Juego literario: ¿qué DOS declaraciones de amor hay en este poema?
Dos declaraciones de amor sin respuesta
¿Cómo podría expresar con palabras su felicidad aquel que al fin descubre,
entre tantas horas de urticante soledad, la
impagable armonía en que me sume tu voz,
amigo que me observas con muda atención, tú que
me comprendes entre tantos devaneos, al
calor de un aquí y un ahora en que finalmente brilla alegre el sol,
astro tiránico que a mis enemigos ruboriza?
¿Cómo podría agradecerte tu fiel escucha,
amigo recién hallado, alma gemela que me regalas elimpagable armonía en que me sume tu voz,
amigo que me observas con muda atención, tú que
me comprendes entre tantos devaneos, al
calor de un aquí y un ahora en que finalmente brilla alegre el sol,
astro tiránico que a mis enemigos ruboriza?
¿Cómo podría agradecerte tu fiel escucha,
oído mientras canto mi lamento,
el mío, yo que soy desde siempre un solitario joven que
desconoce el amparo de un amigo, y que enojé a la celosa Hera
con mi engreimiento juvenil, no
sabiendo que el crimen lo paga incluso quien la norma ignora?
¿Cómo podría agradecerte tu sonrisa? Eres el hermano que oye
este llanto caústico, fruto perenne de mi
astillado corazón, ánfora tosca en la que encierro un canto
que nadie más ha intentado escuchar. Este
terco hombre que ahora ha descubierto el amor,
sentimiento menos divino que humano, no
olvidará nunca la atención con que mi sufrimiento se aminora.
Buscaré entre las ramas de ufana juventud el
verdor con que cubrir tu amargo llanto;
te regalaré de ahora en adelante cada soplo que
aflore de mi pecho; detendré mi
respiración si con ello escucho tus palabras; vestiré una bandera
en la que todos vean que al fin mi alma es blanca,
lloraré cada segundo si con ello este barco sus velas iza.
Nunca te seré ajeno, amigo de mi alma; mas te pido una sola cosa: detén
la angustia de mi espera, abre tus
labios tensos y libera tus palabras; alegra con tus andares
el erial de mi alma, estas tierras yermas, llenas
del más horroroso misterio: mi
pecado imperdonable, mi desierta vida.
Yo sabré amarte más allá de
lo concebible; sabré escombrar mi pasado de sombras
sobre las que dancen los placeres del presente, y
prometo ser tus manos y tus brazos, llenaré los huecos
que oscurezcan tu mirada, seré la caries
de tus penas, las aplastaré con una felicidad nueva y profunda.
Sigo viendo tu mirada, relampaguean en
tus ojos los destellos de la ilusión naciente; el
ahora nos promete un mañana con más carne que hueso,
la sonrisa puebla tu cara risueña, pero lo que
sume a mi conciencia en un dolor creciente que ahora late
es ese silencio tan molesto, un tizón ardiente que golpea mi alma,
la sospecha más infame, una pena tan fecunda...
¿Por qué cuando tanto entrego, me ves aquí (criatura perdida),
aun quebrando mi semblante con tan cruda exposición, en
lo alto de este prado, asomando a esta agua tibia, tus
labios hablan tan bajo que tus palabras, esquivas, no son sino las huellas
de una voluntad que no sé afín a la mía, sin
aviso, sin verdad, como pidiendo una despedida?
¿Por qué no dices lo que piensas, ya
que tanto ves mis ojos, ya que
yo te soy sincero, desnudando no
mi cuerpo, que lo haría, sino lo que me
es más caro y más terrible, mi espíritu atormentado, esta soledad que escuchas
que tantas horas de tortura me cosió en las sandalias? Ahora dime,
amado hermano, amigo ingrato, amado frío, algo
que sacie mi sed de palabras, al
menos dos, valdría una, dame una al menos.
Si no soy más que uno más, insulta
mis brazos de mancebo, ataca mis
hombros de hombre sedentario, escapa a mis besos
de corcel herido, huye de todo lo que darte pueda, mas
concédeme una palabra, atiende mi llanto desesperado, dame
un monosílabo que recordar, un eco de esta dicha, uno
solo me es suficiente; te lo ruego, si no me hablas ¡muera antes!
Un silencio como este es un elefante que pisa,
una tras otra, todas las flores que mis
palabras por ti ha regado; soy un ave sin sus alas,
un amante sin respuesta, un adiós que no fue antes un hola; mas
no desisto tan rápido, porque aún sin alas mi valor vuela,
hallando que no vivirás más si no es conmigo.
Un ardor como el que ahora mis entrañas hiere
es mayor de lo que mis
padres me enseñaron a soportar; y pues estoy harto de que me intenten seducir con sus pechos
todas las damas que a mi paso hallo, (no con intención de verlas, mas
huyendo de su lujurioso tacto), que sepas que a su límite mi paciencia toca
al ver cómo ignoras mis
palabras... ingrato amante, amigo de mi alma... ¡he aquí mis senos!
Caigan las ropas que mi cuerpo cubren... a ti me ofrezco como aquel a quien patea
la ignominia del silencio que sucede a mi
confesión... He aquí mi joven vientre,
veo que me observas fijamente, y que al igual que yo te desnudas... ¡Seamos
uno, amémonos por siempre, al fin reaccionas! He aquí, tú y yo, ¡amantes!
Cae al agua el apuesto joven, di
si crees que el castigo no fue suficiente... ¿que
se lo buscó él primero? Nada impide a que el amor un
buen día triunfe entre jóvenes; mas... ¿en qué día
se podría consentir, hermosa Eco, que el amor atase a un vivo a quien no diría de sí mismo "existí"?
Un castigo como el suyo es parecido al tuyo, hermosa ninfa, algo tan cercano
como ver en su reflejo amor y al tiempo un enemigo.
aflore de mi pecho; detendré mi
respiración si con ello escucho tus palabras; vestiré una bandera
en la que todos vean que al fin mi alma es blanca,
lloraré cada segundo si con ello este barco sus velas iza.
Nunca te seré ajeno, amigo de mi alma; mas te pido una sola cosa: detén
la angustia de mi espera, abre tus
labios tensos y libera tus palabras; alegra con tus andares
el erial de mi alma, estas tierras yermas, llenas
del más horroroso misterio: mi
pecado imperdonable, mi desierta vida.
Yo sabré amarte más allá de
lo concebible; sabré escombrar mi pasado de sombras
sobre las que dancen los placeres del presente, y
prometo ser tus manos y tus brazos, llenaré los huecos
que oscurezcan tu mirada, seré la caries
de tus penas, las aplastaré con una felicidad nueva y profunda.
Sigo viendo tu mirada, relampaguean en
tus ojos los destellos de la ilusión naciente; el
ahora nos promete un mañana con más carne que hueso,
la sonrisa puebla tu cara risueña, pero lo que
sume a mi conciencia en un dolor creciente que ahora late
es ese silencio tan molesto, un tizón ardiente que golpea mi alma,
la sospecha más infame, una pena tan fecunda...
¿Por qué cuando tanto entrego, me ves aquí (criatura perdida),
aun quebrando mi semblante con tan cruda exposición, en
lo alto de este prado, asomando a esta agua tibia, tus
labios hablan tan bajo que tus palabras, esquivas, no son sino las huellas
de una voluntad que no sé afín a la mía, sin
aviso, sin verdad, como pidiendo una despedida?
¿Por qué no dices lo que piensas, ya
que tanto ves mis ojos, ya que
yo te soy sincero, desnudando no
mi cuerpo, que lo haría, sino lo que me
es más caro y más terrible, mi espíritu atormentado, esta soledad que escuchas
que tantas horas de tortura me cosió en las sandalias? Ahora dime,
amado hermano, amigo ingrato, amado frío, algo
que sacie mi sed de palabras, al
menos dos, valdría una, dame una al menos.
Si no soy más que uno más, insulta
mis brazos de mancebo, ataca mis
hombros de hombre sedentario, escapa a mis besos
de corcel herido, huye de todo lo que darte pueda, mas
concédeme una palabra, atiende mi llanto desesperado, dame
un monosílabo que recordar, un eco de esta dicha, uno
solo me es suficiente; te lo ruego, si no me hablas ¡muera antes!
Un silencio como este es un elefante que pisa,
una tras otra, todas las flores que mis
palabras por ti ha regado; soy un ave sin sus alas,
un amante sin respuesta, un adiós que no fue antes un hola; mas
no desisto tan rápido, porque aún sin alas mi valor vuela,
hallando que no vivirás más si no es conmigo.
Un ardor como el que ahora mis entrañas hiere
es mayor de lo que mis
padres me enseñaron a soportar; y pues estoy harto de que me intenten seducir con sus pechos
todas las damas que a mi paso hallo, (no con intención de verlas, mas
huyendo de su lujurioso tacto), que sepas que a su límite mi paciencia toca
al ver cómo ignoras mis
palabras... ingrato amante, amigo de mi alma... ¡he aquí mis senos!
Caigan las ropas que mi cuerpo cubren... a ti me ofrezco como aquel a quien patea
la ignominia del silencio que sucede a mi
confesión... He aquí mi joven vientre,
veo que me observas fijamente, y que al igual que yo te desnudas... ¡Seamos
uno, amémonos por siempre, al fin reaccionas! He aquí, tú y yo, ¡amantes!
Cae al agua el apuesto joven, di
si crees que el castigo no fue suficiente... ¿que
se lo buscó él primero? Nada impide a que el amor un
buen día triunfe entre jóvenes; mas... ¿en qué día
se podría consentir, hermosa Eco, que el amor atase a un vivo a quien no diría de sí mismo "existí"?
Un castigo como el suyo es parecido al tuyo, hermosa ninfa, algo tan cercano
como ver en su reflejo amor y al tiempo un enemigo.
2 comentarios
Daniel -
Daniel -