado

AMBIGÜEDAD, esa vecina tan simpática

AMBIGÜEDAD, esa vecina tan simpática

Recuerdo que, estudiando un tema de semántica en la asignatura de Lingüística, vimos un ejemplo de ambigüedad que a mí me hizo muchísima gracia:

"A medio camino entre un seminario y una clínica veterinaria hay un letrero que dice: << Hacemos curas a los animales>>."

La gracia del ejemplo radica en que no sabemos si se refiere a la clínica ("Se cura a los animales") o al seminario ("convertimos en curas a los animales").

Basándome en ese ejemplo de ambigüedad escribí esta minihistoria con soneto:

"Una no la quise porque era tarde,

la otra bien se veía que era mala,

la otra me caería como bala

y está mi cuerpo roto: ¡está que arde!

Ninguna de las nuevas me inspiraba,

mi boca todo corta, nada deja,

engáñese a quien no tenga tal queja:

pues al probarlas yo me envenenaba.

Redondas, vivas, suaves, esponjosas,

delicias que los dioses no comparten,

ni Baco, ni Afrodita, ni ocho cubas,

seres que nos embriagan, ¡raras cosas!,

¡no hay ser humano que de ellas se harte!

¡¡No sé si hablo de chicas o de uvas!!

Epitafio en la tumba de Don Juan Tenorio, junto a un grabado representando la fábula de la zorra y las uvas".

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