LOS MISERABLES, VERSIÓN POÉTICA DEL MUSICAL EN TRES ACTOS / ROMANCES
MUSICAL “LOS MISERABLES”, ROMANCE EN TRES ACTOS
ACTO Nº 1 - ROMANCE DE FANTINE Y COSSETTE
1º.- PRÓLOGO
Cuenta cierta bella historia
hecha con humano empeño
que no ha´ mucho hubo problemas
duros, fieros, ¡un infierno!
donde ciertos pobres hombres
con temor a crueles cercos
habitaron con crudeza
el peor de los desiertos:
no aquel en el que respiran
la sequía, hombres muertos,
o las yermas tierras secas,
ni los ecos de mil rezos
que resbalan entre lloros,
que arden como intentos huecos;
sin dudarlo, no olvidéis,
el peor de todos ellos,
aquel en el que no crecen
la esperanza, ni los sueños,
aquel en el que aún al vivo
se le trata peor que al muerto,
aquel en el que no pesan
ni la dignidad del cuerdo
ni la humanidad del loco,
ni el futuro del que es preso,
ni el presente del que es libre,
aquí sólo importa el "ego",
apellidos son honores,
es la sangre el mayor mérito,
no confía en sus semejantes
ni el infame ni el que es lego,
el poder sobre las almas
siempre lo ha tenido el clero,
no necesitan palabras,
todo lo demás: solo hechos.
Un obispo, muy buen hombre,
que era de un humor sincero,
hombre docto de la Iglesia,
no ambicionaba dinero
ayudó no hace mucho
a aquel pobre hombre preso,
Jean Valjean, que estuvo tantos
años encerrado, reo
que por dar pan a los suyos
marchitaron veinte inviernos
entre rejas, trabajando
sin descanso, sin asueto,
al que le llegó el descanso,
que él creyó llegado a tiempo,
libertad condicional,
otro modo de tormento
con el que castigar pobres,
con el que atar a hombres buenos,
distinguiendo sin lo humano
lo divino y lo terreno.
Jean Valjean durmió en la casa
de este obispo tan sereno,
le robó toda la plata
que pudo cogerle, en sueños,
mas las sombras lo acechaban:
el pobre no llegó lejos,
tras sus pasos caminaban,
y los guardas lo cogieron
devolviendo su tesoro
al obispo que, mintiendo,
protegió al fugitivo
regalándole, risueño,
una nueva vida, libre,
una fe, un nuevo invento,
la esperanza de vivir
sin vengarse de aquellos
que robaron juventud
al que no tenía alimento,
que apartaron de la luz
al que sólo ansiaba el eco
de las voces que acompañan
en sus sueños al remero
que no necesita velas
para ver cumplir sus sueños.
Este obispo selló un trato
con Valjean, aventurero,
olvidando lo robado,
perdonando aquellos hechos,
escuchando la promesa
de que fuese un hombre nuevo.
Muerto el preso, queda el fénix,
renaciendo de sus restos,
abre sus alas y crece,
Jean Valjean cumple su reto.
Pasan años, no aparece,
policías al acecho,
buscan por todas las calles
dónde se metió este preso
que hace tanto rompió un pacto
con la ley y el mundo cuerdo.
Mientras tanto, en otra parte,
aparece un hombre bueno,
el alcalde Magdalena,
con su fábrica y su tiempo,
trae riqueza, trae trabajo,
es amigo del silencio,
lo protege su gran fama,
en un mundo pendenciero.
Las mujeres que fabrican
los abalorios de negro
que vende desde su empresa
deben ser de ver honesto,
deben tener vidas sanas,
trabajando con esfuerzo,
no perderse entre los vicios
mereciendo su respeto.
Entre todas se destaca
la belleza del silencio
que rodea a Fantín,
mujercita de buen cuerpo,
a quien todas hoy envidian
por ser, entre grajos, ciervo,
por tener dos ojos firmes
y un mirar de cisne esbelto,
vuelve loco al capataz
mientras cela a todo el resto,
gallinitas envidiosas
que quieren ver muerto al ciervo.
Veamos cómo empieza el día,
veamos cómo empieza esto:
2º.- OTRO DÍA SE VA
Tras perder así su empleo
la pobre Fantín no sabe
cómo resolver el pago
que le piden, ¡miserables!,
mesoneros Thernardier,
personajes execrables,
que le mienten inventando
mil excusas por saquearle,
desde hace más de seis años
siempre con el mismo baile,
siempre enferma, o mala, o coja,
siempre padeciendo males,
¡poco sabe aquí Fantín
qué buen partido le sale
cuidar de su hija Cossette
a estos cacos indignantes!
No teniendo un trabajo,
la pobre se echa a la calle,
donde le piden cabellos
para tratos deleznables.
No lo duda, vende el pelo,
el dinero es lo importante,
debe reunir diez francos
pa´ pagar enfermedades,
porque así lo piden ellos,
porque así sigue adelante.
También le piden sus dientes
y le ofrecen cantidades,
ya renuncia a su belleza
nada más le es relevante.
Finalmente la ven sola
callejeando en triste baile,
con la mirada lejana,
con los sueños, reciclables,
sin su pelo, sin sus dientes,
sin su dignidad y donaire.
Terminó por dar su boca,
no a buen precio, y su carne,
vendiendo todo lo suyo
a cambio del mentir infame
de dos crueles mesoneros
más perdida que en la calle.
Tras venderse entera, triste,
canta a solas, casi en trance:
3º.- SOÑÉ UNA VIDA
Así recuerda Fantín,
estremecida entre llantos,
los dolores de su vida,
con sus duelos y quebrantos,
todo lo que le fue ajeno,
todo lo demás, quitado,
sola, enferma, entre la nieve,
de un París sordo y malvado,
sin oídos para putas,
sin abrazos para mancos,
sin los besos de un Dios justo,
con cadenas y milagros,
con condenas y castigos,
con papeles y olvidados.
Así la halla Magdalena,
sola y triste, a lento paso,
así se la lleva lejos,
a hospitales, de buen grado,
allí la cuidan y serenan,
ella sufre por su encargo:
debe ir a ver a Cossette,
traerla aquí, a sus brazos,
Magdalena le promete
ser de su voz emisario,
encontrar a Thernardier,
verla crecer a su lado,
dar la paz que quitó el hombre
a la niña de su encanto.
No muy lejos, Thernardier,
posaderos entre tantos,
rufianes sin caridad,
miserables, ¡dan espanto!,
maltratan sin compasión
a Cossette, ser simple y llano,
niña bella, muy sensible,
y le dan duros encargos:
debe ir a por el pozo
que se esconde entre los cantos
de la pobre, asustada,
cada noche, ¡no hay regato!
Aquí os dejo oírlo, amigos,
mejor así que en relato:
4º.- CASTLE ON A CLOUD
Como ya habéis escuchado
llora triste la criatura,
sabe que no hay paz cerca,
está sola, no la cuidan,
sueña con su madre, buena,
con juguetes, sin torturas,
llora su desdicha eterna,
presa del miedo que empuja
a seguir cada orden nueva
con la prisa del que apura
cada hecho por no ver
qué hay detrás de su figura.
Aquí llega un hombre extraño
que se deja ver a oscuras,
se aproxima, ¡es Magdalena!
Jean Valjean, un alma pura,
que obedece su promesa
y viene a por Cossette, ¡segura!,
ella va con él a "casa",
Thernardier así saludan,
con descaro y con provecho
intentan ver si lo despluman,
él paga sin dar rodeos,
se la lleva, ¡no es locura!
Fantín se murió escuchando
que vendría con premura.
Lo prometido así es deuda,
Magdalena así asegura
el futuro prometido,
su perdón y no hay más dudas.
2º ACTO - ROMANCE DE LA PERSECUCIÓN
5º.- AMO DEL MESÓN
Tan terrible es su descaro
que hasta logra ser querido,
hombre sin palabra, loco,
Thernardier, un malnacido,
aprovechado truhán,
un ladrón muy protegido,
con su esposa que lo quiere
y sus hijos, tan perdidos,
habitantes de las calles
donde roban lo vendido,
donde compran lo robado,
donde pierden lo querido.
Estos seres miserables
son quienes saquean heridos
en las guerras donde yacen
cuerpos de hombres vencidos,
como el padre de aquel joven,
Marius Pont Mercí, querido
por Eponín, hermanastra
de Cossette en aquel sitio
hasta que llegó Valjean
y alejó ese precipicio
de la niña, ahora mujer,
a quien él prestó servicio.
No muy lejos, una sombra,
pisa sus huellas, en vilo,
humillando su existencia,
deshaciendo su camino:
es el inspector Javert,
brazo inquebrantable, amigo
de que se cumpla la ley,
de toda estafa enemigo,
un castigador sin lloros,
hombre firme, un felino.
Custodiaba a Jean Valjean
cuando estuvo en aquel sitio,
esa cárcel de Toulon
donde trabajó sin tino,
donde no había mañana,
y cada ayer era el destino.
Vio cómo se evaporaba
Jean Valjean, su favorito,
preso de una enorme fuerza,
forastero sin amigos.
Lo siguió hasta Magdalena,
el misterioso hombre rico
que abrió una próspera fábrica
y que, ocho años tras lo dicho,
agarró entre sus brazos
aquel carro que el destino
hizo caer sobre aquel hombre
y lo salvó sin escatimo.
Tras el caso de Fantín,
la mujer muerta en hospicio,
no se vio más al alcalde,
que se fue, siguiendo el vicio,
junto a los Thernardier,
donde se fue con sigilo.
6º.- ESTRELLAS
Es Javert un hombre recto
que promete en cada acto
no dar un paso sin tiento,
no errar, no ser esclavo.
No comprende que los hombres
cambian, y que eso no es malo,
considera que lo firme
es mejor, es más exacto.
Para él un preso nace
y muere preso, es su hado,
no hay perdón, misericordia,
ni capacidad de cambio.
Cuando sospechó del jefe,
que era Magdalena, y trajo
la verdad de su inocencia
no pudo con tal mal trago:
suplicó la dimisión,
la renuncia a todo cargo,
ante aquel a quien denuncias
fueron, de su parte, el pago.
Magdalena, generoso,
le perdona, es humano,
le pregunta cómo sabe
que no es él Valjean, el malo.
Le responde el inspector
que ayer mismo lo apresaron,
que será juzgado pronto,
que lamenta su descaro.
Pero entonces cae la sombra
de la culpa, del enfado,
sobre el pobre Magdalena,
que debe escoger, en tanto,
si se agarra al silencio
que lo mantendrá a salvo
o si rompe ese espejismo
dando la cara, ¡qué espanto!,
regresar a aquella cárcel,
renunciar a tanto encanto.
Las dudas azotan fuerte,
su cordura no está a salvo,
sabe que será valiente,
no aceptará ese trato.
Interrumpe en el juicio
salva al mísero del cazo,
no lo apresan, no lo creen,
marcha con el pelo blanco.
Jean Valjean o Magdalena,
ya son sombras del pasado,
os perseguirá Javert
sin piedad, no acepta cambios.
No muy lejos, reunidos,
estudiantes piden cambios,
no quieren que el rey los pise,
y Lamarc está enfermando.
Marius encabeza el grupo
junto con Enjolras, ¡bravo!
Fieros jóvenes valientes
que ahora apuestan por los carros.
Creen que el pueblo debe unirse,
rescatar al machacado,
demostrarle su valía
no quedándose sentado.
Una chica enamorada
de este joven se ha quedado,
Eponín, ese es su nombre,
hija de Thernardier... ¡oh, hado!
Con Cossette cuando era niña
recibió muchos cuidados,
Cenicienta y hermanastra
con crueldad y con encargos.
Pero Marius tiene ojos
sólo para aquel cuello largo
que Cossette cobró de aquella
que sin pelo huyó del fango.
Eponín, abandonada,
llora deseando ser algo
para Marius, joven ciego,
desconocedor del llanto
que se escurre por sus ojos,
que la sume entre los barros,
que la acecha entre las sombras
de la noche en que hace algo.
Así llora aquí la joven,
desdichada en triste canto:
7º.- ON MY OWN
La soledad la acompaña,
la persigue, la amordaza,
sus huellas se alejan solas,
sus voces van estancadas,
ella sola, sin decirlo,
poco a poco así se mata,
apretándose las tuercas,
acercándose a la balsa
que la alejará de aquí,
donde su amigo no la ama,
donde debe ser cartera
del amor que a otra arrebata.
Se aproxima el tiempo loco
con sus cambios y patadas,
la batalla clama lejos,
Eponín ya se prepara.
3º ACTO - ROMANCE DE LAS BARRICADAS
Caen las sillas calle abajo,
ciudadanos con ideales,
quieren ayudar a aquellos
que lucharán contra males,
creando barricadas fieras
donde caigan bombas, sables,
donde el hierro parta vidas
y seamos animales,
pero donde quede clara
la voluntad de las clases
que trabajan para nada,
que aunque luchan tienen hambre,
que quieren que se oiga el llanto
de sus voces, ¡son capaces
de alcanzar con sus rodillas
a la nube que más se alce!
Si con ello logran algo,
si con ello se va el hambre.
Entre todos estos chicos,
Marius lucha, ¡y no en balde!,
deja huir a su amada
Cossette con su padre,
matará si hace falta
por lograr que esto cuaje,
no habrá sido todo en vano,
¡no son unos miserables!
Reunida la barricada,
cae la noche, duerme el sable,
tantos jóvenes aún beben
celebrando su donaire,
así cantan, así brindan.
siegan sus voces la calle:
8º.- BRINDO POR
Pero no todos son fieles
a la causa de su enfado:
entre ellos reconocen
a un Javert bien camuflado,
que pretende confundirlos
dándoles, por liebre, gato.
Mensajeándose con cartas
Eponín pone en contacto
a los dos, Cossette y Marius,
y viendo que no hay engaños,
Jean Valjean ayuda al dúo
intentándolo traer sano
de la fiera barricada.
Se escabuye entre soldados
Jean Valjean, se adentra entre ellos,
los muchachos, desconfiados,
ven llegar a otro espía,
no lo creen muy de su bando,
todos ven en él malicia,
lo detienen por si acaso,
mas al fin le ven valía,
les demuestra que es escaso
el valor de tal sospecha,
y a ellos pide al rehén,
a Javert, el despiadado,
que sin temor se le enfrenta
creyéndose apuñalado,
mas lo salva y perdona
Jean Valjean, que no es malvado,
lo hace libre y se le entrega
si de ahí no va al cadalso.
Mientras tanto, en la batalla,
esperan todos los soldados,
desigual guerra se libra,
la noche no ha terminado,
larga espera sume en sueños
jóvenes que han aguantado.
Jean Valjean no cierra ojo
mientras los demás, cansados,
roncan bajo lunas rotas,
gruñen bajo sueños calmos.
Ve a Marius todo quieto,
tan tranquilo, tan humano,
sólo puede pedir paz
para asegurar su mano
a la joven por quien vive,
a su hija Cossette, ¡padrazo!
Y así reza su oración
pidiendo por él al Alto:
9º.- SÁLVALO
La batalla siega vidas,
extermina a los muchachos,
todos caen de un modo u otro,
sin cañones no hay cuidado.
Jean Valjean escapa pronto,
rescatando al pobre Mario,
atraviesan bajo tierra
todo el alcantarillado.
Un París esconde a otro,
deja atrás tantos soldados,
se cruza con Thernardier
asaltando entre el fango,
marcha para la salida,
quiere hacer a Marius sano,
no hace caso de Javert
quien lo quiere apresado,
y dejándolo tras él
marcha con aquel en brazos.
Javert sufre enormemente,
de su esquema es esclavo:
no se puede estar a medias,
o eres bueno o eres malo.
Siempre odió a Jean Valjean
y ahora lo ha perdonado,
no puede vivir así,
de la caridad de un capo.
No se permite seguir
con la vida en tal estado,
necesita ya morir,
no puede aguantar el trago.
Sube al puente, se despide,
hoy su vida ha acabado.
Cae al agua, no hay estrellas,
no hay Javert, no hay bueno o malo.
Sólo hombre que perdonan,
se equivocan, o han errado.
Desde este conflicto yermo
pasa un tiempo endemoniado,
Marius cura sus heridas,
su alma sufre con cruel manto.
Busca huellas de los suyos,
todos muertos, no hay quebranto
que permita dobles vueltas.
Llega al bar donde quedaban
y planeaban sus asaltos,
ABC, un referente
de valientes, no villanos.
Ve las sillas tan vacías
con las huellas de sus cantos,
llora el pobre, sin consuelo,
escuchémoslo entre tanto:
10º.- SILLAS Y MESAS VACÍAS
Una vez que pasó el tiempo,
se casaron los dos chicos,
Cosette, tan dulce y hermosa,
Marius, tan comprometido,
tan sólo quedó una cosa:
ver si el sueño se ha cumplido,
si Valjean tiene la rosa
de la paz que ha perseguido,
si el Señor quiere acogerle
con los suyos, los vencidos,
si la paz que tienen tantos
para él también ha sido.
Escuchemos a los bravos,
los guerreros convencidos,
quienes dieron ya sus vidas,
ya sus voces, ya sus bríos,
quienes aman a los suyos
como si fueran distintos,
quienes fueron miserables
y aman a quienes lo han sido.
11º.- LA CANCIÓN DEL PUEBLO
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