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En el río pasan ahogados todos los espejos del pasado

Vuelta al cole

Vuelta al cole

Termina el mes de agosto y empezamos con energía el mes de septiembre.

Con energía porque hemos estado descansando un verano, con energía porque nos encanta nuestro trabajo y nos lo hemos currado muy mucho para conseguirlo (con incontables horas de estudio, sin garantías de que fueran a convocarse oposiciones ese año, con dudas sobre el peso que tendría el baremo y las posibilidades que tendríamos los novatos, con muchas noches en vela soñando con esa primera clase que deseábamos poder impartir algún día, con mucha tensión a las tantas de la mañana estudiando el temario o preparando alguna de las pruebas o ya en Lugo opositando, caminando por sus calles con la mirada extraviada y la mente revoloteando muro arriba calle abajo..., sudando frío ante el tribunal, viendo salir desesperados a compañeros de oposición..., consultando las listas en la web  cada diez minutos para ver qué ocurría...), con energía porque amamos la enseñanza y nos dedicamos al 150 por cien a nuestros alumnos, con energía porque empezar un nuevo curso es seguir cumpliendo cada día nuestro sueño de ser profes.

Pero también lo empezamos con energía porque tendremos mucho por lo que luchar, y así nos lo auguran las noticias que aparecen en la prensa: por un lado, y añadido a los indignantes recortes de que ya hemos hablado anteriormente, Esperanza Aguirre ofrece pagar las "horas extra" que aparecen al aumentar de 18 a 20 las horas de clase en ESO... Eso significa que el gobierno ha movido la primera ficha al bajarnos el sueldo un 7% (unos 140 euros mensuales de media, más o menos), y ahora el PP se aprovecha para suprimir a 2200 interinos que se quedarán sin sueldo (es decir, incrementando las listas del paro...) para repartir "algo" de ese dinero entre los cabrones con plaza que admitamos asumir un incremento horario de 2 horas semanales con su consiguiente premio.

Es decir, volvemos a fragmentar al profesorado entre buenos y malos, nos quitamos de encima un montón de profesores (que hacen falta, señores, no lo olviden) y a cambio les damos una limosna a los que no podemos quitarnos de encima porque son funcionarios.

¿A qué vino tanta oposición? ¿Para qué tanta plaza? Ahora hay funcionarios que aprobaron hace años y aún no saben dónde darán clase. Y además nos vienen con estas milongas: divídanse otra vez, dejen solos a los interinos, que se jodan por haber aprobado, les quitamos sus puestos de trabajo y además para que no nos formen corrillo los untamos a todos ustedes con un extra por su sacrificio.

Una amiga mía ha dado clase este curso en el norte de Galicia, y su sustitución terminó justo antes de empezar el verano. Como le quedaron alumnos para septiembre quiso saber si tenía que dejar sus exámenes de septiembre ya escritos, y para su sorpresa el equipo directivo se lo prohibió. La persona a la que sustituye estará de baja a la vuelta del verano, pero a ella ya le cortan esos dos meses de trabajo. Y para cuando los niños lleguen, NADIE habrá redactado sus exámenes de septiembre, porque la jefa del departamento (responsable en estos casos) era precisamente la persona a quien ella sustituía. De este modo, la Xunta deja sin atender los exámenes de septiembre de los alumnos, deja de pagar tres meses a uno de sus trabajadores, y si lo de Madrid crea precedente y es imitado en poco tiempo mi amiga y otra mucha gente como ella no trabajará en todo el año. Eso sí, cada profesor con plaza fija dará hasta dos horitas más para, entre todos, suplir la necesidad de tanto interino y sustituto.

En segundo lugar, hoy he podido leer en El Mundo (mala elección, sólo a mí se me ocurre leer este periódico en estos tiempos) que "los profesores amenazan con manifestarse por tener que trabajar 20 horas semanales".

Vamos a ver: ese titular es falso, crea una opinión que no tiene que ver con lo que realmente se denuncia y mancha la imagen de los profesores.

Un profesor que realmente atienda a sus alumnos (y os aseguro que somos la mayoría) trabaja mucho más que 40 horas semanales. Según la ley, estamos presentes en el centro 30 horas semanales, de las que hasta 18 son clases y lo demás guardias, reuniones y otras cosas. Pero cuando mandas deberes hay que corregirlos, y los exámenes, y los trabajos... y todo eso no lo puedes hacer en esas horas semanales porque ya estás dando clases (por cierto, las clases también lleva su tiempo prepararlas, no se improvisan). Por lo tanto, y asumiendo que somos un colectivo profundamente afortunado laboralmente hablando, es falso decir que las manifestaciones se harán por tener que trabajar dos horas más.

Ese no es el problema. El problema es ese enorme grupo de profesionales que se quedarán fuera de nuestros centros y que hasta ahora luchaban día a día, como nosotros, por el bien común, por la mejor educación de los hijos.

La opinión pública es como un bloque de plastilina: fácilmente se imprimen en ella ideas falsas que luego quedan enquistadas y es complicado modificar.

Está claro que un grupo de profesionales con tres meses de vacaciones anuales (2 meses en verano, 10 días en semana santa y casi 20 en Navidad), con un trabajo garantizado para toda la vida, con unas prestaciones en Sanidad y otros sectores enormemente útiles (aunque justo a partir de este año la universidad de nuestros hijos o la nuestra propia ya no nos salga casi gratis, como hasta ahora), es un grupo que no se manifestaría en tiempos de crisis por trabajar DOS horas más a la semana.

En absoluto.

De lo que se trata es que detrás de ese aumento horario hay una reducción de plantilla terrorífica, y eso es algo miserable cuando necesitamos más personal que nunca.

La diversidad de nuestros alumnos, de sus hijos, lo requiere.

No se dejen engañar por periódicos tendenciosos y malintencionados que sólo buscan amparar ante la opinión pública a los auténticos enemigos de la educacón de sus hijos: el PP, Esperanza Aguirre, el gobierno de la Xunta de Feijóo, quiere que nuestros alumnos se pierdan en un mare magnum de asignaturas, de opciones poco atendidas, dando cada vez más peso a una excelencia que sólo beneficia (como siempre) a la cúspide de esta pirámide feudal que es hoy día nuestra sociedad, y nos distrae con planes de conversación, intercambios con otros países y otras mil cosas muy interesantes cuando realmente lo esencial no está protegido: si usted tiene un hijo que no sea académicamente brillante y que no esté muy familiarizado con el aprendizaje de idiomas, sépalo desde ahora mismo: su hijo está en peligro.

Cada vez hay más dinero público al servicio de una minoría.

Volvemos al curso, queremos enseñar, pero el gobierno nos quita compañeros, nos disgrega infamemente, engaña a las masas sobre nosotros...

¿Pasa usted más horas semanales con su hijos que nosotros?

Si la respuesta no es afirmativa, háganos caso.

Para trabajar bien, necesitamos compañeros, no un aumentillo de salario tras un recorte miserable, sobre todo sabiendo lo que se avecina...

Uno de septiembre, el curso empieza de nuevo. ¿Cómo terminará?

1 comentario

Anónimo -

Me encantan este tipo de entradas tuyas, en serio que da gusto leerte. Nunca dejes de escribir!