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En el río pasan ahogados todos los espejos del pasado

Sonetos pictóricos: textos basados en cuadros

Sonetos pictóricos: textos basados en cuadros

Inspirándome en tres preciosos cuadros que hicieron algunos de los alumnos que cada jueves vienen al Club de lectura A árbore vermella, hice estos tres sonetos.

Cliqueando aquí (http://bibliochivite.blogia.com/2010/092303-exposicion-na-casa-do-escudo-de-verin-con-cadros-pintados-por-alumnos-que-asiste.php) accederéis al artículo de la exposición donde los vimos en septiembre, y más abajo tenéis los tres sonetos:

 SONETO I - Cuadro de Iago (Abstracto)
http://picasaweb.google.com/lh/photo/fYzhoXRMe715hySWWVyN5OMLCh2FKMhQYAnsK-LXHOM?feat=directlink
 
Por más que la busqué nunca la hallaba,
por más que prometiese acompañarme;
pues no hay ejército que no se alarme
habiendo roto lazos que anhelaba.
 
Seguí mis intuiciones, mi delirio,
bebí en el cáliz sucio de las drogas,
amé sin fe, abrazado a varias sogas
que me apretaron mucho: ¡qué martirio!
 
Al fin, rendido, abandoné las calles
que tantos besos falsos me ofrecieron;
al fin, llorando, entre madera rota,
 
roida y carcomida entre estos valles,
perdida entre recuerdos que crecieron:
mi amiga de la infancia, mi pelota.
 
 
SONETO II - Cuadro de Leyla (Grifo)
http://picasaweb.google.com/lh/photo/nidbEfFGroz8dtyAE4CIoOMLCh2FKMhQYAnsK-LXHOM?feat=directlink
 
La noche acrivillaba entre mordiscos
centelleantes, grietas del firmamento,
a campesinos que en ese momento
no habían hecho ofrendas, los muy ariscos.
 
El padre de los dioses no perdona,
por mucho que se llore arrepentido,
es Zeus un ser por todos conocido
experto en castigar... pobre Gorgona.
 
Rugiendo entre los vientos penitentes,
preñando de odio y miedo corazones,
matando tras su paso por el monte,
 
respira fuerte aquel que cose mentes,
engulle sangre ajena a borbotones,
preside el ciego Grifo el horizonte.
 
 
SONETO III - Cuadro de Pilar (Chica vigilando)
http://picasaweb.google.com/lh/photo/nNuJZ_bj9s3nxlfSpAh-LuMLCh2FKMhQYAnsK-LXHOM?feat=directlink
 
Las lágrimas aún caían por su cara,
huidiza del cruel castigo paterno,
sedienta de venganza iría al Averno
si allí encontraba cura a su tara:
 
"-Nenúfares silvestres, si me oís,
dadme cobijo hoy, pues os prometo
que aun antes de que muera este soneto
seréis recompensados, ¿qué decís?
 
-"Contentos aceptamos protegerte,
salvándote de una muerte segura."
Pasó el tiempo, la moza se olvidaba
 
del trato. Mas Fortuna, por ventura,
con un apuesto joven la citaba
al tiempo que, entre juncos, vio a la Muerte.
 
 


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