¿Derechos o privilegios? ¿Con cuántas piezas sigue andando un coche?
Renunciar por imposición a tus derechos no los convierte en privilegios.
Cuando te obligan a asistir a tu trabajo con gripe so pena de perder parte de tu sueldo, efectivamente las cifras cambian: se reduce bastante el número de profesores que piden bajas por enfermedad.
Cuando te obligan a tener más alumnos por aula, las cifras hablan, porque efectivamente sigues vivo al final del curso y tus alumnos no han sido completamente obviados en aulas repletas de estudiantes. En ese caso las cifras también son susceptibles de interpretarse como reflejos de algo que, a pesar de todo, sigue funcionando.
Cuando te rebajan el salario y aún así sigues llegando a fin de mes, pueden opinar que realmente no necesitabas cobrar "tanto".
Cuando lo único que se busca en el sistema es obtener cifras que sostengan una determinada línea de pensamiento, es difícil hacer visible lo que en realidad es un fraude.
El problema es que los zafios buscacifras, esos que viven sepultados entre montañas de encuestas, tests estandarizados, pruebas externas y datos, con estadísticas y tablas, con documentos en tablas de excel y otras mierdas burro-cráticas, creerán que pueden rebatir tus argumentos humanos con sus datos.
Y en la medida en que muchos se dejan liar, enredar, cegar y enterrar en vida, aún a costa de empeorar el futuro de sus hijos y nietos, su victoria se impone poco a poco.
Porque a muchos les alegrará ver despedido al primer funcionario que da su opinión públicamente; porque muchos mearán satisfechos al ver desahuciado al primer profesor de universidad; porque a muchísimos les encantará ver morder el polvo de la derrota inimaginable a aquellos que anteayer llenaban bares, centros comerciales y salas de espectáculos en sus ratos de ocio.
Porque la envidia entre iguales es la mejor arma de destrucción masiva que tiene la derecha para deshacerse de la izquierda sin mancharse las manos.
Porque aunque el trabajo de cinco lo pueden hacer tres si se les aprieta lo suficiente, si se les rebaja lo suficiente el sueldo, si se les restringen los derechos que tenían, si se cambian los acuerdos y leyes y demás reglas de juego, cinco siguen siendo más personas trabajando, más familias viviendo, y ante todo más alumnos recibiendo una atención digna.
Por eso, a todos aquellos que aplauden y aplaudirán mucho más cuando todo este horizonte apocalíptico se convierta en presente les digo: nunca os arrepentiréis lo suficiente de haber provocado, favorecido, celbrado y extendido toda la miseria que está a punto de cubrir a los servicios públicos.
Porque cuando te obligan a renunciar a lo que es tuyo para seguir teniendo algo te están robando.
Porque incluso cuando el de al lado pueda decir que envidia tus condiciones laborales, o siquiera el hecho de tener trabajo, eso no legitima la opresión injustificada del que gobierna sobre ti.
Porque renunciar por imposición a tus derechos no los convierte en privilegios.
Nunca.
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