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En el río pasan ahogados todos los espejos del pasado

Mis escritos

Feliz día del docente

Organizar actividades, buscar nuevas maneras de hacer llegar más fácil y amenamente los mismos contenidos, secuenciar todo para que gradualmente se puedan ir haciendo cosas cada vez más complejas, desechar actividades que no funcionaron, seguir leyendo y formándote para que tus alumnos tengan siempre a la mejor versión de ti mismo, no venirte abajo pase lo que pase, tratar de ser cercano sin dejar de ser profesional, leer en sus comportamientos cualquier vestigio de lo que pueda estar encubriendo una llamada de socorro, saber aceptar que hay muchas más asignaturas y que aunque la tuya te parezca fundamental el día tiene sólo las horas que tiene, saber ceder cuando te has equivocado o cuando cediendo se acaben logrando otras cosas más importantes que lo estrictamente curricular, tratar de ser lo más veloz y justo posible en las correcciones, tomar nota de sus propuestas, mantenerte firme cuando siéndolo les ayudas más, comprender que una nota es algo puntual que nunca define a nadie, ayudarles a crecer creciendo a su lado...¿Cosas de profes?Puede.Feliz día del docente.

Reflexión sobre el sistema educativo

Buenas tardes a todos y a todas. El motivo que nos reúne hoy en este auditorio no es otro que poner en común, desde distintas perspectivas, cuáles son (o pueden ser) las principales claves que nos ayudan a comprender la configuración de este enorme mosaico que es la sociedad.

Para ello, quisiera aportar mi visión personal de cómo es la educación: algunas de las piezas que forman parte del no tan complejo engranaje del sistema educativo, y cómo repercuten en la construcción de individuos que puedan incorporarse (con mayor o menor fortuna) a la sociedad de consumo.

Cinco cuadros donados por Fernando Barreira a los servicios sociales, y muy generosamente adquiridos por personas que quieren ayudar al conjunto de la sociedad, son el pretexto perfecto para traer a colación esta disertación.

Si repaso los cinco títulos lo veremos más claramente:

ARRINCONADOS

IGNORADOS

OLVIDADOS

DESAHUCIADOS

SIN NOMBRE, NI PAPELES

Estos títulos remiten diáfanamente a muchos de los adultos que, no hace tanto tiempo, estaban cursando estudios medios obligatorios en centros educativos de la comarca, como por ejemplo aquel en el que trabajo desde hace 16 cursos: el IES Xesús Taboada Chivite.

Un centro educativo que recibe cada año una enorme cantidad y variedad de alumnos y alumnas, de quienes la sociedad espera que sean capaces de adquirir una formación que los haga aptos para, una vez terminados sus itinerarios, aportar algo al bien común. Alumnos y alumnas que están en la que probablemente sea la etapa más compleja de sus vidas, en la medida en que aún no han forjado totalmente el esqueleto del “yo” que acabarán siendo, y a pesar de ese mantra tan tediosamente repetido de que hoy tienen más facilidades que antes a veces olvidamos que no por ello su proceso madurativo va a ser más veloz.

Sus inseguridades, sus dudas, el drama que supone no saber adónde se quieren dirigir y la soledad subsiguiente tras sentirse continuamente cuestionados, culpabilizados de sus fracasos académicos y a pesar de todo etiquetados como unos privilegiados en comparación con sus padres y abuelos serán una amalgama de reproches que reforzarán lo más característico de esa etapa vital: una rebeldía que no tiene en el punto de mira al auténtico rival, pero que necesitan blandir como autoafirmación.

Llegar a la conclusión de que sus padres y madres no lo saben todo, necesitar desesperadamente sentirse aceptados precisamente por sus defectos y otros desvaríos (que ocultan, como un iceberg) un dolor que no siempre halla una válvula de escape aceptable, suponen un duro golpe, que en no pocos casos los obliga a desechar el “yo” que habían construido en la etapa de la primaria y, a diferencia del reptil que cambia de piel, no siempre tienen una segunda piel debajo, con lo que muchos de ellos buscan fuera del hogar lo que creen que no tienen en él.

Hasta ahí hablamos de adolescencia, de algo que todos los adultos hemos vivido (en mayor o menor medida), aunque no siempre queramos recordarlo.

Pero cuando analizamos en detalle las circunstancias que forman parte de algunas de sus vidas la tan ansiada meta de la titulación se va alejando de su alcance.

Efectivamente, hay cada vez más casos de alumnos que viven en familias desestructuradas, lo que viene siendo una palabra muy larga para referirse a la incontestable realidad de quien llega a casa y no tiene que rendir cuentas ante ningún adulto, o bien porque trabaja fuera o bien porque simplemente está a otras cosas. Pretender que un alumno con esta situación sea capaz de aparcar todo lo anteriormente citado sobre la edad en la que se encuentra y que pueda encontrar el aplomo y la rectitud imprescindibles para afrontar un curso académico, haciendo los deberes, estudiando, y además supliendo en su hogar todo lo que nadie más hará en su lugar, es una quimera que roza la irresponsabilidad.

Esto no quiere decir que estos alumnos, abandonados a su suerte, fueran a ser magníficos estudiantes (entendiendo por tales aquellos capaces de asimilar, aprender e incorporar los conocimientos y destrezas que se les intenta explicar en los centros educativos), pero desde luego supone una losa que lo hace menos probable.

Si además añadimos dificultades culturales o idiomáticas, el reto se convierte en un imposible que, en el mejor de los casos, dejará desanimado y desfondado incluso al más aplicado de los alumnos. La mayor parte acaba tirando la toalla, y la premisa que el sistema mantiene es que al cumplir los dieciséis ya puede dejar de asistir a clases.

Por eso creo conveniente echar un vistazo crítico a nuestro sistema educativo: en primer lugar, está diseñado en el siglo XVIII, en la época de la Ilustración, y de aquella respondía a las necesidades que aquella época necesitaba satisfacer. Unas necesidades que hoy están obsoletas.

Organizado como una fábrica, y repartiendo a los alumnos por lotes que tienen en común su fecha de fabricación, los somete a un tedioso proceso de homogeneización, desterrando toda divergencia y enseñando que para cada pregunta hay una respuesta válida, castigando el error y suprimiendo todo vestigio de creatividad.

La memorización de datos y el desarrollo de unas pocas destrezas de abstracción son todo lo que este sistema fomenta, y cuando eso se prolonga durante años se adquieren ciertas inercias, y se asume que la creatividad no es necesaria porque no se ajusta a esos principios (tengamos en cuenta que nuestros alumnos empiezan a los seis años y terminan, como pronto, a los dieciséis).

La metodología de clase “magistral – examen – corrección” se convierte de este modo en un circuito cerrado en el que el emisor (profesor) se convierte en receptor de su propio mensaje, utilizando al alumno como intermediario. Por tanto, pasado un tiempo después de cada prueba, se constata que muchas de las cosas que supuestamente se habían explicado y aprendido se han perdido en el camino. El regreso al curso cada septiembre, después de dos meses de verano, playa y verbenas es una prueba irrefutable de esta triste evidencia.

Además, evaluar a una pluralidad tan diversa de alumnos con un mismo método provoca injusticias, ya que cada alumno tiene sus habilidades, sus puntos fuertes y sus debilidades, y al exigir lo mismo de todos obviando este hecho condena a muchos de ellos a la conclusión, terrible pero generalizada y cronificada año tras año, de que unos son buenos y otros no valen para estudiar.

De este modo, se desarrolla el denominado síndrome de Pigmalión, que viene a decir que si un profesor está continuamente diciendo a un alumno que no vale para su asignatura éste acabará por hacer realidad esta tremenda profecía autocumplida.

La escuela actual debe apostar por desarrollar los distintos tipos de inteligencia (no sólo la memorística), abriendo caminos nuevos y tratando de dar una acogida a todos estos alumnos.

Nosotros, en el Chivite, por poner un ejemplo, desarrollamos proyectos como los musicales, que son un intento de construir un todo complejo a partir de las aportaciones individuales, y luego grupales, de todos los miembros de la comunidad educativa.

Llevar al escenario el musical no es el objetivo último, sino una consecuencia que supone realmente la punta de un enorme iceberg. Lo que nos interesa es contribuir a desarrollar la creatividad, el trabajo en equipo, el aprendizaje por centros de interés y proyectos, y desterrar totalmente esa visión ya desfasada de la enseñanza como un circuito cerrado de saberes memorizados.

El desarrollo del pensamiento crítico, el ser capaz de empatizar con otros compañeros con los que a lo mejor no nos llevamos del todo bien, el compartir las distintas perspectivas de la realidad (no siempre accesibles a todos) y el fomentar el desarrollo del gusto artístico son algunas de las metas que perseguimos.

Cuando a un alumno que ha tenido que venir a otro país le dices: “tienes quince años así que te toca ir a este curso, debes asistir a seis clases diarias, portarte bien, ser evaluado en función de lo que escribas y finalmente, te esfuerces o no, suspenderás”, le estamos diciendo algo mucho más grave. Lo estamos condenando a esa marginalidad que retratan los cuadros de Fernando, y que los Servicios sociales y Protección civil (entre otros) tratan de reducir.

Para que la motivación no desaparezca tenemos que sentir que lo que hacemos tiene un valor, y que en cierta medida depende de nosotros. Si les quitamos eso, los estaremos obligando a asistir a su propio funeral, muchos años antes de que hayan tenido realmente una oportunidad.

Los profesores sólo somos una pieza en el enorme engranaje de la educación: además de nosotros, que no sólo los instruimos en ciertos saberes sino que también debemos educarlos en valores, están sus familias, y todas y cada una de las personas de la sociedad, especialmente aquellas que tengan una mayor proyección pública (futbolistas, famosos, artistas, etc), ya que el proceso de educación dura toda la vida.

Pongamos todos de nuestra parte, no nos crucemos de brazos, escuchemos diez minutos antes de hablar tres, y entre todos podremos ayudarles a ser, porque (y esto es muy importante) un adolescente no es el proyecto o borrador de un adulto, sino que ya es de por sí una persona que tiene un presente, y necesitan respuestas para preguntas que no siempre se atreven a hacer.

Mi tesis doctoral: "El mito de Don Juan en la ópera: Don Giovanni de Mozart"

Mi tesis doctoral: "El mito de Don Juan en la ópera: Don Giovanni de Mozart"

Cliqueando aquí accederéis a la plataforma en la que está publicada mi tesis doctoral, leída en la Facultad de Filología y Traducción el pasado viernes 21 de julio, dirigida por la doctora Carmen Becerra Suárez, y que se titula "El mito de Don Juan en la ópera: Don Giovanni de Mozart".

Enmarcada en la teoría de la literatura, más concretamente en la literatura comparada (literatura y música, mis dos pasiones), se trata de un estudio musical y literario de los recursos que vertebran la genial ópera del salzburgués, al hilo del mito donjuanesco, que se caracteriza por la existencia de tres invariantes: el burlador, el grupo femenino y el muerto.

Un análisis musical y literario de la partitura y libreto, así como de sus fuentes y algunas de sus huellas más destacadas.

FELIZ ANIVERSARIO, ISA

FELIZ ANIVERSARIO, ISA

Fluyendo los instantes brotan años,
Entre los que se mece la hojarasca,
Librando guerras mientras uno masca
Igual que los chamanes, sin engaños,
Zalamera y risueña, hoja muy sana,
Durante los quizases olvidados,
Esquiva al azar de quien tira dados,
Crujiente ante el "ya" que siempre es "mañana".
Alegres celebramos que hace mucho,
Diez primaveras para ser precisos,
Abrimos un capítulo imborrable:
Isa, felicidades, no soy ducho
Sumando cifras, prefiero la amable
Aspiración a ser dos insumisos.

Y así, con un soneto con acróstico, conmemoro la que ha sido y es la más maravillosa década en mi vida: diez agostos a tu lado, diez Entroidos al teléfono, cinco musicales, infinitas palabras y momentos.
Y lo que te rondaré, morena.

El sistema educativo actual... ¿es actual?

Este es el cuestionario que les he hecho hoy a mis alumnos/as de 4º ESO de "Valores éticos", al hilo de las fratografías que vimos la pasada semana:

"EL SISTEMA EDUCATIVO ACTUAL... ¿ES ACTUAL?"

1º.- ¿Qué significa para ti ACTUAL? ¿A qué palabras se opone? (1/15 puntos)

2º.- ¿Qué aciertos crees que tiene el sistema educativo hoy? (2/15 puntos)

3º.- ¿Cuáles son sus defectos más graves? (2/15 puntos)

4º.- ¿Qué condiciones/características crees que debería tener un/a profesor/a según tu opinión? (2/15 puntos)

5º.- ¿Cuáles son los peores defectos que puede tener un/a profesor/a? (2/15 puntos)

6º.- Explica detalladamente cómo sería tu escuela ideal. (6/15 puntos)

Para pautar la sexta respuesta, debes tocar los siguientes asuntos: 

a) Evaluación: ¿cómo se aprueba/suspende/repite/promociona?

b) Currículum: ¿qué asignaturas y cursos hay?

c) Organigrama: ¿cuál es el papel de padres, madres, profes, alumnos/as?

 

Ya compartiré algunas de sus mejores propuestas.

Feliz 9º aniversario, Isa

El tiempo es una red absurda con la que, queriendo atrapar la realidad, acabamos enredándonos los dedos. 
Hemos creado máquinas capaces de llevar cuentas imposibles, con endiablados mecanismos que sostienen esa suma inabarcable de momentos que es a fin de cuentas otro vendaje para el insoportable esguince de la consciencia de la propia temporalidad. 
Nuestro cuerpo es sabio, y juega a engañarnos distrayéndonos cuando disfrutamos, paralizándonos cuando no. 
Siglos, años, horas... Son intentos fallidos de poner una pauta al mar inasible de la existencia humana. 
Pero a pesar de todo tenemos antídotos para soportar el peso de lo efímero: mis favoritos sois, sin duda, la música y tú.
La música me ha dado alas, me ha hecho sentir acompañado en momentos de enorme soledad, me ha hecho sentir vivo, me ha llenado de vitalidad, Energía positiva, buenas emociones y la necesidad de ayudar a hacer de este mundo un lugar mejor. 
Tú eres la persona que le da sentido a todo lo que la música me regala. 
Gracias por estos NUEVE años juntos. 
Parece que fue ayer, ¿verdad? Algo estaremos haciendo bien. Con lo diferentes que parecemos... 
Feliz aniversario, Isa!!!

La desigual y absurda batalla entre las Ciencias y las Letras

Una de las pruebas de la falta de solidez de nuestro sistema educativo es esa fractura, tan arbitraria como injusta e innecesaria, entre los alumnos de Ciencias y los de Letras.

Arbitraria porque no está implícita en la formación integral del individuo, sino que responde a intereses políticos y a una tosca brusquedad típica del sistema patriarcal dominante, ya que asocia la precisión de los procedimientos científicos y la exactitud de sus conclusiones, a menudo suplementarias (una nueva teoría sustituye a la anterior), al imaginario asociado a la masculinidad, y vincula la flexibilidad de la hermenéutica artística (las interpretaciones de obras de arte musicales, literarias, etc), así como la complementariedad de sus teorías, a todo lo que culturalmente se ha asociado con la esfera de lo femenino.
Injusta, porque se ha utilizado para estigmatizar a aquellas personas que podrían resultar imprevisibles para el sistema, para el gobierno, para el poder. Y para ello no han dudado en jerarquizar los saberes en función de criterios tan volubles como la utilidad o la dificultad, pero falseados.
Porque la utilidad responde a la inmediatez de su aplicabilidad, y no a los beneficios ulteriores que tales conocimientos pudieran aportar, por considerarlos de segundo orden. Ejemplos de esto último son el placer estético, la empatía, el reconocimiento de lo propio en lo ajeno y la sensación de pertenencia a un grupo.
La dificultad, por su parte, se relaciona con parámetros como la precisión, la exactitud y la posibilidad de prever todas las respuestas válidas posibles a base de suprimir todas aquellas que se "salgan del guión". Esto es lo que se llama pensamiento lineal, y tiene el inasumible precio de cercenar la creatividad y la imaginación, esenciales para el pensamiento divergente, y fundamentales para quienes busquen brotes de genialidad.
Resulta irónico que quienes viven por y para la excelencia académica, en busca de un alumno brillante a cuya trayectoria añadir su firma, hagan la zancadilla a todos aquellos que apuntan maneras, pero no del modo que ellos quieren.
Es como buscar a otro Mozart a la vez que prohíben saltarse las normas.
Muchos alumnos creen que son inferiores porque el mensaje que les transmitimos es precisamente ese, y no nos damos cuenta de que las inteligencias son múltiples, y que no todo lo evaluable cabe en una tabla de excel.
Además de arbitraria e injusta, innecesaria: porque no sirve de nada, no es provechoso en absoluto, crear castas en función de los estudios. Es un acto irresponsable promover esa línea de pensamiento, por machista, por clasista, por retrógrada, pero sobre todo, por malintencionada.
Asociar las humanidades y su estudio a la esfera de lo irrelevante es dar la espalda al progreso. Sin conocer la historia somos marionetas, hámsters correteando en la rueda de nuestra jaula de tradiciones y rutinas, por muy cómoda y lujosa que ésta sea.
Sin literatura estamos condenados a desconocer aquello que no vivamos en primera persona, y a vivir una vida más pobre y penosa.
Sin las artes jamás experimentaremos la vivencia estética, siendo peleles al son de los poderosos.
Sin lenguas clásicas nos perderemos la magnífica sensación de vértigo que produce la arqueología de los vocablos; saber de dónde vienen las palabras es como indagar en un árbol genealógico: no te es indispensable para vivir pero descubres cosas que dan nuevas dimensiones a tu mundo.
Y la filosofía... en fin, sin ella seríamos aún orangutanes.
Porque la idea de que en Ciencias cuesta más aprobar que en Letras no es del todo cierta, y me explicaré con un ejemplo: para sacar un 5 en matemáticas hay que saber probablemente más de la asignatura que para sacar un 5 en literatura, filosofía o historia, sobre todo si tienes buena redacción y labia. Pero para sacar un 10 hay que saber más de éstas que de aquella, ya que además de saber tienes que convencer al corrector.
Y ya no entro en las traducciones de latín y griego, donde saber gramática no sirve si te falta intuición y muchas horas de práctica. Cuando un mismo verbo significa "ir, venir, llegar" y una página entera, escoger la acepción que se ajusta al caso concreto es algo que no se estudia.
En fin, no se trata de reivindicar una rama del conocimiento que se cuestiona por pura maldad o, en el mejor de los casos, ignorancia supina.
Se trata de reivindicar el tipo de ser humano que necesitamos para un mundo más justo.

SONETOS DE DESPEDIDA PARA MIS ALUMNOS DE 1º BACHILLERATO

SONETOS DEL ADIÓS QUE BAILA EL TANGO

Se agotan los cartuchos, ya es la hora,

pasó otro curso, presto, inapelable,

pudimos entonar el himno amable

de quien en la miseria es aún señora:

de una Fantín que, aun puta, es heroína,

de un Jean Valjean que huyendo salva vidas,

de un gris Javert que arranca sus heridas

mientras el fango agrisa y arruína

los nobles cercos donde no han sembrado

con suficiente ahínco los cimientos

capaces de hacer fértil un desierto,

por mucho empeño: es tuerto el corvo arado,

inútil cuando solo hay pensamientos,

y yerma la esperanza de lo muerto.

 

Hoy mi cabeza hierve: ya es verano,

hoy suenan las sonajas cual corceles,

vuelan como tornados los papeles

con los que apreso un ánimo inhumano.

Somos hijos del tiempo, brisas locas,

cuando queremos ver todo ha pasado,

nos quedan las canciones, buen legado,

para atrapar por siempre en nuestras bocas

momentos que nunca jamás pensamos

que irían a enmarcar fugaces horas,

pues no es humano mordisquear el marco

sino perderse mientras aún bailamos,

dejar que fluya el son de aves canoras,

soltar el remo y que otro mueva el barco.

 

Hace tres años que empezó este encuentro,

algo formal que nunca escogimos,

si la suerte va en uvas, ¡qué racimos!,

fue un gran flechazo, fuimos mar adentro.

No creo en Dios ni en el destino, ¡fuera!,

soy poco dado a cruces en el techo,

pero si hubiera dudas en mi pecho

podría pensar que a tal ser se debiera.

Un grupo majo, enorme, numeroso,

cada año vimos cosas diferentes:

bailasteis de mecánicos en Grease,

tocasteis de Mecano el llanto hermoso,

temas de Disney siempre aquí presentes,

sois de esos que siempre tocáis un bis.

 

Al empezar en cuarto llegó el cine,

quisimos hacer magia con baquetas,

vuestro talento amplió sus grandes metas

e hicimos lo imposible: ¡un alucine!

Tocamos un concierto interminable,

toda la villa os nombra con respeto:

cuatro horas de espectáculo al espeto

metidos donde el voto arranca el sable.

De allí surgió el granito que hoy desierta

las almas que aún esperan verlo hecho:

vuestro talento llena de coraje

al público que ahora aún despierta,

queremos ser capaces, un derecho,

que aún de lo izquierdo surge cual brebaje.


Un musical será el legado vuestro,

pa´recordar al público el gran lema:

amar, ser correspondido… gran tema,

sabed que cuanto os debo aquí os lo muestro.

En dos proyectos ya participamos

que llenan de alegría la vida, el alma,

os aseguro: lo mío no es la calma,

mas ahora pido papas: ¿descansamos?

La música es la mano que abre el globo

y luego queda flojo, sabe a poco,

te deja sed y hambre, te enreda,

parece en luna llena que eres lobo

buscando otra dosis como un loco,

quedas insomne: ya nada te seda.

 

Espero que, aunque caigan muchas hojas

en las paredes de vuestra cocina,

junio, julio… sea la música “adoquina”

de vuestro “dulce hogar”. “Si te despojas

de aquello que una vez te definió

vuelves a empezar, pero desde atrás”,

como dijo el otro, un Barrabás

de estos que en el mundo no escribió.

La huella de Cronos da acantilados

a las almas nobles, bravas, sinceras,

preocupación y dudas a las flojas,

retos a las de los enamorados,

vértigo a las zánganas y embusteras,

y a las demás: hojas, otoño y hojas.

 

Alumnas como tú he visto muy pocas,

Andrea Barreal, de gran sonrisa, noble

ser de alma calma, nunca hay prisa

donde descansa el mar, ni algas ni rocas,

refugio de inquietudes musicales,

estás siempre pendiente de mis clases,

admiro tu mirada, un as de ases,

busco en tu paz el fin de tantos males,

aspiro a ser mañana un buen recuerdo,

resuenan los xilófonos ausentes,

resume la hormiga trabajadora

el buen concepto que de ti no pierdo,

aunque las aguas vengan estridentes,

la luz que a ti se debe es siempre ahora.

 

Aunque en tercero fue cuando empezamos,

¡menuda suerte haberte dado clase!,

ambos veíamos que había base,

recuerda el árbol que tanto regamos.

Tus ojos, preguntando, siempre abiertos,

¡ay, Marta, cuánto voy a extrañarte!

Nicolino, qué apellido, cuánta arte,

igual que un faro guías en los puertos

cosiendo los destinos navegantes

o siendo musa y diosa en mente artista,

luciérnagas de vida son tus ojos,

ignore la guadaña a tus andantes,

no eres camino: eres mucho más lista,

olvide la hoz de ayer verdes matojos.

 

Admiro la nobleza que en ti habita,

Nayim, un ser grandioso como pocos,

admiro la humildad que encumbra a locos

y los acerca al sol que allí crepita.

Ignoro el horizonte que conquista

mediante su humildad un ser tan bueno,

parece que te dio Thor su fiel trueno

innato don que tú guardas en lista.

Admiro que la música te exprese,

no siendo aún mayor de edad siquiera;

iguala tu virtud a tu valor,

superas todo lo que mida o pese

triste sistema de balanzas, ¡fuera!

atiende: ser tu profe es un honor.

 

Palpita en el silencio de lo humano,

oscuro reino donde mora todo,

radiante luz que cura como yodo,

Andrea Pérez Vega, con su mano

nada es ajeno al don de su sonrisa,

discípula con aura luminosa,

risueño ser de luz y alma gloriosa,

encuentras la Belleza en cada brisa.

Admiro la valía de su afán,

presencio ahora sus logros entonando,

espero que los deje a todos secos,

rompiendo el silencio, alacrán,

en el que los prejuicios van flotando,

zurrón de aquel pastor de cráneos huecos.

 

Marta, tu voz resuena en este valle,

a veces con el tierno son del viento,

resquebrajando con el pensamiento

todo lo que el quizá robó en la calle.

Admiro tu talento musical,

respiras con la paz de los ayeres,

oír tu gaita: uno de esos placeres

de gran nobleza y rigor marcial.

Romper las normas es bucear

muy lejos, iguala tu talento a tu bondad;

guardiana de la caja de Pandora,

un día de estos nos darás reflejos

en los que sean escombros de Verdad

zahúres de Macondo, Fauna y Flora.

 

Permíteme escribir con letra arial,

alumno aventajado, todo ideas,

Pedro, aquel a quien sobran libreas,

el poeta con talento teatral.

Durante estos tres cursos descubrimos

radiantes melodías musicales,

oscuros timbres, voces guturales,

también guión y letras compusimos.

Aunque en el viaje dio algún salto el carro,

bueno es aquello que bien termina,

oímos tu voz llenando el escenario,

a ver qué es un alfarero sin barro:

demiurgo de palabras, soy de mina,

aplaudo tu talento aún sin erario.

 

Personas tan completas yo vi a pocas:

amiga que tanto en la noche alumbras,

remando con tu luz todo lo encumbras,

a no ser que abandones a las rocas.

Grandísima Marlén, me alegro tanto,

regaste tu teatro año tras año,

arriba te sentaste, y no sin daño,

nunca te rindas: ¿sirena sin canto?

Marlén, nunca dejes que el tiempo,

loco, arribe en tu ribera con cruel paso,

rescate el fiel recuerdo que este amigo

lamentaría perder si cae tu foco.

Espero que el Azar llene tu vaso,

nunca dejes de estar en paz contigo.

 

Paula, una mujer de armas tomar,

alumna con ideas, formidable,

respetuosa, valiente, adorable,

alguien en quien se puede confiar.

Permíteme decirte entre cuartetos

algo que aún la música no dijo:

un “gracias” tan enorme, un faro fijo,

lindando con “adiós”… he aquí sonetos.

Aunque diez años llevo despidiendo

personas que me marcan, entrañables,

lo admito: no me adapto a despediros.

Un curso pasa, os vais, yo os sigo viendo.

Los años aterrizan, crueles sables,

aquí estaré: siempre podréis veniros.

 

Prudente como nadie, silenciosa,

ocultas tu talento entre las sombras,

respeto tu actitud, pero me asombras,

perdona si te azoro, eres grandiosa.

Aunque quizá no lo sepas te admiro,

Rosalía, alumna trabajadora,

aunque no saltes se te ve aquí, ahora,

resuenas con la fuerza que respiro.

Oscuros pasos rasgan el cemento,

sangrando ideas rotas, por valientes,

abraza el ritmo con que el mar replica,

lima en tu mente todo pensamiento,

iguala como el cuarzo, piedra y mica,

aprieta con fuerza puños y dientes.

 

Perdóname el descuido en lo que sabes.

Ana, a veces se me complica todo,

respondo disculpándome del modo

artístico con rimas llanas, graves.

Tú eres la alumna que siempre me escucha,

inteligentes textos me has mostrado,

alucinantes mundos has creado,

no hay oro pa´ lo tuyo en ninguna hucha.

Amaneceres rojos he contado,

mas nunca como los que tú has descrito,

admiración y tiento, tantas horas,

recubre tu trabajo, lo he notado.

Ignoro si lo tuyo es logo o mito,

aplaquen tu descanso aves canoras.

 

Primero nos vimos en aquel río,

acuérdate del Zurria, fue el principio,

Noemí, nunca temí hacerte aquí un ripio,

oscurecido en este adiós impío.

Espero haberte enseñado cosas,

mil objetivos fueron los que vimos,

increíble tu atención, nunca tuvimos

disputas o problemas, solo ansiosas

aulas llenas de artistas teatrales,

sujetos de pasión tan desmedida,

interminable talento que brota

logrando convencer en sus cabales,

vidriosa condición de despedida,

a quien sin grifo ni agua aún ve la gota.

 

Primero fue Edith Piaf y su tragedia,

¿os acordáis de aquellos tresillos?

Recuerdo: tocábais entre visillos

por si os decía algo... ¡qué comedia!

A nuestra gira te apuntaste pronto,

recuerdo que lo hiciste así, María,

a eso yo le llamo valentía,

tienes aquí mi aplauso, así lo monto.

Imagino que repetir fue duro,

mas quiero imaginar que te ofrecí algo:

a mí me has dado fuerzas con tu encanto.

Representas con talento maduro

imágenes del musical que aún ahora canto...

Aquellas chicas guapas sin hidalgo.

 

Puso el destino tu voz en mis manos,

o al menos coincidimos, que no es poco,

recuerda de hoy por siempre que habrá un foco

y una bandera ondeando, ¡sí, hermanos!

Pondremos el Chivite de medio lao,

auguran los designios más humildes,

resquebrajamos versos, y con tildes,

al demostrar que esto ha calao.

Diana, no te olvides de los cantos

ilustres que hoy entonas con orgullo,

algún día futuro tendrán peso,

nacemos entre duelos y quebrantos,

ahuyente tu ternura al cruel murmullo

igual que ante el temor se queda tieso.


Pisa con tu dulzura toda vergüenza,

aplasta sin remilgos todo freno,

resuene, cara Nerea, el volcán lleno,

augure versos como allí en Provenza.

Nadie escuchó una voz tan delicada,

ese hilo que ata y ciega corazones,

runrún que calma y frena a los ciclones

en el momento en que tu voz pausada

alcanza el pecho de quien se adormece

justo entre lirios de loca espesura,

utópica voz de sirena griega

sostienes con rigor que enternece

tan solo a aquel que ama a la cultura:

oírte y no aplaudir: ¿gente tan ciega?

 

Pude ir descubriéndote con los meses,

¡oh, Sofía! tal es tu timidez;

risueña siempre me oyes, cada vez,

y participas en todo; no espeses

pase lo que pase tu gran frescura,

ante todo sé fiel a ti misma,

resuene el arcoiris en tu prisma

aumente con los libros tu cultura.

Sabes que el saber te va en el nombre,

oscuras lenguas griegas lo atestiguan,

fomente la juventud que en ti brota

ideas que no haya escrito aún ningún hombre,

artes que escapen de quienes santiguan

miserias de esas que caben en bota.

 

Permíteme decirte, Alba, cara,

algunas de las cosas que he pensado,

reflexionando sobre lo pasado

al ver que en tres años desenmascara

a esa tímida niña a la que al fin hable,

la alumna que en tercero conocí,

bailando, tocando lo que pedí,

auténtica fichaje, aún sin sable,

persona de una pieza, firme, noble.

Este es el fin de nuestro corto viaje,

respeta siempre el son que te acompaña,

es música aquello que en tu equipaje

zarandee tu espíritu o lo doble,

recuerda: no es la fuerza, es la maña.

 

Patricia, a ti te encuentro muy entera,

auténtica cantante, todo alma,

rompe el silente hueco, ya no hay calma,

aquel torrente tuyo, primavera.

Partes el aire con tanta ternura,

aunque los nervios corten tu garganta,

tornado ingobernable que encanta,

rozas el corazón con tu alma pura.

Inflamen las musas tu voz de diosa,

permítanos el tiempo ver lo que haces,

oigan los que te aplauden tus canciones,

riegue tu talento la tierra hermosa,

tuerza el duro crédito de rapaces

o conquiste por siempre corazones.

 

 

OS QUIERO UN MONTÓN!!! BUENA SUERTE!!!

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Breve relato sobre un Don Juan nostálgico y treintañero

BREVE RELATO SOBRE UN DON JUAN NOSTÁLGICO Y TREINTAÑERO

Ya no tengo ninguna duda: se acabó. Lo nuestro es imposible. Caput.Debo admitir que tardé en darme cuenta: al principio todo era nuevo, fresco, revitalizante; cada día que pasábamos juntos era más intenso que el anterior, todo eran descubrimientos, sorpresas: la promesa tácita de que podríamos estar hechos el uno para el otro y que tan sólo por un capricho del azar nos habíamos encontrado. Tropezado, más bien. Ocurrió aquella tarde de verano, tan extraña y a la vez tan embaucadora. Ya hacía tres meses que I. y yo lo habíamos dejado.Me sentía entre libre y desdichado, todo a un tiempo: al finiquitar aquella relación recuperé algunas de las renuncias más dolorosas que me había visto obligado a asumir para estar juntos. Eso me llenaba de vida, de energía: saberme soltero y libre, capaz de intentarlo con cualquier otra chica sin los remordimientos que arrastra la deslealtad.Pero había algo en mí que iba poniendo cada vez más pocho: quizá los domingos solitarios, siempre sarcásticamente soleados en medio de un cielo harapiento, lleno de nubes hechas girones. Quizá las noches en que regresaba sobre mis huellas a casa envuelto en la soledad del elefante que ha olvidado dónde estaba aquella vieja charca que saciaba su sed en épocas de sequía. Quizá el insultante poder del contraste amoroso: en cuanto uno se queda solo otra vez, parece que todos sus amigos empiezan a emparejarse y que las chicas dejan de ver algo aprovechable en ti. Sin embargo, cuando uno empieza una nueva relación parece que se recalificaran los terrenos y muchas mujeres empiezan a insinuársenos. No sé. La vida en solitario no se me da bien. Necesito compartir la cama, despertarme con alguien al lado, sentir otra respiración cerca. Me encantan las cenas a dúo y salir de copas hasta altas horas de la madrugada. Llevo mal llegar a casa y que no esté exactamente como yo la dejé, pero prefiero eso al eco de mis pasos en el salón, con la tele aún encendida, restos de comida en el sofá y tres o cuatro cubatas casi terminados repartidos a lo largo de la casa. La libertad que te concede la soledad no compensa el vértigo de los acantilados que se abren ante ti. Y cuando I. y yo lo dejamos, todo este remolino de ideas apresó mis sesos y comenzó a hacerme delirar. Ocurrió aquella tarde de verano, tan extraña y a la vez tan embaucadora. Nos conocimos de casualidad: me había quedado sin hielo y bajé a la gasolinera. Cuando llegué allí el empleado de siempre no salió a atenderme, así que salí del coche y entré. No había nadie a la vista. En cinco minutos noté cómo algo se movía al fondo del establecimiento: comenzaron a caer unas bolsas de Doritos y entonces la vi: tan guapa, tan misteriosa, con esos ojillos pequeños y redondos buscando auxilio alrededor, con las manos atadas a la espalda y una mordaza torpemente atada tras su cuello. Se arrastraba como un gusano a lo largo del corredor. Me acerqué a ella y la liberé. Me explicó que era su primer día como encargada de la gasolinera y que habían entrado a robar. El resto no hace falta contarlo. Cuando terminó su turno de esa tarde la fui a buscar, la invité a cenar y para mi sorpresa quedamos. Primera cita, primer polvo. Un diez. Ahí comenzó una fantástica relación, en la que descubrí que ella podría ser ELLA, la mujer de mi vida. Quizá, pensaba entonces. Poco a poco fui descubriendo que ella había estudiado Historia del arte, que procedía de una familia humilde con severas dificultades económicas pero que gracias a las becas y a sus buenas notas había salido adelante. También supe que su padre tenía problemas con el alcohol, que su madre era una beata ultracatólica que no comprendía la homosexualidad de su hermano menor y que su hermano ya había intentado suicidarse un par de veces. No tardó en contarme que ella misma había estado tonteando con las drogas de diseño y que, de vez en cuando, se metía un par de viajes para tener buenas “vistas”.Compartimos un par de experiencias químicas y debo reconocer que quizá se trate del legado más interesante que me haya proporcionado una relación. Yo también meto de vez en cuando. ¡Llámame nostálgico! Es otro modo de reencontrarme con aquellos recuerdos.Todo iba viento en popa, parecíamos la pareja más feliz del barrio, pero entonces, contra todo pronóstico, todo se vino abajo. La tuvo que cagar así de miserablemente. Nunca se lo perdonaré. Ni a ella ni a I. ni a ninguna de las anteriores. Siempre acaban jodiéndolo todo.Malditas mujeres. No puedo soportar recordar lo que me hizo: me llamó por teléfono, quedamos al mediodía, antes de comer, y justo cuando le iba a plantar un beso me suelta: “te quiero”.

Despedida de mis alumnos de 1º de bachillerato de Música, tras 1-4 años juntos. ¡¡Mucha suerte!!

Despedida de mis alumnos de 1º de bachillerato de Música, tras 1-4 años juntos. ¡¡Mucha suerte!!

SONETOS PARA DESPEDIR A MIS ALUMNOS DE BACHILLERATO, ALGUNOS DE LOS CUALES LLEVAN CONMIGO MÁS DE CUATRO CURSOS.
CON MUCHO ENTUSIASMO Y LOS MEJORES DESEOS, OS ESCRIBO ESTOS RIPIOS, ESPERANDO QUE EN VUESTRO CAMINO SEAN MÁS LAS ALEGRÍAS QUE LAS PENAS, Y QUE NUNCA JAMÁS RENUNCIÉIS A SER VOSOTROS MISMOS, OS DIGAN LO QUE OS DIGAN.
SONETADA EN TRES PARTES.

1ª PARTE: SONETOS PRELIMINARES

I

Me he puesto melancólico y profundo
un jueves tan oscuro como este,
y aunque no soy alguien que proteste
cuando las nubes cubren este mundo
quiero empuñarla fuerte y arrancarla,
a Excalibur, la espada encantada,
mordaza milenaria, a un yunque atada,
cogerla entre las manos y ahora alzarla...
Todo eso... o simplemente abrir la boca,
dar un pasito al frente sin caerme,
miraros a los ojos fijamente
y hablaros con la fuerza de una roca,
temiendo que la Parca ahora intente
llevarse mi valor, reblandecerme.

II

Cada año es diferente, todo crece,
nos vamos conociendo un poco más,
sabemos que todo lo que hay detrás
es tan sincero como se merece.
Vosotros vais creciendo, adolescentes,
ayer críos de parque, correteando,
pegados a la tele, investigando,
buscando en este mundo antecedentes;
hoy jóvenes satíricos, mayores,
en bici o en patín, en banco o río,
fumando o deportistas, no hay camino
que indique cuáles son o no mejores:
la búsqueda del yo es un desafío,
que cada cual madeje su destino.

2ª PARTE: SONETOS PERSONALIZADOS, UNO A UNO

III (PARA PACO BÓO)

Un músico increíble, inestimable,
alumno recto, amable, sonriente,
eres un tío que miras de frente
y nunca mientes... ¡eso es entrañable!
Gaiteiro, as de láminas, afable,
destripas partituras, muy prudente,
dispuesto a oír música diferente, 
sabes hacer que la baqueta hable.
Aquel sonriente y hábil fontanero,
que vi matando hongos tantas veces,
cobraba vida entre sostenidos,
sé que no soy (ni en broma) el primero
que reconoce, en todos los sentidos,
que eres un crack y un aplauso mereces.

IV (PARA FERNANDO ESTÉVEZ)

Pocos alumnos tuve así de firmes,
con un sentido del humor oculto,
que aflora cuando al fin dejas sepulto
pudor o lo inseguro que confirmes.
Estudias con talento y confianza,
se ve que tienes ases en la manga,
tú eres alumno bueno, ¡no se tanga
tan fácilmente a un profe y su balanza!
Llenas de ritmo salas y jardines,
también en el Entroido "tamegueando"
el saxo baila ritmos caribeños.
Alcanzarás con éxito tus fines,
mereces llegar muy lejos, Fernando,
serás la envidia de otros, pedigüeños.

V (PARA MARTA GONZÁLEZ)

Siempre has estado ahí, apoyo seguro,
dispuesta a echar un cable, y no miento,
alumna de ejemplar comportamiento,
orgullo me mereces; apresuro
palabras que se antojarán "de menos",
que por rimar quizá parezcan trucos,
mas, no lo dudes, odio a aquellos cucos
que roban huevos en nidos ajenos
para dejar perplejo al auditorio,
prefiero hornear mis bollos con harina
de esa que yo he pulido en el molino
donde la calidad no sea tan fina
pero sea cierto, y esto es notorio,
Marta, eres grande: sigue tu camino.

VI (PARA SERGIO PORTELA)

Un tipo duro, Sergio, un vaquero,
con tu mirada fría, insobornable,
metrónomo tocando, inquebrantable,
te he conocido desde aquel tercero.
Tardaste meses en sonreír un poco,
pero al fin te relajaste, no es malo,
y aunque ser profe a veces crea un halo
siempre me riñes cuando me "equivoco"...
Me alegro de haber visto cómo tocas
tras tres años, con tantos conciertos,
y confirma tu evolución el dicho:
puede el agua quebrantar las rocas
siempre que horade en los puntos ciertos:
la música... desde la cuna al nicho.

VII (PARA ANABEL ÁLVAREZ)

Alumna que, fugaz como la estrella,
conozco de hace meses y hoy despido,
un curso complicado, dirigido
a ver qué haréis mañana... una querella
que os mostrará que el mundo está muy loco,
y que currando remaremos fuerte,
eso os ayudará a engañar la muerte
de aquellos que se conforman con poco.
Tu voz fue todo un descubrimiento,
afinas con estilo y elegancia,
tienes sentido del humor, ¡¡y tanto!!,
puedes bailar de todo, y con tiento,
sabes mezclar barbecho y transhumancia:
el cisne no muere siempre con canto.

VIII (PARA DÉBORA ÁLVAREZ)

Contigo, cara Débora, me parto...
cambiaste en cada curso, mucho o poco,
a veces creí poder volverme loco
con esos gritos que dabas en cuarto;
al repetir cerraste aquella caja
de que los truenos huían, se escapaban,
y pues todos tu mejora esperaban
lo hiciste como nadie... ¡¡no hay alhaja
que pague tu trabajo en estos años!!
Alumna muy atenta y estudiosa,
simpática y con tu humana sonrisa,
a la hora de bailar no tienes prisa,
disfrutas con la chispa, no hay engaños,
eres tan auténtica y generosa...

IX (PARA INÉS FERNÁNDEZ)

Inés, qué dulce eres cuando llegas
a clase y sueltas gritos o reproches... 
siempre me acordaré de tantos broches
que tú colgaste en clases... al sol ciegas.
Tan dulce y entrañable, nunca altiva,
con los ojos abiertos como platos,
gobiernas con esmero y con zapatos
la nave que ya no va a la deriva...
Espero que no cambien estaciones
la personalidad que hoy atesoras,
eres fantástica, en serio, disfruta
la juventud que aún no os hace señoras,
recuerda que en la música hay canciones
con las que nuestra vida es mejor ruta.

X (PARA SANTIAGO CAÑAVERAL)

Un hippy con principios, con ideas,
un músico ambulante, sin carretas,
chamán de la locura, un juez sin tretas,
soplando la ocarina a Melibeas
que huyan del ruido o de aquellas peleas,
que aspiren a ser mucho más que tetas,
que busquen en el colocón de setas
un mar de calma, libre de mareas.
Un argentino nacido en Galicia,
un ser de espíritu libre y sereno,
más vago que campana sin badajo,
seguirte el rastro es vivir sin freno,
sabrás calzar caminos río abajo,
¡la música aniquila la codicia!

XI (PARA NELSON FERNÁNDEZ)

Alumno casi ninja, silencioso,
discreto en grado sumo, no lo dudo,
y aunque cantó el agudo, ¡¡él sí que pudo!!,
no lo hace con los focos, ¿temeroso?
Nunca ha faltado a clase, cumplidor,
respeta a los demás, buen compañero, 
escucha y toca, diestro baquetero,
es un fenómeno, es un embajador
de la tranquilidad que en todo aguarda,
del ser buena persona, comediante
capaz de disfrazarse por la noche
mostrando papeletas musicales
a quienes "duermen" - no tienen aguante -,
él sabe divertirse, no hay reproche,
no encontraré personas a él iguales.

XII (PARA RUBÉN PORTELA)

Una persona muy observadora,
sentado casi parece dormirse
cuando corcheas semejan derretirse
en partituras a primera hora.
Te mira con cierta expresión severa,
pero pronto deja caer la sonrisa,
es un alumno que no tiene prisa
pero tiene reflejos de primera.
Tiene muy claros cuáles son derechos,
aunque negocia todos los deberes,
es buen político, un delegado,
no da gato por liebre, hombre de hechos,
con sus ideas, no vende pareceres,
fue un placer haberte encontrado.

XIII (PARA JONATHAN PÉREZ)

Cantante de excelente voz, timbrada,
escalador de escalas de primera,
trabajador, y sin la lengua fuera,
perfecto ahijado para cualquier Hada:
no miente, es sincero y te demuestra
que cada clase puede aportarle
saberes y destrezas, recordarle
que la cultura en vida es llave maestra.
La pena: no haberlo conocido antes;
el orgullo: haber compartido un año;
la suerte: no haber obviado su don;
es Jony un Frank Sinatra, mas sin guantes,
no es engreído, cutre ni tacaño,
siempre echa un cable, está al pie del cañón.

XIV (PARA BRAIS GONZÁLEZ)

Otro alumno nuevo al que hoy despido
no sin antes aclararle, que sepa,
que aunque a veces yo soy lobo de estepa,
no hay más que cordero embravecido
cuando caen los ceros como nieve,
cuando las tareas se multiplican,
cuando las pirañas ya no pican
los anzuelos que secó, aunque llueve.
Es tímido y pausado, en principio,
está sentado y parece que escucha,
si le preguntas puede sorprenderte,
mas está claro que merece un ripio,
fue un placer vencer con él la lucha
que es un concierto: me alegro de verte.

XV (PARA EVA FLETE)

Mujer tan pasional como esta chica
difícil de encontrar, eso seguro,
gran pianista, llena de futuro
si sabe controlarse y no mastica
esa ira repentina que enloquece
a más de un profesor cuando le grita,
cuando se calma agita la varita
con la que el draco duerme y enternece.
Tienes un coco vivo, impresionante,
lo sabes, no malgastes tu talento;
con límites, desprecia al despreciable,
que en este mundo el que va por delante
a veces choca con el que fue lento:
la envidia nutre siempre al miserable.

XVI (PARA NEREA RIVERO)

Una escritora que cocina versos
como quien coge gotas de rocío,
cierra los ojos y muerde el vacío
sangrando la pasión de los conversos.
Alumna libre de todo prejuicio,
mujer brillante y queda, un apoyo,
adolescente, sabe que un escollo
no frena al buque junto al precipicio.
La música y el arte, tu cobijo,
lo sabes, no lo olvides, no hay problema
que no se aplaque, no hay ningún dilema
que nos domine; hasta el pesimista
más fiero y con discurso más prolijo
se rinde ante aquel dicho de optimista.

XVII (PARA MARÍA ÁLVAREZ)

Alumna que es gaiteira, ¡y de las buenas!,
capaz de interpretar en dos segundos
lo que otros no se aprenden ni en cien mundos,
con horas, meses y años en docenas.
Sabe que siempre ha quedado su sitio
pendiente del regreso esperado,
mas quiso que estuviese en otro lado
la musa que aún ignora qué es el Litio,
pero le sopla melodías al oído,
y sabe que María podrá cantarlas,
aunque sepa bailar y sea algo vaga,
no olvidaremos nunca quién has sido,
obviar a quienes son buenas se paga
tan caro que mejor sería grabarlas.

XVIII (PARA DIEGO DOSANTOS)

Es este un gran alumno, de gran talle,
muy buen oyente, escucha y no es mentira,
a veces parece que ni respira
y entonces le pregunto algún detalle.
Siempre dispuesto a echar en clase un cable,
cargó con el piano tantas veces
que casi es suyo, dirían los jueces...
Destaca su nobleza insobornable.
Me alegro de que escogieras mi clase
para afrontar con calma este año,
espero haberte aportado herramientas
con los conceptos, que sirvan de base
para escuchar con tiento, y no en rebaño,
la música que elijas y que sientas.

XIX (PARA ALBERTO FERNÁNDEZ)

Es un caso especial el de Alberto,
alumno a quien conozco de hace mucho,
sabe que lo aprecio, aunque no esté ducho
en las rutinas de etiqueta; ¿cierto?
A veces me sorprende siendo un crío,
otras demuestra mucha madurez,
y aunque conmigo ha despreciado el diez
sabe que sin mojarse cruza el río.
Cada año cambia un poco de perfil,
sorpresa tras sorpresa, se entretiene
jugando en clases, habla y no me atiende,
pero es buena persona: él entiende
las reglas de este juego: peón, alfil...
Y es único en su humor: ¡qué bien le viene!

XX (PARA LUCÍA GÓMEZ)

Alumna musical hasta el delirio,
capaz de tocar cosas imposibles,
parece que le aburren futuribles
que yo armonizo en clase... ¡qué martirio!
Me ha demostrado siempre que me sigue
cuando hablo en clase, aunque no pregunta...
a veces yo pienso: "¿de qué barrunta?"
pero siempre acierta, ¡¡no le castigue!!
Sonríe a escondidas, hay confianza,
se sienta atrás, donde no huele a tiza,
sabré acordarme de tanta ceniza
como dejé caer en Pontevedra
cuando tocó, y muy bien, ¡mujer de piedra!,
ante aquellos políticos con panza.

XXI (PARA ISANET MÉNDEZ)

Si una palabra me recuerda Isa,
quizá "fuerza", "ternura", "ideología",
una mujer que lucha y se vacía
si tiembla su ideario y no hay cornisa.
Recuerdo que en tercero protestaba
con gran convencimiento e ironía,
respetuosa siempre, ¡qué valía!,
cuando bailábamos cosas que odiaba.
Tres cursos compartimos, formidables,
me alegraré siempre de conocerte,
vales mucho, todo el mundo advierte
que en ti hay un mar de fuerzas entrañables,
un ser de luz y versos, gran coraje,
que no te cambien tiempo y ningún viaje.

XXII (PARA DENISE GONZÁLEZ)

Otro fichaje nuevo, ¡no llegan las tintas!,
alumna que todos los días destaca,
ya sea porque el chicle no se saca
o porque cuenta anécdotas distintas.
Alegre, con carácter, decidida,
no le gusta bailar, pero se esfuerza,
espero que el destino nunca tuerza
tu rumbo, y que venzas la partida.
Supiste aprender tus melodías,
tocando carrillones, bombardeando
al público con notas en cascada;
agradezco tu tránsito, marcando
con especial afecto esos días
que reías a pesar de la jugada.

XXIII (PARA BELÉN MORAIS)

Nunca te extrañaré lo suficiente,
Belén, con tu mirada tan tranquila,
transmites una fuerza que aniquila
todo mal, eres libre, una corriente
de ternura y paz, con tu voz sonriente,
alumna de prodigiosa paciencia,
¡¡cuánto valen (no cambies) tu inocencia,
tu silencio atento, no displicente!!
Con alumnos como tú, cuesta verlo,
el trabajo reduce su dureza,
con personas como tú el mundo es otro,
cada cosa demuestra su belleza,
con seres como tú, esto hay que creerlo,
la vida no es rutina ni certeza.

XXIV (PARA SARA VIZCAYA)

Su sonrisa, un regalo contagioso,
su voz, la carcajada redoblante,
no se le puede olvidar, ni un instante,
a nadie que ella tiene un don hermoso:
se transforma en lo que quiere, en la escena,
sabe interpretar papeles variados,
quienes la oyen se quedan encantados:
Sara hay una: no es abeja de colmena.
Le agradezco su vital alegría,
gran alumna: siempre se apunta a todo,
no me engaña con excusas manidas,
si no hizo los deberes no hay lodo:
una sonrisa libre, no es arpía,
fiel a sí y a todos: alegras vidas.

XXV (PARA MARINA NIÑO)

Una alumna magnífica, atenta,
pregunta cuando la asaltan las dudas,
fiera como atroces barracudas
si alguno con artimañas intenta 
derruir los castillos de arena
que con tanto esfuerzo ella diseñaba
sin pensar que el destino la engañaba
y da unos cambios raros de cadena.
Otra dama del teatro, ¡alucinante!,
da vida a sueños que otros escribieron,
ilusionando al que se sienta y oye,
logra que gente de atrás y adelante
viva con tal fuerza lo que allí vieron,
que no es raro que algún alma se abolle.

3ª PARTE: SONETOS EPILOGALES

XXVI

Resultan entrañables los momentos
que encierras entre versos y palabras,
resulta ilusionante creer que labras
el oído de quienes bailan contentos,
buscando, en vano, con miles de intentos
aquel agudo ingrato de Chenoa,
e igual que, río abajo, en la canoa
caemos en la estridencia, ¡¡qué portentos!!
No importa si afinamos más o menos,
es solo una cuestión de altura y nota,
me importa la actitud, el intentarlo,
nunca os rindáis ante el poder que agota
talentos aún del pueblo, recordarlo:
de héroes están los cementerios llenos.

XXVII

Me hacéis mayor, los años se acumulan,
y aunque aún no pesan rompen los bolsillos,
pues al andar despacio no hay tobillos
que aguanten con el peso de una mula,
y eso es lo que parecen los ayeres,
agrias cerezas que ahora rememoro,
nunca hallaréis ningún mayor tesoro
que aquel que se deshace en los saberes.
Cada año pasan muchos por mi clase,
y cada uno es único, especial,
a algunos de vosotros conocí
hace ya cuatro años... ¡qué desfase!
El hombre, un rutinario animal:
me regaláis más de lo que pedí.

XXVIII

Supisteis tocar juntos, como orquesta,
canciones que os gustaban, o no tanto,
crujisteis horas de ensayo y de canto,
llenasteis a un gran público, ¿molesta?
¡Qué va, sois grandes en vuestras empresas!
Lucháis desde la broma al arrebato,
sinceros como el lince, el león, el gato,
no os gusta que se pisen vuestras fresas,
horticultores libres del engaño,
me alegra haberos visto en este viaje,
se acaba lo que empieza, ¡no haya pena!
Sonreíd al "hoy" y al "siempre", no hace daño,
no habrá mejor abeja sin colmena
que la que lleve risa de equipaje. 

XXIX

Este curso pasó como un suspiro,
se agrieta el calendario muy aprisa,
es el ser joven como aquella brisa
que te despeina el alma en el retiro
de las canciones que oyes a escondidas,
dando la espalda a un mundo miserable,
capaz de sobornar, con euro o sable,
a quienes cambian céntimos por vidas.
Este curso se fue, pasó otro año,
espero disfrutéis en vacaciones,
sabed que no os olvidaré jamás,
pues tantas horas juntos, no en rebaño,
rompiendo las barreras del quizás
tatúan al pellejo emociones. 

PUES ESO, CHICOS, MUCHÍSIMA SUERTE EN LA VIDA, BUEN VERANO Y YA NOS VEREMOS.
¡¡¡LARGA VIDA A LA MÚSICA!!!

Nuevo texto: ENREDADO"

Nuevo texto: ENREDADO"

ENREDADO

 

(Este texto está pensado para ser proyectado y escrito en directo, ante el público, con tres audiciones simultáneas a su escritura. Se escribe el título en silencio, se empieza a escribir, y cuando se mencione a Mozart se inicia la audición de don Giovanni; cuando ésta termine se escribe la frase alusiva a dicha audición, para poner el vídeo de Schubert; cuando termine la segunda se hace lo mismo con la audición de Tiesto y la frase que alude a ella, de modo que nunca haya silencio)

 

Enciendo el ordenador. Cliqueo en el navegador. Va lento. Cliqueo otra vez. Aún no se abre. Otra vez. Sigue tardando. Veo el montón de apuntes en la mesa y me desanimo. ¡¡Puto trabajo de música!! ¡¿A quién le interesará el Krautrock alemán de los 70?! Parece que va. Ya está. Mierda, se han abierto de golpe tres ventanas. Mierda. Hay que seguir esperando. Veo por la ventana: hace un sol radiante.

Por fin. Abro el facebook en una, el tuenti en otra y youtube en otra. Pongo Mozart. Me relaja su música. Abro la ventana del facebook y ahí veo las novedades. ¡Vaya, mi ex se ha ido de viaje a Canarias! SE MORRERA!!!! No hay aún un botón de “no me gusta·”, que si no… Abro el tuenti y observo las novedades: dos peticiones de amistad, un privado y me han etiquetado en seis fotos, dos de las cuales ya las tenía. En una sale Esperanza Aguirre diciendo babosadas. Vaya novedad. Me envían una pregunta por el Chat: “q tal llevas el trabjo d musik?” ¡¡MIERDA, EL TRABAJO!!

Abro una cuarta ventana en el explorador y busco en la wikipedia: “KRAUTROCK”. Esto va a ser una mierda que te cagas. Se acaba el vídeo de Mozart. Abro esa ventana y busco una canción de Schubert: “La muerte y la doncella”. Me mensajean por tuenti: “??” Respondo que estoy ahora con el trabajo “menudo rollo d trabjo”. El facebook también empieza a pitar. Veo el reloj: ya llevo 40 minutos y aún no hice nada. A ver qué se me ocurre.

Abro una ventana nueva, la quinta, y busco mi correo electrónico. Pongo mal la contraseña porque me olvido de desbloquear las mayúsculas.

Me pasan un temazo de Tiesto por el Chat del tuenti. Lo pongo, mientras p0or el facebook me mandan otro mensaje “sales st find?”. Es mi mejor amigo. Olvidé que celebraría su aprobado en historia por todo lo Alto. Mierda. Llaman al móvil: un mensaje: “baja a la perra antes d q se lo haga en casa”. Dios, qué agobio. Veo a pie de pantalla y descubro que hay seis ventanas abiertas. No puede ser. ¿SEIS? Intento hacer clic en la sexta pero no puedo. ¿Qué ocurre?

El ratón no me hace caso. Lo muevo pero no me sigue. Observo con atención cada icono de la panytalla. Hay más de los que yo puse. ¿Cómo es posible? No entiendo nada. Sin que pueda evitarlo, un archivo de texto se abre en la pantalla. El texto dice lo siguiente:

“Enciendo el ordenador. Cliqueo en el navegador. Va lento. Cliqueo otra vez. Aún no se abre. Otra vez. Sigue tardando. Veo el montón de apuntes en la mesa y me desanimo. ¡¡Puto trabajo de música!! ¡¿A quién le interesará el Krautrock alemán de los 70?! Parece que va. Ya está. Mierda, se han abierto de golpe tres ventanas. Mierda. Hay que seguir esperando. Veo por la ventana: hace un sol radiante…”

 

 

FIN  ¿?

 

 

 

 

 

 

 

Las audiciones son estas:

MOZART, “Mask trio” - http://www.youtube.com/watch?v=nGDLDq2YFsk 

SCHUBERT, “La muerte y la doncella” - http://www.youtube.com/watch?v=RDJ-hepH53I

TIESTO, “Adagio for strings” - http://www.youtube.com/watch?v=B0PV_S4m6Ig

Había una vez un centro educativo como los chorros del oro...

Había una vez un centro educativo como los chorros del oro...

Había una vez un centro educativo como los chorros del oro, siempre estaba todo ordenado y limpio, no había charcos en el patio ni ruidos en los pasillos.

Era un centro normal, con gente normal, pero estaba siempre implacablemente impoluto: ni un papel en el suelo, ni un botellín de plástico tirado por ahí...

Había una vez un centro educativo que funcionaba como un reloj, todo allí estaba perfectamente organizado y seguía un guión previo.

Los profesores no llegaban tarde, los alumnos tampoco.

Había una vez un centro educativo en el que no se veían empujones ni discusiones, no había protestas ni engaños, no había corrillos ni zancadillas.

Entonces terminó el verano, y con septiembre llegaron los alumnos, los profesores, los padres de los alumnos...

En este centro educativo era normal escuchar de vez en cuando algún ruido, empujones, risas o algún grito esporádico, incluso a veces algún insulto.

Si te fijabas mucho podías llegar a interrumpir conversaciones entre cirujanos, es decir, personas que destripaban lo que otras hacían. Pero eran todo sonidos efímeros, que con la presencia del recién llegado se evaporaban sin dejar rastro.

Había una vez un centro educativo en el que los alumnos aprendían muchas cosas, trabajaban en equipo, se comprometían con el mundo que les rodeaba y demostraban cierto interés por la cultura y la ciencia.

No eran alumnos de otro planeta: existían. 

Tenían sus problemas y atravesaban una edad compleja, pero con los estímulos necesarios podían afrontar grandes empresas.

Estos alumnos, guiados por ciertos profesores, llevaban a cabo todo tipo de actividades creativas, artísticas... Llenaban las paredes de dibujos y fotografías, de textos y recortes...

Había una vez un centro educativo en el que todo esto ocupaba su espacio y no molestaba a nadie, porque la gente entendía que una pared llena de papeles no es un basurero, sino el testimonio de algo estético que tuvo lugar y que, de algún modo, se pretende retener cierto tiempo.

Era un centro en el que las paredes tenían mucha información, uno podía pasarse horas leyendo cosas que muchísima gente había trabajado con sus alumnos.

Pero siempre hay personas a las que esto no les gusta, les molesta, porque ante todo valoran el que la limpieza y el orden veraniego no sea sólo propio de esa época.

Por eso estas personas atacan a quienes se resisten a jugar a la plastilina sin mancharse las manos, por eso estas personas se reúnen para reñir y criticar duramente la actitud de quienes ponen en peligro el equilibrio que ostentan.

Instar a tus invitados de Nochevieja a que cenen rápido para lavar, secar y recoger cuanto antes tu vajilla de bodas no es realmente disfrutar de una cena.

Por eso la belleza de las actividades que engrosan el pasado inmediato está condenada a perecer aún antes de lo necesario: porque cuando a uno lo llaman invasor de espacios sin tener en cuenta que es obra de los alumnos, entonces lo mejor es recogerlo todo y no mirar atrás.

Había una vez un centro educativo en el que todos valoraban el trabajo de los demás, entendiendo que un centro debe reflejar la belleza que a veces contiene.

Había una vez un centro educativo que funcionaba como un reloj, sin reloj.

Yo quiero que mi centro sea ese, ¿tú no?

Nuevo poema, "In propriam oblivionem"

Nuevo poema, "In propriam oblivionem"

 

In propriam oblivionem
Voy al encuentro de las sombras /
donde fuman entre sábanas tras la erótica locura /
el Quizás, cobarde estrecha embaucadora, que te regala un horizonte que tú llenas con mentiras, /
el Pero, aventurero con reservas, que hace cojear cualquier mesa con su irresistible carcoma, /
y el Aunque, firme freno incombustible, ancla de la pasión, alud de Noes enquistados en la Conciencia. /
Voy al encuentro de las sombras /
donde duermen entre voces /
los adioses nunca dados, brechas humeantes que unen vientres distantes citándolos en oscuros acantilados, /
los abrazos evitados, rebeldía del "sí quiero" ante la fortaleza inefable del "no puedo", /
los besos imposibles /
y los sapos que se olvidaron de sí mismos. /
Voy al encuentro de las sombras /
donde el cíclope rechaza a la ninfa arrepentida que aún besa sus huellas, /
donde los ríos de sangre oscura abrazan tierras yermas de calor, dejando morir a los sedientos unicornios y pegasos, /
donde no siempre hay lugar para un Cuándo, /
donde nunca falta un momento para un Dónde. /
Voy al encuentro de las sombras / 
que engullen los nenúfares de Narciso, /
devorándolos por haber sido testigos de su amor solitario, /
deshojando su majestuosa belleza entre besos bravos, /
mordiscos apesadumbrados y embestidas tiernas como el canto de la mano que acaricia las paredes del placer redescubierto. /
Voy al encuentro de las sombras /
donde el erizo acurruca la vergüenza de saberse peligroso y protegido, /
donde el Recuerdo es un espejo terrorífico que nunca da el brazo a torcer /
y la Imaginación pierde todos los pulsos que le hace a la Experiencia, /
entretenida con absurdas pero apremiantes piedrecitas en el zapato. /
Voy al encuentro de las sombras /
donde un niño aún llora por aquel árbol de Navidad sin Navidad, /
donde un adolescente abraza la sombra de la que lo asombraba cuando aún con nombre no era del todo un hombre, /
donde un joven suspira por esa irresistible soledad a la que tanto ama, busca y necesita, /
el hombre que hoy recuerda esas lagunas donde nadan los monstruos del más hermoso y negro lago. /
Voy al encuentro de las sombras /
donde danza la chica a la que nadie sacó a bailar, /
donde siempre hay un beso para cada boca, /
donde brotan las palabras entre piedras y arrecifes taciturnos, /
donde nunca más resonará el asqueroso eco de la culpa, /
donde sólo habrá más sombras, sin silencio ni vacío ni recuerdos, sólo sombras. /
Y serán por siempre verdaderas, con sus besos y abrazos y caricias y mordiscos y embestidas, /
verdaderas, entre sombras. /

 

Nuevo poema, "Lo quiero"

Nuevo poema, "Lo quiero"

Lo quiero.

Quiero que tus silencios echen raíces entre mis muelas
y desde aquí sabré mecerlos
para ver brotar, redondas, las palabras nunca heridas
por los dientes que perdonan,
penitentes miserables que marchitan
la belleza de una gota,
solitaria en la hoja donde cuelga su vergüenza,
minúscula en la tormenta que gorjea entre sábanas sudadas,
desmedida en el vaso donde el odio sobrepasa
el límite de la mesura y lo humano.

Quiero que tus silencios echen raíces en mis encías
para que con ellos sepa los misterios de una falda,
los secretos de una mano que jamás señala,
los embrujos de unas yemas que rocían la mañana
con la efímera ilusión de oler tus hombros, cerca,
cuando el sol se resquebraja
y atraviesa el colador de las persianas
con el único fin de oler tus senos...
deja que la noche crea que nunca fuimos amantes,
que no nos amamos tanto, ni entonces ni nunca ni antes,
que no somos más que un casi,
la excusa que se usa por primera vez antes de ser un ex,
la mentira que confunde la amistad y otros estados
ya que no renuncia a estar, pero no se atreve a ser.

Quiero que tus silencios echen raíces en mi lengua
para dejar ya de oír el llanto ardiente del rufián
que se despoja de su dignidad a la vez que de su careta
al ver descubiertas sus maldades,
y no son éstas sino verdades que se ocultan bajo el pupitre,
entre las piernas,
tamborileando los dedos sobre la mesa,
redimiendo culpas al esculpir disculpas,
trazando tretas para tratar de tocarte,
dibujando tetas para calmar lo inconmensurable,
pintando garabatos que acorbatan mis silencios
y los visten de cumplidos en una noche de gala,
de promesas en una noche de bodas,
de propósitos en una noche sin noche,
de voz
de eco
de nada.
Sabré amoldar mis labios, llenos de aunques,
a los peros de los tuyos.
Sabré morder el polvo
donde yacen los versos olvidados,
las falsas palabras de amor,
los señuelos de tanta cacería
y, por qué no decirlo,
los añicos de verdad con que se maquilla tanta hipocresía.

Quiero que tus silencios echen raíces en los míos,
no porque te quiera,
no porque te desee,
no porque con tu presencia el canto del jilguero tiña de malva las noches de pizarra,
no porque un baile no es sólo un paseo musical en buena compañía,
no porque las voces perdidas en el desierto sigan buscando tu rastro
en cada piedra, en cada foso, en cada loma, en cada grano de arena...
quiero que tus silencios echen raíces en los míos
para que, juntos, se hagan ecos
tan sutiles, tan blasfemos, tan hermosos,
tan verdaderos,
que tan sólo tú y yo podamos compartir su belleza indescriptible.

Lo quiero.

La amistad

La amistad

Amistad.

 

Es difícil definirte,

es arriesgado aspirar a cercarte con palabras,

delimitar tu extensión,

sombrear tu perfil y decidir dónde terminas y dónde comienza lo otro,

lo que tú no eres.

 

Torpes letras,

complejísima emoción...

 

No intentaré diseccionar tu cuerpo con el bisturí del diccionario,

no me atreveré a bautizar a nada con tu nombre,

pero permíteme 

(permítemelo)

poner algún ejemplo de lo que claramente eres.

 

Esto eres,

tú, que te disfrazas con mil caretas y sonríes a los viandantes,

tú, que aprietas el pecho con súbito entusiasmo

en momentos muy intensos,

secuestrando alguna que otra lágrima,

humillando la mejilla,

moqueando a escondidas,

enmudeciendo la conversación,

estrangulando sin corbata

o empapando en llanto inconsolable las preguntas más absurdas

y dolorosas,

los terribles porqués de esta existencia humana,

que a veces, no obstante, llega a ser tan maravillosa.

 

Cómo plantearse en términos verbales

la existencia de algo que nos es tan íntimo,

tan propio,

tan necesario,

como tú,

Amistad.

 

Una fuerza que nos hace mover montañas,

subir a un ascensor muerto de miedo,

beber una copa de menos

o tres de más,

una energía que arrastra nuestras vísceras por el suelo mal empedrado

de esta vida,

y nos llena de cristales y metralla el vientre.

 

Esa inmensa ola de energía que tú eres,

amistad,

es capaz de colgar de las aspas de un ventilador

los intestinos de lo racional,

llenando las paredes de preguntas

y respuestas

y quizases,

remoloneando en el cómodo sofá de la procrastinación.

 

Tú, que desconoces el sabor de lo sencillo,

que ignoras totalmente cómo se siente entre las sábanas de la rutina,

que desprecias profundamente la convencionalidad 

y la atacas desde sus raíces más rabiosas,

eres en verdad todo aquello que podemos necesitar 

para burlar a la muerte

y justificar nuestra existencia:

si de algo se puede arrepentir un moribundo

es de no haber sabido tener ningún amigo de verdad, 

porque cuando se llega a esa terrorífica revelación

no queda salvación

ni extrema unción

ni nada.

Se va uno de la nada a la nada.

 

En mi mente,

al hilo de estas ideas,

una fotografía que no podría recordar sin emocionada voz,

un ejemplo gráfico de lo que realmente es la amistad:

un grupo de hombretones disfrazados de esquimal

deteniendo el tráfico a las cuatro y pico de la tarde

en una concurrida avenida,

a la puerta de tu casa,

y tú asomado a la ventana junto a Avelina

observándonos a todos ahí abajo,

contigo, tan cerca realmente,

con una carroza con forma de iglú

y pancartas recordando que aún estás

(y estarás aquí antes de lo que piensas, amigo)

con nosotros.

 

Porque aunque quizá te falten las fuerzas

para tirar de la carroza,

y aunque tu voz apenas asome por el filo de tu mentón,

y aunque aquel desagradable percance te haya sumido 

en cierta insoportable desesperación,

eres tan fuerte, 

tan grande,

tan importante para todos nosotros,

que realmente ningún otro pasó tanto tiempo en ese iglú

como tú,

ni en nuestras mentes,

Juan,

tú, que eres un amigo tan entrañable,

tú, que con tu humor sagaz siempre alegras la vida de todos,

tú, que llevas mejor que nadie las cuentas

y pagas por adelantado, con generosidad,

tú, que aunque no desfilaras con nosotros

fuiste nombrado, visto, recordado

por todo aquel que viera nuestro iglú.

 

Amistad,

palabra ambiciosa e ineficiente al mismo tiempo,

idea tan humana que no hay dos que la vean igual,

Entroido,

o el tiempo que cabe en un beso,

o los besos que no se han dado aún por falta de tiempo,

o los dados de hielo que besan el vaso

que beso antes y después de cada nuevo beso.

 

Somos tiempo,

si olvidamos lo que somos

dejamos de ser,

si olvidamos a quienes son tanto para nosotros

perdemos algo esencial en nuestra vida...

Y aunque en el Entroido las máscaras asfalten rostros,

bajo cada careta debe haber,

siempre,

una voz que nombre a alguien,

unos ojos que nunca dejen de verse

y una boca que desee.

 

Somos deseo,

somos tiempo,

te necesitamos,

Amistad.

 

(poema dedicado con especial afecto a Juan, para que se mejore y pronto vuelva con nosotros; también se lo dedico a Avelina, mujer luchadora como ninguna, y a todos los amigos de la carroza del Puti-glu, que tanto nos divertimos a la vez que homenajeábamos a nuestro amigo; ¡que viva el Entroido!)

Juego literario: ¿qué DOS declaraciones de amor hay en este poema?

Juego literario: ¿qué DOS declaraciones de amor hay en este poema?

Dos declaraciones de amor sin respuesta

¿Cómo podría expresar con palabras su felicidad aquel que al fin descubre,
entre tantas horas de urticante soledad, la
impagable armonía en que me sume tu voz,
amigo que me observas con muda atención, tú que
me comprendes entre tantos devaneos, al
calor de un aquí y un ahora en que finalmente brilla alegre el sol,
astro tiránico que a mis enemigos ruboriza?

¿Cómo podría agradecerte tu fiel escucha,
amigo recién hallado, alma gemela que me regalas el
oído mientras canto mi lamento,
el mío, yo que soy desde siempre un solitario joven que
desconoce el amparo de un amigo, y que enojé a la celosa Hera
con mi engreimiento juvenil, no 
sabiendo que el crimen lo paga incluso quien la norma ignora?

¿Cómo podría agradecerte tu sonrisa? Eres el hermano que oye
este llanto caústico, fruto perenne de mi
astillado corazón, ánfora tosca en la que encierro un canto
que nadie más ha intentado escuchar. Este
terco hombre que ahora ha descubierto el amor,
sentimiento menos divino que humano, no
olvidará nunca la atención con que mi sufrimiento se aminora.

Buscaré entre las ramas de ufana juventud el 
verdor con que cubrir tu amargo llanto;
te regalaré de ahora en adelante cada soplo que 
aflore de mi pecho; detendré mi
respiración si con ello escucho tus palabras; vestiré una bandera
en la que todos vean que al fin mi alma es blanca,
lloraré cada segundo si con ello este barco sus velas iza.

Nunca te seré ajeno, amigo de mi alma; mas te pido una sola cosa: detén
la angustia de mi espera, abre tus
labios tensos y libera tus palabras; alegra con tus andares
el erial de mi alma, estas tierras yermas, llenas 
del más horroroso misterio: mi 
pecado imperdonable, mi desierta vida.

Yo sabré amarte más allá de
lo concebible; sabré escombrar mi pasado de sombras
sobre las que dancen los placeres del presente, y
prometo ser tus manos y tus brazos, llenaré los huecos
que oscurezcan tu mirada, seré la caries
de tus penas, las aplastaré con una felicidad nueva y profunda.

Sigo viendo tu mirada, relampaguean en
tus ojos los destellos de la ilusión naciente; el
ahora nos promete un mañana con más carne que hueso,
la sonrisa puebla tu cara risueña, pero lo que
sume a mi conciencia en un dolor creciente que ahora late
es ese silencio tan molesto, un tizón ardiente que golpea mi alma,
la sospecha más infame, una pena tan fecunda...

¿Por qué cuando tanto entrego, me ves aquí (criatura perdida),
aun quebrando mi semblante con tan cruda exposición, en
lo alto de este prado, asomando a esta agua tibia, tus
labios hablan tan bajo que tus palabras, esquivas, no son sino las huellas
de una voluntad que no sé afín a la mía, sin
aviso, sin verdad, como pidiendo una despedida?

¿Por qué no dices lo que piensas, ya
que tanto ves mis ojos, ya que
yo te soy sincero, desnudando no
mi cuerpo, que lo haría, sino lo que me
es más caro y más terrible, mi espíritu atormentado, esta soledad que escuchas
que tantas horas de tortura me cosió en las sandalias? Ahora dime,
amado hermano, amigo ingrato, amado frío, algo
que sacie mi sed de palabras, al
menos dos, valdría una, dame una al menos.

Si no soy más que uno más, insulta
mis brazos de mancebo, ataca mis
hombros de hombre sedentario, escapa a mis besos
de corcel herido, huye de todo lo que darte pueda, mas
concédeme una palabra, atiende mi llanto desesperado, dame
un monosílabo que recordar, un eco de esta dicha, uno
solo me es suficiente; te lo ruego, si no me hablas ¡muera antes!

Un silencio como este es un elefante que pisa,
una tras otra, todas las flores que mis
palabras por ti ha regado; soy un ave sin sus alas,
un amante sin respuesta, un adiós que no fue antes un hola; mas
no desisto tan rápido, porque aún sin alas mi valor vuela,
hallando que no vivirás más si no es conmigo.

Un ardor como el que ahora mis entrañas hiere
es mayor de lo que mis
padres me enseñaron a soportar; y pues estoy harto de que me intenten seducir con sus pechos
todas las damas que a mi paso hallo, (no con intención de verlas, mas
huyendo de su lujurioso tacto), que sepas que a su límite mi paciencia toca
al ver cómo ignoras mis
palabras... ingrato amante, amigo de mi alma... ¡he aquí mis senos!

Caigan las ropas que mi cuerpo cubren... a ti me ofrezco como aquel a quien patea
la ignominia del silencio que sucede a mi
confesión... He aquí mi joven vientre,
veo que me observas fijamente, y que al igual que yo te desnudas... ¡Seamos
uno, amémonos por siempre, al fin reaccionas! He aquí, tú y yo, ¡amantes!

Cae al agua el apuesto joven, di
si crees que el castigo no fue suficiente... ¿que
se lo buscó él primero? Nada impide a que el amor un
buen día triunfe entre jóvenes; mas... ¿en qué día
se podría consentir, hermosa Eco, que el amor atase a un vivo a quien no diría de sí mismo "existí"?
Un castigo como el suyo es parecido al tuyo, hermosa ninfa, algo tan cercano 
como ver en su reflejo amor y al tiempo un enemigo.

"Es verano", nuevo relato

"Es verano", nuevo relato

Es verano.
Abres la cartera: el DNI, la tarjeta sanitaria, un par de tiques, tres fotos de carné y algo de dinero. Dos billetes de 5 euros medio rotos, uno de diez y cuatro monedas. Suman 23,70 euros.
Cierras la cartera. La guardas en el bolsillo.
Coges una caja de tabaco medio aplastada y la abres. Hay truja. Buscas un grinder en los bolsillos... No hay suerte. Buscas papel de liar... Mierda, no hay Rizzla. Te conformas con los tres papelitos que quedan en el cartoncito de OCB que encuentras en el bolsillo de detrás del pantalón.
Te lías un porro.
Fumas.
Un humo espeso y con cierto sabor a madera seca te hace toser al principio, pero insistes y finalmente te acostumbras a su tacto.
Cierras los ojos y reclinas la cabeza hacia atrás.
Te estiras un poco.
Es verano. Tienes trece años y tus amigos del colegio se han cansado de burlarse de ti. Con el final del curso y la playa las tensiones acumuladas a lo largo del año parecen absurdos resentimientos innecesarios.
Tu verano será muy diferente al suyo. No hay dinero. Papá ha perdido su empleo y mamá sigue en su línea habitual... Malditas tragaperras.
Trabajas paseando los perros de las vecinas, haciendo recados y ayudando a carga descarga en un almacén.
Es verano.
Por un momento deseas que termine agosto y empiece de nuevo el curso.
Pero Pedro está ahí, esperando por ti. Con sus puños de matón, hijoputa, seguirá haciéndote odiar los recreos.
Pero eso ya acabó, porque es verano.
Das otra calada, muy intensa. Abres los ojos.
Notas un hormigueo en la punta de la lengua. Esta mierda es cojonuda. Te encanta.
Buscas con la vista alguna ventana abierta en la habitación. Nada. Todo cerrado a calicanto.
Das otra calada.
Es verano.
Los teléfonos móviles aún no existen, al menos no de forma generalizada, y llegas tarde.
Quedasteis a las cinco en punto y ya van para las y cuarto. Aún te quedan diez minutos, suponiendo que aparques sin dificultades.
Tienes 21 años.
Marta no es de ese tipo de chicas que esperan pacientemente. Igual ya se ha marchado.
Logras aparcar y cuando estás a punto de llegar a la puerta del centro comercial te la encuentras de espaldas, marchándose.
La alcanzas por detrás, apoyando tu mano derecha en su hombro.
Se gira. No es ella. Te confundiste.
Te disculpas y retrocedes. No está. Se fue.
La has cagado.
Sigue siendo verano.
Te quemas un poco los labios al llegar al final del porro y eso te fuerza a abrir los ojos bruscamente, regresando al cuarto donde estabas, sentado en una esquina, con la mirada perdida en medio de un terrible caos.
Te levantas, das un par de vueltas en círculo.
Vas al baño.
Te lavas las manos.
No sale.
Sigues intentándolo.
La jodida sangre no sale. Ni de las manos ni de la ropa.
Te quitas la ropa. Toda.
Te sientes sucio.
Asqueroso.
Abres el grifo del agua caliente de la bañera y esperas a que se llene, ahí, en pelotas, medio sentado en el bordillo de esa jodida bañera del año de la polca, con unas horribles cortinillas que se enganchan y rompen al tirar de ellas.
Buscas una toalla. No hay.
Al menos no limpia.
Regresas al cuarto escuchando de fondo el agua. Es relajante, un sonido muy relajante.
Coges la sábana de la cama: está sucia, no te vale.
Buscas en el armario, por si hubiera alguna de recambio.
Nada.
Echas un vistazo general.
Menuda mierda.
Vuelves al baño. Te metes en la bañera. Echas jabón en la mierda de esponja que hay, y te limpias un poco.
No sale nada de sangre.
De un modo frenético e incontrolable, empiezas a rascarte con lo que te queda de las uñas (siempre te las comes, algún día te harás un muñón... ¡cállate, mamá!), y cuanto más lo haces más sucio estás. Sigues y sigues. La bañera se tiñe de un rojo tan oscuro que casi parece violeta.
Paras de repente. Respiras hondo. Muy hondo. Apoyas la cabeza en la pared y, con el grifo aún abierto, te dejas escurrir poco a poco, hasta que el agua te cubre la mitad de la cabeza.
Es verano. Este año papá sabe que tendrá que cumplir lo que te prometió: si apruebas todas te llevo al parque de atracciones.
Estás más ilusionado de lo habitual en ti, un niño de 8 años con problemas de relación. En el cole no saben cómo canalizar tu energía para sacarle provecho. En esta época el sistema escolar no daba nombre a tu caso, pero si nacieras 20 años más tarde el equipo de orientación se devanaría los sesos para decirles a tus padres que lo tuyo no era normal, que necesitabas una atención especial y especializada.
Es verano.
Tus ilusiones se posan en el boletín de notas que te da la tutora, que con su firma enorme y de letras redondeadas da validez y precio a un curso de esfuerzos.
Al llegar a casa papá las lee con orgullo en voz alta, asignatura por asignatura, comentando la importancia que tiene estudiar para el día de mañana ser alguien de provecho.
Esperas ansioso a que diga la frase mágica.
Se te acerca y te dice: Hay que celebrarlo. Hoy comeremos fuera de casa. Te da una palmadita en el hombro y se va al baño. Así. Sin más.
Sacas la cabeza de la bañera. Sigue cayendo agua. Cierras el grifo. Te incorporas.
No hay forma de limpiar la sangre.
Te rindes y optas por ponerte ropa por encima.
Te diriges al salón, esquivas los bultos del suelo y te acercas al armario. La camisa te queda un poco apretada, pero te la pones.
El pantalón no hay forma de ajustarlo, así que te coges un cinturón y, sin ser capaz de cerrar el pantalón, sujetas firmemente el cinturón por encima. Así seguro que no se cae.
Vas al baño otra vez. Te peinas. Te echas un poco de colonia.
No te convence pero peor es nada.
Vuelves al salón. 
Tienes sed. Y mucha hambre.
Esta mierda es de la buena.
Abres un cajón y encuentras una bolsita con coca.
Sacas el DNI, te haces dos rayas. 
Maldita sed.
Abres el mueble bar y ahí ves una botella de whisky.
La abres. Te bebes un par de tragos, directamente de la botella.
Te sientas sobre la cama. 
Observas la escena.
No te gusta. Estás incómodo.
Te tumbas en la cama, en diagonal, panza arriba, y clavas los ojos en el techo.
Hay manchas de humedad. Lamparones enormes y alguna grieta.
Es un cuarto muy cutre. Ves las tarifas en la hoja de propaganda: 45 euros una noche, desayuno incluido.
Normal.
Un hotelucho de mierda en un pueblo de mierda.
Cierras los ojos.
Es verano. 
Marta y tú empezáis a salir. Ella tiene 17 años y tú 19. Te sientes importante. Ya tienes novia. Que se jodan esos cabrones que tanto se reían de ti cuando te veían caminando solo por las calles del pueblo.
Es una tía maja, con una cara normalita del todo pero unos grandes ojos que te vuelven loco. Su risa es contagiosa, y aunque es una chica muy seria para algunas cosas te trata bien en el catre. Lo hace muy bien. Sabe lo que te gusta y lo hace todo de buena gana.
El hecho de estar un poco gordita ayuda a prevenirte de celos y cuernos, ya que las modas apuntan a otro perfil de chica. Mejor para ti.
La conoces desde siempre, por lo que ya tenéis mucho camino avanzado.
Te sientes, por una vez, querido. A salvo de la horrible soledad que tanto conociste antes.
Os queréis, es un amor adolescente. Parece que todo durará eternamente, que no necesitáis nada de nadie y que el mundo está hecho a vuestra medida.
Es verano.
Por fin te gusta esta estación.
Llaman a la puerta. Abres los ojos. Servicio de limpieza. Los mandas al carallo. Pides diez minutos para recoger tus cosas e irte.
Se marchan.
Te incorporas.
Todo está patas arriba. Te ves las manos: tienes heridas, tienes mucha sangre, te duele mucho el hombro derecho y no sabes por qué.
Das un par de pasos. Descubres en el suelo dos montones bastante grandes, con mantas encima.
Sientes una punzada en el estómago. Te da un apretón. Corres al baño. Te sientas en el trono.
Estás algo mareado. Piensas.
Es verano. Mamá sigue yendo a rehabilitación para superar su ludopatía. Ya se fundió los ahorros de papá, los de la tía y los de la abuela.
La familia está que trina con ella, pero no pueden hacer nada. Está enferma.
Te sientes muy solo. Llegas de clase un día sí y otro también, con ganas de contarle a alguien algo de lo que has hecho, de lo que te ha ocurrido ese día, pero no hay nadie que te pueda escuchar.
A tus quince años sabes que eres un adolescente complicado, con tus necesidades, pero ni tu madre está para monsergas, ni tu padre está en casa, todo el día trabajando en lo que le sale al paso.
Es verano.
Quedas con algunos compañeros de clase para hacer un trabajo de recuperación para septiembre en la biblioteca. En el camino de vuelta te lo encuentras. Pedro te espera con los brazos cruzados. No le ha gustado que lo delataras al jefe de estudios por haberte pegado en el recreo, y te va a caer otra. Lo sabes. Se acerca a ti y te coge del brazo, te lleva a empujones a un callejón y saca de su bolsillo un porro recién liado. Fuma, te ordena. Fúmatelo entero o te parto la cara.
Fumas. 
Nunca antes lo habías hecho, así que toses una y mil veces. Cada vez que toses, Pedro te golpea en la cabeza, con la palma de la mano abierta. Cada vez más fuerte.
Fumas con ansiedad, sin saber muy bien cómo tragar el humo, cómo soltarlo por la nariz o por la boca... Toses frenéticamente. Te golpea una y otra vez. Acaba dándote un puñetazo en el estómago, y cuando doblas te parte los morros. Ya en el suelo, te da un par de patadas y se aleja, riendo.
Tiras de la cadena. Te levantas muy mareado.
El baño apesta. Ahora de un modo que no sabes cómo arreglar. Entre la sangre y lo que acabas de dejar crees perder la perspectiva.
Te acercas a los dos bultos.
Apartas las mantas. Un impacto te tumba para atrás. No te puedes creer lo que ves. Dos cadáveres. Un hombre y una mujer.
Tienen una brecha enorme en la cabeza, probablemente hecha con un palo o similar.
Tu corazón late tan rápido que no sabes muy bien qué hacer.
Te lías otro porro. Lo enciendes. Está muy fuerte pero lo necesitas. Te bebes un par de tragos de whisky.
Te duelen los ojos. 
Abres las ventanas, necesitas algo de aire. Observas a través de la ventana y ves que abajo, en la acera, hay un grupo de gente rodeando un objeto. Cuando te asomas miran arriba y te ven. Te señalan. Una mujer chilla. Te asustas y cierras la ventana.
Estás muy acelerado.
Te acercas a los dos cuerpos, están boca abajo. Es extraño, parece que los pusieran así adrede.
Giras el cadáver de la chica, una mujer de unos 30 años. Cuando ves su cara te quedas sin respiración. Es Marta.
Es verano.
Llevas ya tantos años en esta celda que no sabes muy bien cómo pasó todo.
Tienes ya 59 tacos y en el centro te consideran una autoridad, no tanto por tus habilidades sociales como por tus antecedentes penales.

Tienes 31 años. No lo sabes aún, pero Marta ha quedado hoy con otro hombre para cenar y, ¿quién sabe?, disfrutar de una romántica noche en algún hotel. 
La vida en la gran ciudad no la llena tanto como ella había pensado. Después de vuestra ruptura se aleja todo lo que puede de ti y trabaja como dependienta en una tienda de ropa.
Buscando en las redes sociales se agrega a un grupo de antiguos alumnos de vuestro colegio. 
Adivina por dónde hace buenas migas con Pedro, que ahora se gana la vida jugando profesionalmente al golf - con lo bruto que era...

Es verano.

UN SECRETO, nuevo poema

UN SECRETO, nuevo poema

Dímelo

Dímelo ahora o calla para siempre.

No dejes que las horas echen tierra
sobre mi cadáver,
un fiambre aún latiente,
cálido,
un cuerpo en el que los gusanos
de la desesperación
aún no han hincado el diente.

Dímelo
de una vez.
No sigas callando.

Termina con esta farsa.

Tus ojos saben que quieres decirlo,
tus pasos saben que puedes querer decirlo,
mis manos saben que tus pasos lo dicen,
por tanto: dilo ya.

¿A qué esperas?
Nunca te serán tan lastimeras
las palabras de otra amante,
nunca una voz humana podrá rozar con tanto ahínco
las entrañas del Averno.

Dímelo,
al menos una vez,
al menos al oído,
nadie más sabrá que lo has hecho,
será nuestro secreto,
dilo,
por favor,
¿un llanto como el mío no es pago suficiente?

¿Así me pagas tanto esfuerzo?
¿Así tantas horas de desdicha?
¿Tan ingrato puede mostrarse 
el que yo consideraba un corazón sincero,
puro, limpio?
¿Eres capaz de seguir sin darme una sola palabra?
¿Y sigues creyendo que yo te seguiré?

Si no me miras,
si no te giras para dejarme hallar en tus ojos
una excusa para no detener mis pasos,
si no me das una razón para seguir
amándote,
si no me dices cuál es tu secreto, 
si no me explicas qué condiciones te puso ella,
si no me regalas el cincel de tu lengua
y no tallas un poco mi alma
acariciando mis oídos
con el aire que masticas,
si no me soplas junto a la oreja
unas sílabas untadas en ambrosía,
si no me llenas con tu lengua
ni con tus versos
ni con tu canto...

Entonces,
yo te maldigo,
te maldigo aquí y ahora,
te juro mi odio eterno y te destierro de mi alma.

El ostracismo donde esperan los condenados,
la diáspora que habitan los exiliados de su patria,
los castigos del divino Zeus, eternos e inexorables,
esos serán a partir de ahora tus hogares.

Que el llanto que mañana
aquí te aguarda
sea para siempre
compañero de tus pasos; 
que el grillo que apresa
sueños
encadenando sus pies
a los de los otros presos
cacaree al amanecer,
y
junto a mi putrefacción
se pegue a tu hermosa lira
por siempre
jamás.

Ya que no me hablas,
déjame morir tranquila;
ya que no me miras,
vete a aquel mundo
en el que pudimos ser felices.
Ya que así me ignoras,
Orfeo,
dime al menos
adiós.

(fragmento de la ODA DESESPERADA, en la que Eurídice se enfada con Orfeo ante su negativa a hablar con ella o dirigirle una sola mirada, en el proceso de ascender de los Infiernos. Justo después, él se gira - incumpliendo el mandato de Hades y Perséfone, y ella regresa al mundo de los muertos para siempre)

Los mejillones rabiosos cacarean mientras cambia la marea

Los mejillones rabiosos cacarean mientras cambia la marea

Últimamente he pensado mucho en esas personas que forman corrillos y comentan la jugada, esas personas que se creen justas y necesarias (parafraseando al otro), que se entretienen cuestionando cada paso que dan los demás, y que (al igual que los comentaristas de los juegos olímpicos en las especialidades de gimnasia rítmica y artística) no escatiman en detalles para sacar punta de todo cuanto les rodea.

Digo "rodea" y digo bien, porque son árbitros de partidos en los que nunca han tocado una pelota, nunca se benefician de los goles de ningún equipo, nada les va en que el resultado sea uno u otro, pero inevitablemente necesitan ver para comentar...

Últimamente he visto y leído historias que me recuerdan a este tipo de personas. Se me vienen a la cabeza varios títulos que están íntimamente relacionados entre sí: El tirano, el luthier y el tiempo por una parte, fantástico cuento ilustrado; por otra parte, La vida de los otros, una magnífica película que me ha hecho pensar (y mucho) sobre ciertas formas de vivir la vida.

El cuento, del que ya hablé en otro artículo de este blog, trata la historia de un tirano que pretende dominar a sus súbditos sabiendo qué hacen en cada momento, en cada instante, segundo a segundo. Para ello pide a los inventores de su reino que le den un medio que se lo permita. Tras muchos intentos fallidos, un músico ambulante le da un metrónomo. Cada vez que él lo detenga, el tiempo se parará, y podrá visitar las casas de todos sus súbditos para ver lo que hacen, analizar lo que piensan, deducir lo que sienten... Obsesionado con el invento, fue envejeciendo a un ritmo rapidísimo, mientras los demás seguían igual (el tiempo estaba detenido a cada rato, pero sólo para ellos: para él seguía transcurriendo). En unas semanas murió de viejo.

Las redes sociales (Facebook. Tuenti...) nos permiten acceder instantáneamente a lo que hacen, dicen, piensan... personas a las que a lo mejor no vemos cada día. Esa información SIMULTÁNEA es un ardid tecnológico que nos acostumbra a tratar a nuestros contactos como si fuesen tamagochis o SIMS, ya sabéis, esas criaturas a las que hay que decir paso a paso lo que deben hacer para que no se nos mueran. 

El problema que veo en las redes sociales (y debo admitir que soy un consumidor empedernido de Facebook y Tuenti) es que fomentan el ser cotilla, el chismorrear gratuitamente sobre vidas ajenas, el señalar con el dedo y con el puntero, para meterse en un cínico juego de luces y sombras, jugando con la información que se tiene, con la que se supone que no se tiene pero se tiene, con la que se tiene pero queremos hacer creer que no tenemos...

Vaya, que lo de Radio-patio se extiende como la pólvora, y este tipo de personajes tan dados a dimes y diretes se relame las heridas cada vez que abre su muro y comienza la exploración.

Unas heridas que no se curarán nunca, porque entre sus pasatiempos favoritos está precisamente el evitar que se cicatrice ese dolor que tantos motivos le da para chismorrear. 

Es un entretenimiento sádico que me hace pensar en el castigo de Prometeo (atado en el Cáucaso por ofrecer el fuego de los dioses a los humanos, cada día un buitre devoraba su hígado, que mágicamente se regeneraba durante la noche, para ser devorado nuevamente), y en ese afán de dar pena bajo los focos del escenario, para seguir tramando entre bastidores.

La película es una preciosa fábula sobre la supresión absoluta d libertades a que lleva la dictadura del comunismo. En ella, vemos a un agente de la STASI encargado de vigilar día y noche a un escritor cuyo piso estaba lleno de micros y cámaras, con el fin de averiguar su postura ideológica. A lo largo de los días el agente va descubriendo un mundo de emociones que desconocía, empatiza con el vigilado y acaba protegiéndolo del régimen, transgrediendo las normas y asumiendo el consecuente castigo.

Una película en la que vemos a un personaje atormentado por algo que nunca antes había conocido: la duda. El no saber qué artículo consultar en la ley para solucionar un problema, el no tener a mano una directriz clara que se adapte a cada imprevisto, el no saber qué hacer ante la maravillosa impredecibilidad de esta vida que siempre nos sorprende.

Este personaje llega a enamorarse de lo que ve, llega a conocer el calor de la compañía, una compañía que le es ajena (ya que es unidireccional: ellos lo acompañan a él, que los observa, pero no hay reciprocidad). 

Este personaje rompe su cascarón de convencionalismos, deja atrás su pasado, deja atrás la piel de víbora que tan ajustada había lucido y se decide a conocer la vida en todas sus imperfecciones, con todo lo que hay fuera de guión, asumiendo lo imprevisible y verdadera que puede ser, aunque el punto de partida sea una grabación.

Es un personaje que nos hace pensar también en estos observadores, en estos Píramos que observan a través del agujerito del muro para ver si del otro lado hay vida, pero no hay Tisbe que los soporte.

Es una observación diferente, ya que no sólo no aprenden nada de lo que ven sino que se atreven (SE ATREVEN) a juzgarlo, a medirlo en la balanza de su ineptitud, a calibrarlo con la grimosa y pérfida cinta métrica que algún día robaron en el costurero de la abuela y aún huele a rancio, y ahora que lo han despellejado todo se limpian los dientes con el palillo que usaba aquel hidalgo muerto de hambre en el Lazarillo y pavonean su hambruna rodeados de hienas hambrientas.

Es curioso, últimamente he pensado demasiado en este tipo de personas. Y cuando tienes un trabajo en el que se lleva cuenta de todo lo que hace cada profesor por escrito, no asumes que para muchos esos documentos son el guión de lo que podrán comentar hoy. Y que cada día que pase habrá un nuevo documento indicando qué profes han organizado qué actividad, qué profes han faltado a clase, qué profes se han dado de baja, qué alumnos han perdido el derecho a la evaluación continua, qué alumnos nuevos se han incorporado...

Lo más llamativo de todo esto es que estas personas, con su actitud fiscalizadora, extralimitándose en todo lo que hacen, obviando lo esencial del mundo que les rodea, no forman una piña, no se hacen compañía, se limitan a compartir su soledad.

¿Qué puede unir a un león, un espantapájaros, un leñador de hojalata y una niña? Una ilusión, la búsqueda de algo que les dé la garantía de un mañana. El mago de Oz. La promesa de que aportando cada uno lo mejor de sí mismo alcanzarán la felicidad, sabrán hacerse amigos en esa búsqueda, explorarán con miradas diferentes una misma realidad, huirán a la desidia de la rutina.

Por otra parte, ¿qué puede hacer chocar como si fueran mejillones cerrados en una red a individuos de una misma especie, de una misma profesión, cacareando y gruñendo sin cesar ante lo mala que es SU vida y haciéndoles consultar papeluchos legales en los que poco o nada se ajusta a la vida? La incapacidad de cada uno de ellos de abrir su cascarón. Ese gusto por los musgos que crecen alrededor de pequeñas vetas convirtiéndolas en terribles cicatrices de guerra de las que poder presumir ante los demás moluscos, enfermizos, enfermos, rozando la locura del dolor buscado, sembrado y regado día a día, contando cuidadosamente las gotas bilis que caen desde lo más alto de su memoria hasta lo más bajo de su presente.

Mejillones plañideros, que se saben solos porque no quieren mejorar, y no quieren mejorar porque lo único que les hace sentirse especiales es la lista de desgracias que atesoran.

Bivalvos llenos de un pus rabioso, que escapan a la luz de la buena compañía porque ser uno más entre un montón no le permite a uno saberse mejor, y por ello si se distancian de la chusma y señalan con el dedo tendrán algo de lo que hablar, tendrán chistes que hacer, palabras que escupir...

¿Y mientras? ¿Qué pasa mientras?

Supongo que lo del tirano: el tiempo seguirá haciendo tictac, las horas darán paso a los años y habrá un momento crucial en el que echarán la vista atrás y dirán: ¿dónde estoy?

Y para entonces habrá sido demasiado tarde.

Yo les regalo ese precioso metrónomo, yo les permito que señalen, que murmuren, que rían a carcajadas... 

Mientras tanto, aún teniendo cámaras y micros ocultos alrededor, aún sabiendo que quizá me estén viendo mientras tecleo estas letras, sigo protagonizando mi vida, y eso es mucho más de lo que ellos pueden decir de sí mismos.

El observador es inmortal, porque no ha llegado a vivir

El observador es inmortal, porque no ha llegado a vivir

El observador que otea desde la alta torre de su excelencia rara vez imagina el aroma del prado que custodia.

Su mirada puede ser infalible, puede proporcionarle todo tipo de datos acerca del color, forma, movimiento, etc de sus arbolitos, del número de ramas que hay cada día, su longitud y su estado de floración o envejecimiento... Pero su mirada es y será siempre ajena a la textura de los pétalos de cada flor, desconocerá en todo momento qué se esconde entre los matorrales más menudos, llegará a morir sin saber que entre tanta maleza y tanta rama caída había unas pequeñas setas que cada otoño florecían, invadiendo con su aroma húmedo y arenoso cada rincón del jardín.

El observador que jamás abandona las alturas que tanto admira y que tanta protección le ofrecen vivirá en la más absoluta soledad: aquella que se desconoce atribuyendo a las consecuencias de sus actos toda la responsabilidad, obviando que en la vida el error y el acierto bailan cogidos de las manos entorno a la misma hoguera, y que nada es más inútil que olvidarse de uno mismo mordisqueando las experiencias de los demás.

Las pipas en el cine son parte de un ritual que nos envuelve en una mentira hermosa que nos permite vivir experiencias auténticas a partir de algo virtual por lo que pagamos, aceptando unas normas previas y asumiéndolas, pero cuando salen los créditos y se encienden las luces hay que saber adónde ir, tener con quién estar o simplemente saber estar consigo mismo.

El observador que lo es en todo momento, en toda su vida, muere sin parpadear, expira sin haber respirado una sola bocanada de aire protagonizada por sí mismo.

Ese observador que incluso llega a equivocarse en sus denuncias, muchas de las cuales son anónimas, urdidas en el taimado silencio que se rompe cuando las gallinas cacarean alrededor de las mejores migajas, es un observador ineficiente, porque ni tan siquiera sabe ver lo que tiene delante.

Malinterpretar la realidad, cuando uno se ha empapado en ella y ha mordido ramas de regaliz, o ha fumado tabaco mal liado, o ha comido las manzanas ácidas y picoteadas del árbol del jardín vecino, o se ha bañado en ropa interior (o sin ella) en la playa la noche de San Juan... forma parte de lo que muchos llamamos vida, y es tan legítimo como acertar dando en el clavo.

Malinterpretarla cuando uno ha sido tan sólo un observador es pagar una entrada de cine para salir sin haber visto nada.

El observador que ama la altura, no ama: necesita saber que sigue vivo, que aún recuerda lo que es SENTIR, y tan sólo le queda un camino: buscar más altura para poder sentir, al menos, el vértigo.