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En el río pasan ahogados todos los espejos del pasado

Mis escritos

"Palabras sin labios", nuevo poema

"Palabras sin labios", nuevo poema

Un día
soñé que tenía ojos para ver
manos para tocar
piernas para caminar
lengua para hablar
cerebro para pensar
corazón para sentir

Me levanté de la cama
vi en el espejo del baño
una figura que me desconcertó:
dos ojos hundidos en una extraña cara
parpadeaban y me invitaban a reconocerme;
unas enormes manos
con gruesas venas y marcados nudillos,
cuarteadas yemas y oscuras uñas mordisqueadas
rodeaban esa cara que me observaba con dudas y temor;
agaché la cabeza, y fuera del rectángulo brillante
lleno de vaho
en que se había enmarcado mi aspecto,
abajo,
pude ver un par de piernas que,
como troncos clavados en medio del páramo
cubierto de ceniza y preguntas moribundas,
me sostenían en pie
a duras penas.

Un torbellino de emociones me sacudió
y creí perder el equilibrio
cuando volví al espejo y me vi de nuevo.
Abrí esa enorme grieta llena de dientes rotos
y cantos rodados que era mi boca
y pude ver una enorme lengua
alfombrando su interior.
Balbuceé un par de palabras y comprobé con estupor
que un sonido ajeno y aprendido sin saberlo
emanaba de su interior.
Me acerqué al cristal y soplé:
mi imagen se emborronó entre una niebla cálida
que se pegaba a mi reflejo.

Toqué mi cabeza y apreté un poco
como quien mide la madurez de un melón
entre tantos otros
y noté que no había hueco.
Me encaramé a un pensamiento
y desde él agité los brazos
buscando la luz al final de ningún túnel...

Un día
pensé que si soñara
sería genial tener un cuerpo.

Soñé entonces que todo aquello no era un sueño
sino un hecho
y durante una cantidad de tiempo que no podría medir
me sentí capaz de utilizarlo.

Pero un sonido embriagador y desesperante me secuestró
y me alejó de aquel baño, ya que yo
yo estaba pensando que soñaba,
sino que estaba soñando que pensaba que soñaba,
pero lo único real
lo único cierto
lo único palpable,
amada mía,
tú que estás tan lejos y a la vez tan cerca,
lo único que yo podría seguir haciendo
era sentir.
No tenía ni tengo un cuerpo que ofrecerte,
con el que reencontrarme contigo,
con el que cautivar tus sentidos de mujer de carne y hueso;
no tenía ni tengo el cerebro con el que dar nombre
a mis colores,
a mis pálpitos,
a tus regalos nunca vistos;
no tenía ni tengo la lengua con que besarte
porque mi boca, cuando era boca,
no era sino la cueva donde se hundían y desaparecían
todas mis intenciones,
entre restos de basura y sangre negra como yo mismo;
mis manos no eran sino las ramas que atrapaban y ahogaban
los rayos que el sol me quiso negar
y que, incautos, se atrevían a tocarme;
mis ojos eran oscuros pozos de dolor
donde no había ni una sola gota de ternura,
ni una sola gota de humanidad,
todo eran pieles secas y huesos que se acumulaban en el fondo
del saco insaciable
donde esperan las hienas tontamente risueñas
el momento de otra muerte,
para aprovecharse o morir en el intento;
mis piernas no eran sino tétricos zancos
que se clavaban en el fango donde me arrastraba
con absurda majestad,
haciendo huir ante mi paso inapelable a todo vestigio de belleza.

Sólo tú me hiciste sentir
desear sentir
desear ser para compartir y sentir
pero todo ha llegado tarde
muy tarde
y ahora tan sólo me quedan recuerdos,
ilusiones,
espejos en las tinieblas de mi sístole y diástole
al ritmo de un vals burlón que quisiera llegar a tango
pero le falta un cuarto pulso,
al son de un adiós que nunca se dijo
porque nunca hubo un hola,
pero duelen igualmente
en la distancia de lo que nunca fue.

Soñé que soñaba que pensaba que soñaba,
pero no llegué a ser
y en ese no-ser queda encerrado el poso de mi pasión,
una pasión que sí existió y existe
y que no sé si es capaz de hacerme existir
pero al menos a ti te hace existir y ser
y aunque no tuviera el valor de decirte que te amaba
ni la lengua para regalártelo
ni los brazos para cercarte
ni las piernas para acunarte
sigo teniendo lo único que tuve realmente,
lo único que creí no necesitar entonces
un corazón con el que rescatarnos del paso del tiempo
y recrear nuestra historia de no-amor
una y otra vez
porque ya se sabe que soñar es gratis
y los muertos también soñamos
y aunque no sea cierto lo que no existe
sí lo es lo que se siente
ya se sabe:
todo lo demás es sueño,
y los sueños...

… sueños son.

(Fragmento de las Cartas del monstruo de Frankenstein a su amada)

Se mecen los cerezos al son del sable

Se mecen los cerezos al son del sable
Se mecen los cerezos al son del sable
su danza se adivina siguiendo la estela de astillas con que firma el samurai
un garabato que desdibuja la efímera y dudosa línea que separa la vida de la muerte
Se mecen los cerezos al son del sable
 
Una mirada atormentada
roba imágenes a los transeúntes
imagina historias a las que los ata, haciéndolos protagonistas
espera atenta la llegada de una idea
y mientras tanto sigue robando vidas
como quien coge las manzanas del árbol prohibido
pensando que nadie le observa
pero un horror indescriptible se enquista en sus pupilas
cuando se descubre prisionera,
enjaulada entre las pestañas
de otra mirada atormentada
 
Es entonces cuando se sabe personaje de otras historias
otras porque no las narra
otras porque no conoce su final
otras porque no sabe
que acaba de cerrarse el libro
y no hay firma,
no hay nada.
 
Se mecen lo cerezos al son del sable
que una mirada atormentada vio danzar
entre aquellos dos jóvenes amantes,
pero también se mecen al son del sable
de aquella otra mirada atormentada
 
Las pupilas devoradas caen enfermas
no pudiendo resistir las embestidas de aquel canto perezoso
el arrullo calentito y acogedor de un edredón
que aún huele a amapola y nenúfar y lavanda
 
Los ojos arrebatados al poder de la conquista,
sometidos al encantamiento de la almohada,
sólo pueden cobijarse,
olvidar que una vez empuñaron un sable,
olvidar que mecerse no es morir,
olvidar que el cerezo nunca olvida,
y derretirse en la ironía de un quizás.
 
Se mecen los cerezos al son del sable

Poemas sobre la sirena que se enamoró del hielo

Poemas sobre la sirena que se enamoró del hielo

Mi amiga Antonia escribió un fantástico Romance que narra la historia de amor entre una sirena de río y el hielo que espera en lo alto de la montaña.

Yo versioné con dos sonetos esa misma historia.

Aquí tenéis los dos textos:

ROMANCE DE LA SIRENA QUE SE ENAMORÓ DEL HIELO

Será que las palabras nacen

a la orilla de los ríos

cuando las sílfides cantan

en los aires blanquecinos

que no podía parar

al caballo en los bajíos

y las voces le brotaban

como sapos encendidos.

 

- De norte a sur me recorre

esta niebla del camino,

una conmoción de fuegos,

mordiscos arrepentidos,

que no logro verte, amado,

en los espejos continuos

de las aguas que me habitan,

de la sangre que mastico.

 

Sus escamas tras la venda

le preguntan al unísono:

"¿Qué buscas en los caozos?"

- Silencio de hielo alpino.

Tiene un rumor en los labios

que me llama sin sentido,

un sabor a hierba fresca

en sus ingles escondido,

la luz se pone violácea

en las puntas del espino

si sus ojos negros dicen

con lengua de doble trino

mi nombre entre la retama.

"Deja el rastro, está dormido.

Y tu herida huele a sombra,

y tu corazón a cirios."

-He de llegar a la escarcha

de sus amores prohibidos.

"Deja el rastro, se encenaga

tu caballo ya en el limo,

y tus dedos en las crines

se están quedando sin brillo."

-No puedo parar mi alma

aunque me burle el destino.

En los carámbanos altos

nadan besos reprimidos,

quiero bebérmelos todos

que caigan por mi vestido.

Si luego la Luna clara

me sumerge en el olvido,

no serán amores muertos

sino peces encendidos.


[Dicen que]

en el remolino blanco,

congelándose el rocío,

una sirena se asoma

con su canto conmovido

que trasluce los nenúfares

que las gotas hace vidrio.

 

Por el aire de la loma

suben cristales divinos.


SONETOS DE LA SIRENA QUE SE ENAMORÓ DEL HIELO

Esculpe el agua piedras y montañas,

Seduce con su danza y sus recodos,

Cruel cuando se oculta entre los lodos,

Acrílica en los ojos sin legañas.

 

Moviéndose cual ascuas en la hoguera,

Atisba unas escamas en la arena:

Sorprende enamorada a una sirena;

Nociva, la extirpa de la ribera:

 

-“¡Estás celoso, Padre! ¿me castigas?”

-“¡Vuelve a mis brazos, hija, te lo ordeno!”

Amarga un bofetón sus labios secos.

 

-“Dolida te abandono, así maldigas

Al pecho que me expulsa de tu cieno,

Señor en quien terminan hoy mis ecos.”

 

Cruzó sus tercos brazos el gran Río.

Umbría primavera la abraza,

Misteriosa, deshace su coraza

Besando con sus ojos al estío.

 

Recubre sus escamas con la nieve,

Escucha con sigilo sus secretos,

Se tumba acariciando los discretos

Sueños que ya no crecen si no llueve.

 

Aleja todo rastro del pasado,

Lee entre los besos del deshielo,

Acuna entre sus senos el otoño tierno.

 

Decide ir a la cumbre con su amado,

Aprieta bien los dientes, muerde el cielo,

Se acerca cabalgando, ya es invierno.

"Crimen y castigo" o "Cuatro años de soledad"

"Crimen y castigo" o "Cuatro años de soledad"

Se inicia hoy una nueva época en nuestra "democracia".

Del mismo modo que en la Alemania de entreguerras, el pueblo ha hablado, y lo ha hecho con dureza y determinación.

Hemos permitido que el partido que siempre se ha opuesto a los pocos logros del PSOE en lo que a derechos sociales se refiere (divorcio, aborto, matirmonio homosexual, por ejemplo) suba al poder, y pueda decidir a sus anchas qué hacer con todo lo conseguido hasta la fecha.

Asistiremos al desmantelamiento de la Educación y de la Sanidad públicas, veremos cómo los escandalosos trapicheos que se hacían en la Xunta de Galicia y en Madrid con los centros privados concertados serán ahora generalizados.

Veremos cómo la gente con un año de paro pierde el derecho a la Seguridad social y tiene que pagarse las consultas médicas y los medicamentos.

Tendremos que asumir que no hay tantos millonarios en este país, y que no hay tantos empresarios, y llegaremos a la bochornosa evidencia de que en este país las clases más desfavorecidas, la gente que realmente sabe lo que cuesta ganarse el pan de cada día, los trabajadores, los agricultores, muchos de los parados que día a día ven cómo sus ilusiones se amontonan en las colas del INEM, todos ellos han apostado a la misma baza que sus jefes, ex-jefes, la patronal...

¿Qué sentido tiene todo esto?

¿Castigamos al PSOE a cualquier precio?

Yo soy el primero que critico las medidas de los últimos años de gobierno de Zapatero, reconozco que las cosas se pusieron muy difíciles y que un partido (teóricamente) de izquierda-centro tuvo que asumir medidas propias de la derecha. Cuando nos rebajaron el sueldo a los funcionarios a mí la medida me supuso un esfuerzo, al igual que a todos mis compañeros, pero NO secundé la huelga de funcionarios porque creo que era una posible solución al problema. Pero tras esa medida no vinieron otras que sí tendrían que haberse tomado.

Pero hay más fuerzas políticas que el PSOE y el PP. Un sistema bipartidista no garantiza ningún equilibrio, sino la ilusión de una alternancia en el poder que nos hace pensar que castigando al anterior solucionamos el problema.

Hay otras opciones. No hemos sabido aprovechar la oportunidad que otros muchos no tuvieron en su momento.

No comprendo cómo hemos dejado que esto sucediera, que el PP pueda gobernar apoyado por un pueblo que mañana estará manifestándose por cada nuevo recorte que nos hagan.

España no es tanto el país del Quijote como el del Lazarillo.

No creemos en ideales ni utopías, no aspiramos a mejorar o construir una sociedad más justa y ecuánime.

Nos conformamos con la ley del Talión, el ojo por ojo, y eso no nos conduce a la justicia sino a la venganza.

No es bueno que un solo partido tenga tanto poder.

Se presta a los excesos que Aznar pudo realizar en su (permitidme la palabra) "reinado".

Id preparando los crucifijos, las fotos del rey y otras lindezas para adornar convenientemente nuestras aulas.

Id olvidándoos de la normalización lingüística, de la igualdad de la mujer, del aborto (eso sí, los mismos que lo echarán abajo seguirán llevando a sus hijas a abortar a clínicas privadas en el extranjero), de las bodas homosexuales, etc.

Castigamos. Lo hacemos a cualquier precio. Necesitamos tanto escuchar el golpe de la regla aleccionadora en las yemas del malhechor que no nos importa si la sangre nos salpica, o si lo que hacemos nos lleva a un lugar aún peor.

La estrategia les ha salido bien. Hasta se trajeron al Papa para santificar su cambio.

Ahora sólo nos toca esperar.

Esperar y tratar de esquivar las balas.

Porque va a haber más de un fusilamiento.

Y si no me creéis, al tiempo.

Cadena de deseos

Cadena de deseos

Se lamenta el anciano de lo cerca que le está la muerte,
llora viendo fotos donde se recuerda preocupado
por las facturas de la hipoteca y los estudios de los niños,
olvidando que aún podía disfrutar de su entrepierna,
de su esposa y sus queridas.

Se lamenta, desdichado, el cuarentón engominado
de los cuartos que no ahorra,
del cochazo que aún está pagando,
de que aquella veinteañera no se fija en sus encantos,
porque ya podría tontear con su madre
antes que con sus compañeras.
Y entonces, piensa en sus suegros,
afortunados,
que no pagan ya facturas,
viajan gratis y ven mundo,
no madrugan,
tienen todo atado y bien atado.
Envidia al mismo tiempo
a sus hijos, universitarios,
afortunados jóvenes con futuro,
que no pasaron sus penurias
por llegar a fin de mes,
por poder hacer carreras
o tener con quién salir
cada fin de semana.
Los observa y aún se indigna cuando ellos
le recriminan
que no entiende sus problemas,
que es distante,
que no les escucha,
¡él! que tanto ha hecho y hace por sus hijos.

El joven veinteañero siente envidia de sus padres,
trabajando en lo que querían,
con su pasta y su independencia,
y aunque paguen sus facturas
no son viejos
y manejan,
Ve a los hermanos pequeños
de sus amigos de clase,
chateando todo el día,
estudiando mil materias,
niños que no hacen trabajos
de trescientas páginas,
sino tareas de instituto
que él recuerda como pasatiempos
comparados con la injusticia
universitaria
que se encierra en los numeros clausos;
aunque estudien todos
sólo unos pocos aprueban.

Los adolescentes, tercos,
señalan arriba, arriba,
en ese olimpo que no es realmente la facultad:
un lugar donde se fuma en las escaleras y jardines,
donde se falta a clase y no se hacen las tareas,
donde el que quiere descubre cosas
y el que no se asegura un futuro
estudiando,
no como ellos, que tienen que cursar
mil materias que les aburren,
encerrados en el pueblo que los vio nacer,
vivir, sobrevivir o al menos convivir
con ese hatajo de cabrones
llamados profesores,
que les mandan deberes
y les preguntan la lección,
los matan a trabajos
sin ninguna consideración.
Ellos, que están también esclavizados
en sus casas por sus padres,
"hoy no sales", "castigado",
están deseando salir volando.
Dejar atrás toda esa mierda,
y a veces envidian también a los peques,
con sus fichas y sus piruletas,
sin sus comeduras de tarro,
de broncas de pandilla,
de cuernos,
de corazones rotos.

Los peques, quedan fuera de esta extraña y común cadena,
pues ellos saben que son peques y que todo lo demás
los espera.

Llora el calvo su frío, mientras el melenudo se arrepiente de pagar un corte de pelo,
echa en falta el vegetariano los filetes que le ayudaron a curarse,
desea en silencio el alérgico una pizca de su veneno,
siente vértigo el enano en las alturas
desde donde se cuelga para hacer puenting.

Nuestra vida es un vendaval
de deseos, temores, ecos,
de "ojalá", de "por qué no",
de "nunca más", de "ahora".
Que ningún vivo se arrepienta nunca de serlo,
porque aunque ese "problema" tiene solución,
no hay marcha atrás,
y amamos casi tanto el arrepentimiento
como la decepción ante el fracaso.

Carpe noctem

"¿Pa-kí-stán-í?" Pues para mucho más de lo que algunos se creen. Reflexión sobre la importancia del departamento de orientación.

"¿Pa-kí-stán-í?" Pues para mucho más de lo que algunos se creen. Reflexión sobre la importancia del departamento de orientación.

En la vida hay dos tipos de personas: las que pasan desapercibidas y las que no.

Es curioso, porque muchas de las que pasan desapercibidas desearían lograr todo lo contrario, pero no alcanzan el modo de llamar la atención.

Y, por el contrario, muchas de las que tienen el foco delante ansían la tranquilidad de estar entre bambalinas.

Lo de siempre, a nadie le gusta el peinado que tiene.

Pero cuando hablamos de trabajo, la cosa es diferente.

Pensemos en dos ejemplos: el circo y un concierto de rock.

En el primer caso, el público aplaude al domador, al payaso protagonista, al equilibrista o al hombre bala, pero nadie piensa en que los leones han sido alimentados por alguien, en que los accesorios del número cómico han sido seleccionados y comprados por alguien, en que la red la sostienen otros a la sombra de los focos y en que si algo sale mal hay personas esperando para cumplir con su trabajo.

En el segundo, los Beatles eran cuatro, y ellos recibían los aplausos, pero tras ellos había gente montando y desmontando los escenarios, preparando las luces y los sonidos, etc.

Estos dos ejemplos me sirven para introducir una reflexión que me llevo haciendo desde hace ya mucho tiempo, y que creo necesaria en voz alta.

Me refiero al departamento de orientación.

Sí, ese departamento que suele estar en la zona de las oficinas de todo instituto, algo apartado de las aulas, a la sombra de lo público y notorio.

Un departamento que se presta a todo tipo de chistes fáciles y comentarios banales, pero que debe afrontar las mayores cargas del sistema educativo, y normalmente lo hace sin el apoyo del profesorado.

Pensemos en lo siguiente: cuando vienen alumnos con necesidades educativas especiales, niños con algún tipo de deficiencia o minusvalía, o niños extranjeros que no dominan el idioma local, ¿quién se ocupa de ellos?

Cuando hay alumnos con algún tipo de dislexia, con dificultades de aprendizaje o déficit de atención, ¿quiénes son los profesionales que ayudan a estos alumnos?

El departamento de orientación.

Porque ellos son muy importantes y los necesitamos urgentemente.

Ellos están ahí, currando, aportando materiales de refuerzo, ampliación y repaso, materiales sin los cuales muchos de nuestros alumnos se quedarían literalmente tirados.

Un profesor con un aula de 28 alumnos no puede pararse 10 minutos de cada clase a explicar a un alumno de estas características lo necesario para que siga la clase.

Por eso necesitamos PT (profesores de Pedagogía Terapéutica) y AL (profesores de Audición y Lenguaje).

Por eso necesitamos un orientador, alguien que lea la ley, interprete sus cambios, nos explique cómo debemos actuar con alumnos difíciles pero que no tienen la culpa de serlo.

Y por eso tenemos tanta suerte en mi instituto, donde nuestra orientadora Mercedes trabaja incansablemente, elaborando informes, preparando materiales, buscando opciones y solucionando problemas a nuestros alumnos.

Por eso tenemos la suerte de contar con Sofía, PT, una mujer emprendedora, activa, entusiasta, enamorada de su trabajo y absolutamente profesional. Cercana con los niños, siempre sonriente y en constante formación.

Por eso tenemos la suerte de contar con un fantástico departamento de orientación, dotado de 4 PT, 1 AL y 1 orientadora. Por eso debemos agradecer cada día el trabajo ingente de nuestras compañeras  Esther (AL), Ana (PT), Patricia (PT) y Rosa (PT).

Creo que es de bien nacidos ser agradecidos.

Este grupo de profesionales nos saca a menudo las castañas del fuego, sin esperar ningún agradecimiento (es su trabajo, claro).

Creo que la educación entendida como un trasvase de información al estilo antiguo ya no se corresponde con la realidad que cada día entra y sale de nuestros centros.

Creo que la figura del profesor que recitaba la clase magistral desde la tarima ante la atenta mirada de sus alumnos (sólo aquellos capaces de entenderlo, claro, los demás no cuentan que no están en condiciones de recibir una docencia de tal calidad...) es una figura obsoleta.

Confiar en que uno va a ser el tipo de profesor que padeció en su infancia es a la vez una idea torpe e indigna. Torpe porque los tiempos cambian. Indigna porque no se ha de compartir la miseria, y menos desde la tarima.

Necesitamos adaptar unos conocimientos que debemos transmitir a las capacidades de nuestro auditorio.

Un auditorio de 28 alumnos en el que haya alumnos con necesidades educativas no debe envidiar nada a uno con alumnos perfectamente capaces, ya que la variedad es un principio básico en la democratización de los saberes.

Si además un centro con alumnos con dificultades cuenta con un departamento de orientación convenientemente coordinado, entonces tendremos el duro y las cinco pesetas a la vez.

En latín, para decir "guiar", hay dos verbos: DUCO y AGO. El primero tiene el matiz de "guiar desde delante", mientras que el segundo tiene el matiz de "guiar desde detrás". El capitán guía al ejército desde delante (ducere), el pastor desde detrás (agere).

En un instituto necesitamos atender tanto a los alumnos más espabilados, que van más deprisa, que aceleran, que tienen curiosidad por aprender, como a los rezagados, que se van quedando atrás, que no están en igualdad de condiciones o que lo tienen más difícil por causas familiares, ajenas a su voluntad.

Un profesor ha de tener la capacidad de satisfacer a los dos tipos de alumnos, y para ello cuenta con la inestimable colaboración del departamento de orientación.

No matemos a la gallina de los huevos de oro, porque aunque no todos nuestros problemas sean resueltos inmediatamente, pococ a poco, entre todos, colaborando y comprendiéndonos, y lo que es más importante, RESPETANDO el trabajo tan duro que realizan entre bambalinas, ayudando a leer a alumnos que a lo mejor nunca llegarán al 5 pero que irán aprendiendo poco a poco, podremos lograr una sociedad más justa y plural.

Los chistes son una forma muy sana de canalizar la tensión y socializarnos, pero hay que tener cuidado porque si es verdad que AUNQUE seamos funcionarios los profesores NO somos necesariamente unos vagos, aunque el departamento de orientación trabaje a la sombra de ese gran escenario de luces y color que es toda aula TAMPOCO ESTÁN DE BRAZOS CRUZADOS.

En la vida hay dos tipos de personas: las que pasan desapercibidas y las que no.

Personalmente, me caen mejor las primeras.

¡¡Muchísimas gracias por las 100.000 visitas!!!

¡¡Muchísimas gracias por las 100.000 visitas!!!

A todos los que os habéis paseado por este blog alguna vez,

a todos los que habéis dejado algún comentario,

a todos los que cliqueasteis alguna vez en el facebook y llegasteis a esta web,

a todos los que simpatizáis con la causa de la educación pública,

a todos los que no, y estáis en desacuerdo con mis críticas al PP,

a todos los que releisteis algún verso que os gustó, o que no,

a todos los que creéis en la necesidad de luchar por mejorar el mundo,

a todos los que amáis la música y la literatura y el cine,

a todos los que odiáis el sistema y a todos los que vivís de él,

a todos los que de manera asidua visitáis este blog,

y a todos los que nunca más lo haréis porque no os gustó,

a todos,

gracias.

Me hace muchísima ilusión haber llegado a las 100.000 visitas con un blog que tan sólo aspira a ser un corchero virtual donde colgar apuntes, comentarios, análisis y pataletas que me da esta xunta.

Muchas, muchas gracias a todos.

Orgullo de madre

Orgullo de madre

La mirada fulminante del basilisco ha sido un tópico literario muy recurrido en nuestros poetas del Siglo de Oro. A menudo utilizaban referencias de este tipo para subrayar el carácter demoníaco o sobrenatural del desamor y sus recovecos.

Por eso resulta enormemente original plantearse el invitar a este ser monstruoso y maléfico a un aula de niños de entre 3 y 5 años.

Pero precisamente la mirada del que contempla puede ser lo que haga peligroso al ser observado.

Cuando la mano que señala lo hace pidiendo un acercamiento con la otra, no hay lanzas sino felpudos de bienvenida y abrazos reconciliadores.

Un aula de infantil es mucho, muchísimo más que una réplica en miniatura de lo que serán luego las aulas de instituto. Es mucho más que jugar con la plastilina, cantar canciones o pintar. Muchísimo más.

Es probablemente el eslabón más complejo de toda la cadena educativa, ya que estamos hablando de la casilla de salida. De lo que ahí se haga dependerá si este niño mañana tendrá opciones en el nivel académico, afectivo y personal o no.

Se trata de un trabajo de enormes consecuencias, ya que el material humano con el que se trata es muy sensible a toda acción, las huellas del buen  mal hacer del profesor quedarán ahí, en cada niño.

Por eso me encanta el trabajo que hacen los maestros de infantil, y permitidme que en este artículo hable del caso de mi madre, Julia Rivada.

Ayer nos deleitó en el club de lectura (junto a nuestro maravilloso y siempre lúcido compañero Víctor, profe de plástica, que está ilustrando su cuento con un gusto y una dedicación impecables) hablando sobre su proyecto "Basi e os seus amigos".

Lo llamo proyecto y no cuento porque realmente su alcance trasciende los límites del relato inicial o de la obra teatral posterior.

Un proyecto que trata temas como la integración, la igualdad, el amor a la diferencia y el respeto por lo que cada uno es.

Un trabajo multidisciplinar que no se reduce a un texto hermoso con unos personajes que se prestan a intervenir y hacer disfraces con los niños.

Una tarea que bien podría convertirse en los rudimentos de una democracia y un civismo tan necesarios como realmente escasos hoy día.

Es un cuento en el que nos podemos buscarnos cada uno de nosotros, porque no es sólo un paseo que un ser extraño a los ojos de los demás da, no es sólo la creación de una comunidad en la que el lema "tú eres yo, yo soy tú" impera.

Es además la oportunidad maravillosa de aceptar lo que cada uno de nosotros puede aportar a los demás, lo que los demás nos pueden enseñar, lo que debemos afrontar en la vida, y el modo en que los problemas pueden disolverse con buenas intenciones y determinación.

La empatía es quizá la palabra clave. Esa palabra que tan pocos saben definir de verdad, entendiendo por "de verdad" el hecho de practicarla.

La necesidad de vivir también a través de las experiencias ajenas, de los otros, de los demás, de los no-yo, para acercarnos un pasito más a lo que es la humanidad.

Basi, un cuento para niños y para mayores.

Basi, un inicio para una larga vida llena de sapos que te desprecian, gallos que te miran por encima del hombro, serpientes que te despellejan a tus espaldas.

Basi, un guión fabuloso para una vida llena de sapos entrañables que croan de alegría en las charcas cuando te ven acercarte; una vida llena de gallos alegres y risueños que te alegran el corazón con sus historias y palabras; una vida llena de serpientes luchadoras que renuevan su piel ante las heridas que una vida de privaciones y miserias les ofrece.

Basi, o una Dorothy que camina en busca de su mago de Oz con la compañía de un sapo, un gallo y una serpiente capaces de abandonar sus prejuicios y volar muy por encima del aburrido camino de baldosas amarillas, atravesando campos de amapolas dormideras y bosques con monos voladores.

Basi, o el basilisco que no mata, sino que te abre los ojos y te muestra lo que eres realmente.

Basi, o la madre y profesora y superheroína y superviviente y demiurga.

Basi, o la revelación compartida en el mejor de los momentos.

Basi, o la mirada que salva.

Basi, o la diferencia que iguala.

Basi, o la búsqueda de la propia identidad a través de la mezcla de lo otro.

Orgullo de madre, utilizado en un sentido invertido: es el hijo el que se enorgullece de compartir el mundo con ella.

 

"Me quiere/no me quiere"

"Me quiere/no me quiere"

"Me lo dijiste muy de lejos,

con tus ojos chispeantes,

y dudé en el aguacero

de mis adioses tan cobardes,

infantiles, embusteros;

me lo repetiste con tu mano,

cuando me devolviste aquel sombrero

que cayó en el sucio espejo

que quebró mi paso inquieto.

No intenté intentar tentarte,

lo ignoraba: mi amuleto

era una cárcel de excusas,

gran paseo en corto puerto.

Tú, insolente, inolvidable,

no evitaste un nuevo intento,

con el abrecartas de tu lengua,

con las diagonales del zar tuerto,

con la brisa joven que agita la hamaca

donde yacen sueños del abuelo, muerto,

de la mesa dura donde aún reposan

petroglifos de palabras de tantos cuadernos,

con la sonrisa espléndida de tu falda

y tus dos piernas, adivinándose, sumidas en su buceo,

con la cruz sacrílega que roza el pecado

si pende de tu cuello y roza tus senos,

con la maravilla del enigma

que adivina el héroe griego

mientras choca con su destino,

como la mosca con el flexo,

y halla muerte a la vez que gloria,

como yo, imbécil, al fin reo,

pues no supe ver entonces

lo que ahora estudio, escribo y leo,

y dejé escapar la promesa

de la salvación, del extremo

al que me hubiera llevado, una y otra vez,

haberte dicho que sí, aún quedaba un pétalo,

mas era el del no, ahora no, por lento,

porque el tiempo apagó aquella chispa

que algún día pudo sumarnos, qué buen lienzo,

y ahora tan sólo alimenta con torpeza

la verde llama de un futurible, de un hierro

que a fuego me mata y envenena,

hubo un sí, un por qué no, un ¿luego?

cuando entendí flotaba el cadáver

en las orillas del Leteo,

ahora sangro letras otoñales

y no sé si es verano o invierno."

ROMANCE DE LA DAMA AUSENTE

ROMANCE DE LA DAMA AUSENTE

Un rosario de cien cuentas
degollaba a la invitada,
describía en su figura
un algo, un halo, una coartada,
nadie la hubiera llamado,
nadie sabía su camada,
seca y alta, un ciprés,
observaba anonadada
los rigores invernales
con que algunas tiritaban,
las miradas escondidas
con que a ella la perfilaban.

Un rosario con cincuenta
negras cuentas, otras blancas
asomaba por su escote
-¡qué imprudencia¡- mala baba,
todas brillan chispeantes
mientras caen horas contadas,
el evento pasa presto
no hay furor, hay sólo calma,
su sombrero tapa el rostro
pero asoma su mirada
bajo el tul de negra noche
que hunde en fango a la milana,
boca prieta, no hay aliento,
sólo el viento la acompaña
agitando un poco el velo
asomando la guadaña.

Un rosario con cien cuentas
traquetea una balada,
reunidos, todos lloran,
cae la oscuridad templada,
besa sus manos con dudas
y los arrastra a sus casas,
nadie espera una respuesta
sólo hay caja, tierra, nada,
y la noche donde brilla
una luna ensimismada
que no osa a toserle
a la eterna solitaria
mientras coge entre sus dedos
otra cuenta, no oye nada.

Un rosario con cien cuentas,
una dama oscura en ascuas,
una niña que vigila
escondida tras las ramas
del ciprés donde sus padres
la encontraron hace nada,
una niña que no llora
aunque sola vaga y anda,
Mira lejos, ya no hay gente,
se le acerca a aquella dama
misteriosa en el entierro
absurdo donde se brama,
donde llora hasta el borracho
que no entiende lo que ama,
donde caen otoños secos
entre roja hojarasca,
donde ata su pena al cielo
el que tan sólo quiere pasta,
un entierro con dos padres
que no volverán a casa
porque su hija, la pequeña,
se perdió en aquella plaza,
porque un día descubrieron
que el amor no siempre salva,
porque juntos entendieron
que la muerte siempre llama.

Un rosario con cuarenta y
nueve cuentas aún muy blancas
brilla triste entre las puertas
donde se oxida el mañana,
una verja muy oscura
donde asoman almas cándidas,
cementerio de menores
donde el llanto no se apaga,
donde beben unicornios
y se ríen poco las hadas,
donde se pasea la muerte
elegante, una dama
bien vestida, respirando
versos viejos en la lama.
Cae la noche, caen los párpados,
sólo se oye en lontananza
a aquel triste y fiero cuervo
que en las sombras la desahucia.

Una cuenta, una vida,
vaya un trato, ¡qué patada!
Otra cuenta, otra niña,
que en la noche sola vaga.
Va buscando al triste cuervo
por tocar su pluma esclava
de una noche que no duerme,
de una vida que no acaba,
y al oído, muy bajito,
dice juegos de palabras.
En su ciénaga tranquila
aún redoblan las campanas,
un romance, una historia,
una vida transatlántica,
cae la noche, cuentas hechas
sólo queda una palabra:

FIN

¿A qué huele el presente?, nuevo poema

¿A qué huele el presente?, nuevo poema

Oigo pasos no muy lejos
Lonchas de palabras caen pringosas en las palmas de las manos
y me pregunto una y otra vez
¿de dónde vienen?
¿a qué huele el presente?

Oigo pasos no muy lejos
Suenan sombras entre estrellas que expectora el cielo ardiente
donde estalla la pregunta
que me hago, ahora y siempre,
¿a qué huele el presente?

Oigo pasos, muy muy cerca
Las verdades nunca caen de aquella vid con uvas verdes
Las verdades nunca acunan roncas voces pedigüeñas
Las verdades no maduran, te hacen duro, te maduran
Las verdades son el búmeran que nunca vuelve
porque sólo lo hace la mentira
que mantenemos colgada en el tendal del tiempo
a la espera de que se rompa su última pinza.
Y es entonces cuando clama,
beligerante en su arrogancia herida,
la Zorra a la verdad sembrada por otro,
por otro cosechada,
y tan sólo por ella ansiada
y deseada y adorada
anonadada en su charco de deseo:
¿a qué huele el presente?

Oigo pasos, aquí, a mi lado,
veo la túnica de Cloto,
oigo los dedos de Láquesis,
temo el tijeretazo de Átropo.
¿A qué huele el presente?

Ya no oigo pasos.
Ya no sé si veo formas.
Ya no hay preguntas atemorizándome,
rompiendo la hamaca donde se balanceaba mi niñez
a ras de suelo,
con pantalones rotos y empapados,
agujeros en las rodilleras,
bolsillos llenos de arena y piedras y gusanos.
Ya no observo la belleza de la estatua que señala
un horizonte donde aspiraba a sentarse mi adolescencia,
junto a aquella equivocación
con nombre y apellidos,
aparato en la boca,
ojos temibles si se enfadaba
y voz de Calypso enredando a Ulises
derechito a su perdición,
con sus despedidas de chicle de menta en el portal.
Ya no oigo el rechinar metálico del tren que irrumpe en el vientre de la ciudad,
abriendo sus venas en un parto descomunal,
haciendo llegar a desconocidos y familiares
y haciendo marcharse a familiares y desconocidos
a algún lugar durante algún tiempo.
Ya no huelo las bolsas de pescado del autobús de la mañana
que torturaba a mi primera juventud
intentando llegar a lo alto de ese absurdo Olimpo llamado progreso,
carrera,
o como yo lo llamaba,
mañanas frías y solitarias en la espera sin marquesina bajo la lluvia que se reía de quienes aún no teníamos coche,
y el refugio de la biblioteca,
inmensa,
con todas sus revistas y libros y congresos,
y el horario tan largo que hacía cuadrado al reloj.
Tampoco veo las horas de estudio tenso y esperanzado,
a la espera del "sí quiero"
y no recuerdo apenas aquellas lágrimas ardientes a las dos de la mañana
de un jueves cualquiera,
a dos pasos de cumplir mi sueño,
y no recuerdo bien los pasos solitarios por el intestino
de la Bestia donde se aprenden cosas,
esos lunes de infarto con las sombras chinescas arremolinándose
en mi cabeza,
no recuerdo todo aquello,
ni tampoco el llanto oleoso y denso y petrolífero
tras la muerte de mi niña,
ángel caído de entre las Grayas griegas ciegas de los héroes,
Dama sin vagabundo,
(vagabundeaste y aún lo haces en mi corazón desierto
y aún sigues mordiendo piedras
a la espera
de que alguien tire alguna hacia el norte
y tú la encuentres, en un rato, yendo al sur,
y la traigas victoriosa
para echarte bajo el banco
donde yo leía alguna cosa).
No recuerdo, ni veo, ni oigo, ni huelo nada de eso,
porque las tres están aquí.
Y por fin, viéndome ir recto,
hacia otro lado,
sin preguntarme a qué huele el presente
me señalaron
y, triunfantes, se dijeron
"a eso huele, exactamente."

LA ALDEA

LA ALDEA

La aldea tiritaba mientras un sol radiante regaba sus venas. El aire apenas se movía, el peso de las miradas ocultas al otro lado de las ventanas doblegaba a los recién llegados, los que habían vivido ahí desde siempre rara vez se atrevían a sonreír ante un desconocido. Era la menopausia de la villa.

Una extraña criatura que en muchas ocasiones no sabía si se desperezaba porque llegaba inexorable el amanecer o se estiraba con la resignación de quien ya no espera nada de la vida.

Un ser imbuido en sí mismo, oyendo voces lejanas que palpitaban como el corazón del dragón sobre el que se ha adoquinado una falsa calle. Un regusto a ayer que machacaba el presente, recordando como única forma de creerse aún vivo, trayendo al ahora la nostalgia de un “entonces” que nunca fue tal como se dice.

Las paredes, humilladas por los orines de borrachos y adolescentes, aún rescatan entre sus grietas trocitos de aquella actuación fabulosa, o fragmentos ya descoloridos de aquella noche de gala de hace treinta años.

Los postes de la luz, heridos cada día por las grapas que hacen públicas las muertes cotidianas, intentan deshacerse por las noches de sus ropajes dolorosos, pero al igual que Prometeo encuentran una nueva tortura cada nuevo amanecer.

Las aceras crían charcos negros, se burlan de los pantalones nuevos de quien nunca mira abajo al caminar y hacen corrillos de colillas a las puertas de los centros de salud. Curioso motín.

Los parques juegan al parchís o la petanca, paseando una vejez que aún no se rinde, y rompiendo el sinsentido de las estadísticas al mezclarse con las meriendas de los críos recién salidos del colegio, con sus ropas y uniformes, sus mochilas y sus pinturas de colores, llenos de una ilusión que no se arraiga ni contagia, y que poco a poco ella, la gran villa, marchitará.

Las fuentes son macetas de palomas, de donde salen sin vergüenza ni cuidado esas extrañas criaturas a quienes unos odian por ladronas y otros alaban por creencias. Con sus batallas de plumas y picos y alas y patas medio amputadas interrumpen los gorgoritos que el fontanero ha logrado mantener.

Esta aldea es un desierto en el que a veces pasan personas.

No seduce fácilmente, pero sabe esconder bajo el felpudo borroso donde casi no se lee “bienvenidos” las sorpresas que a algunos, sólo a unos pocos, pueden llegar a enloquecer.

Durante el día arden los brazos caídos de tantas y tantas personas de bien mientras se piden otro té, se acomodan en las terrazas por donde desfilan sus víctimas, y devoran comentarios y blasfemias.

Durante el día caen monedas en los platos, y siempre se recoge el cambio, y siempre paga otro antes que uno.

Durante el día corretean los pequeños por los suelos llenos de ceniza, mates de porros y algún que otro cristal de la noche de ayer.

Durante el día la aldea piensa que sólo es aldea, y se abandona a la monotonía de saberse vieja, y expulsa toda iniciativa que haga fluir savia nueva por sus arterias.

Cuando empieza a caer la noche, se empiezan a entrever pequeñas luciérnagas entre tantos y tantos ojos mate, se presiente cierto temblor manando de la isla durmiente, cacarean risotadas contagiosas entre aquellos que aún descansaban y entra bajando la escalera de luces, toda elegante, la Noche.

Una dama a quien tanto aborrecen todos los pajaritos diurnos que no se atreven a conocerla.

Una dama con ojos de zafiro y labios de licor café, capaz de espabilar a un faraón y enseñarle que no hay otro mundo más que este.

Una dama de la que mañana muchos hablarán, creyéndose quizá mejores que sus habitantes, dándoselas de seres más dignos, de mejor familia, más creyentes... pero obviando tercamente que la mejor película porno es la que uno mismo protagoniza, y que el agua de ayer hoy es caldo pasado.

Una dama que enamora a tantos y tantos navegantes, seres-búho, enemigos de los angelotes que aburren tantas paredes y que embarazan a tantas vírgenes sagradas para ofrecerles la recompensa de un hijo destinado a la muerte.

Esta dama no aguanta mucho en la aldea, pues hasta ella se siente a veces presionada, y (del mismo modo que la Cenicienta) se ve obligada a abandonar en cuanto suenan las campanas, que no son doce, pero sí son siete.

Como los pecados capitales, como los colores del arco iris, como los enanitos del cuento.

Una dama que ya se ha ido, pero mañana volverá, porque la aldea está muerta, pero incluso en el mayor cadáver pueden vivir muchos gusanos. 

Firmado: un gusano orgulloso de serlo.

La espera, esa forma tan absurda de morirse poco a poco

La espera, esa forma tan absurda de morirse poco a poco

Vivir esperando no es vivir.
La espera paraliza el ritmo de la marea de sangre que somos.
Crea una red espinosa donde se acumulan expectativas, sueños y temores prospectivos, y comienza a pesar sobre el pecho del que aguarda.
Es interumpir el avance de la bala liberadora una vez que se ha apretado el gatillo, intentando el milagro del repaso, de volver a repetir algo que ya está en curso.
Una aspiración tan vana como desesperante.
Vivir esperando no es vivir.
Sentarse y dejar de hacer cosas pretendiendo que lo otro, el no yo, actúe por nosotros, ya sea para ayudarnos o para castigarnos, es absurdo.
Incluso la pasividad de la perra en celo, receptiva, esperando la embestida del macho, está llena de una actividad latente, la que reside en haber dado luz verde al coito.
La espera en la vida desespera al vivo.
Estar mirando el reloj una y otra vez, convenciéndose de que más de quince minutos es casi un delito imperdonable que acabaremos perdonando, no es vivir.
Contar los meses que pasaron desde que pedimos vez en el médico y notar cómo aquel bulto crece poco a poco es acomodar el sofa al culo de la muerte que llega llamando desde el portal, marcando con la aldaba del temor incipiente la puerta de nuestra euforia, que una vez abierta dejará escapar a la esperanza.
El que espera, paradójicamente, desespera.
La vida atada a la estaca se atasca, entumece las venas y arterias, seca poco a poco el flujo natural de magma y abre paso al erial del alma.
Vivir esperando es esperar la muerte, comprar boletos en esta vida para garantizarse un lugar en el cielo cristiano, pero si uno se mantiene al margen de esas supercherías pretenciosas le queda tan sólo la certeza de la temporalidad que nos acota.
Por tanto, si somos tiempo, no podemos paralizarnos esperando.
No podemos ahorrar en felicidad, es absurdo.
Debemos derrocharla, compartirla, extenderla como lo hace e vientre de la granada cuando se abre con la tijera y deja caer sus granos rojizos.
No aplaces un orgasmo para un mañana que a lo mejor no llega.
No encierres en un cerdito de barro tus mejores momentos, tus trocitos de presente, tus potencialidades... Puedes dejar un poquito para mañana, pero nunca sepultes tu juventud para asegurar una vejez digna.
Los planes de pensiones son asuntos de bancos y otros zombis moribundos, a nosotros nos queda todo lo demás: el precioso ahora que en poco tiempo extrañaremos.
Bailemos un tango con el ahora, ciñamos nuestra cintura a la suya y bailemos hasta caer derrotados, porque vivir es abrir camino entre las hierbas altas, con las manos desnudas, el corazón bombeando como un loco y el cerebro registrando información.
Antes de que nos demos cuenta nuestras piernas dejarán de avanzar tan rápido, nuestro corazón se oxidará y nuestro cerebro tendrá demasiados papeles escritos que ya no sirven de nada.

Yo no pienso esperar ni un segundo más para sentir que siento, para saber que sé, para enmarcar cada instante entre chorritos de limón que aquilatan copas y hielos que tamborilean deshaciéndose en el gintonic.

El ayer es historia, el ahora es efímero, al mañana no existe.
Abraza a la chica que siempre es ahora, bésala, dile lo que tengas que decirle, escoge tu canción y atrapa entre mordiscos en el cuello y giros de cintura su tallo, que el mar nunca sacie tu sed ni el cielo emborrache tus pupilas con estrellas. Siempre hay alguna nueva por conocer, y la mayor parte pueden no existir en el momento en que aún las vemos...

Crucifica a Dios cada día, enciérralo en la hucha del cerdito de BBVA de cuando tu tío trabajaba allí, cierra la puerta de la vergüenza con todos tus complejos allí dentro y vuela en la alfombra voladora del YA.

Quevedo decía que moría cada día un poco más, que ya había enterrado a varios Quevedos a lo largo de su vida.
Yo creo que cada día, cada instante, nace un nuevo David, y que en todo momento tengo la opción de reconstruirme. De intentar mejorar siempre, de intentar querer más a los que realmente lo merecen.
Vivir no es esperar (wait),
esperar (expect) a veces es desear (desire),
vivir sí es desear,
pero desear haciendo, no esperar a que algo llegue por sí solo.

VIVEEEEEEEEEEE

"Nadie sabe cómo sabe..." nuevo poema

Nadie sabe cómo sabe ser a veces diferente,
nadie sabe encajar la carcajada encadenada
del camarada con cara ajada, ¡figura endemoniada!,
nadie encaja en cajas secas
las cosechas peor sachadas,
las resultas del indulto popular inmerecido,
un insulto que el inculto nos ofrece en Telecinco,
el perdón al mataor que ha matao, y sin saberlo,
al inocente que de frente conducía, por su sitio,
sitiado y derrocado por un tonel de caro vino,
apestosa borrachera del que mata en la acera
a quien peca por cruzarse con su infamia millonaria,
ruedas locas, pocas cuerdas, poco cuerdos, puercas cerca,
las tres parcas hoy aparcan, muy dolidas, humilladas,
sus labores, no hay honores, solo infamia y llanto oculto
bajo el manto del aplauso que calumnia celebrando
el regreso del averno del que al tierno fue matando.

Nadie sabe cómo sabe la cereza envenenada
que se escurre entre las muelas, que te hiere desde el alma,
la pepita de quien brota, bruta y fuerte cual guadaña,
la arboleda que nos mata y empobrece, fiera araña,
enfrascada entre las redes de las redes infectadas
donde el bálsamo se ofrece, poco vale, mucho a veces,
ese olvido misterioso de la voz sumida en tierra,
enterrada entre cadáveres, aterrada con sus voces,
pero a salvo de las coces de los bobos que aún se baban
escuchando y salpicando con sus bocas siempre llenas
los oídos de cabezas que retumban, están huecas,
pues no piensan, sólo repiten, piten, ten, lo que escuchan,
nada piensan, pues son iguales,
nada sienten, animales...

Nadie sabe cómo sabe ser a veces diferente,
nadie sabe encajar la carcajada encadenada
nadie sabe a qué sabe saber ser diferente,
nadie sabe lo que sabe el habitante de un tren hueco
que se pierde en el túnel donde solo se oye el eco
del adiós de aquel andén donde llora algún muñeco
que la mano de una niña, ya no tanto, dejó caer
mientras se frotaba el ojo donde fue a esconderse
aquella lágrima, aquel adiós, aquel "seremos diferentes",
nadie sabe cómo sabe escuchar "felicicidades"
al verdugo que no tuvo los cojones de matarse
mientras pudo emborracharse y, enfundado en su cochazo,
de un portazo miserable rebanar vidas ajenas
ante el séquito de sierpes asquerosas que lo velan,
que se estrujan aún los dedos calculando el titular
mientras aquel otro yace, bajo tierra, para siempre
y su familia lo llora envenenada en este lagar.

Nadie sabe cómo sabe el aplauso que recibe el condenado a muerte
y apoyado por los suyos los escucha ante el cadalso,
pero sí hay quien sepa cómo sabe ese aplauso
cuando uno fue verdugo, y se llama Ortega Cano.

"Un carrusel de mentiras", nuevo texto

"Un carrusel de mentiras", nuevo texto

La vida es una sucesión de cosas maravillosas y terribles, de experiencias que te colman el corazón y que te desgarran las vísceras.

A veces te sientes desafortunado por seguir respirando y otras pagarías lo que fuera por congelar el tiempo.

Para todos aquellos que se hayan montado alguna vez en este absurdo pero maravilloso carrusel de mentiras que es la vida, ahí va:

1º.- La infancia

Mentiras reveladoras (cada descubrimiento le arrancaba un pétalo a tu margarita de la inocencia... ¿aún te queda alguno?). Cuando las recuerdes en el futuro te harán sentir tonto, en plan "¿cómo me pude creer aquello?", pero en el fondo extrañarás en muchas ocasiones aquellos tiempos de credulidad feliz.

-Papá Noel y los reyes magos
-El ratoncito Pérez
-El feliz matrimonio de tus padres
-La maravillosa unidad de tu familia, que te quiere

Todas son mentiras benévolas, white lies, diseñadas para adornar lo que realmente son COMPROMISOS SOCIALES Y COMERCIALES, DIENTES QUE ACABARÁN EN UN FRASCO O EN LA BASURA, UN CONTRATO CON FECHA DE CADUCIDAD O UN COMPLEJO LABERINTO DE PUTADAS Y FAVORES CUYA CONTINUIDAD DEPENDERÁ DE LA MUERTE DE ALGÚN MIEMBRO CLAVE DE LA FAMILIA.

2º.- La adolescencia

Mentiras desgarradoras (te aferrarás a cada una de ellas como si fueran la verdad absoluta, sin ninguna duda, prometiéndote a ti mismo que no volverás a picar en mentiras tan burdas como las que ya conociste, pero cuando vayan despegándose una a una las caretas de estos maniquíes te sentirás terriblemente abatido, solo y desconcertado, ya que son realmente verdades con fecha de caducidad, que el tiempo convierte en mentiras poco a poco, del mismo modo que la manzana que hoy está madura y se puede comer mañana estará podrida). Cuando las recuerdes en el futuro te sentirás dolido, pero no querrás regresar a ellas porque habrás comprendido que la vida va por otros caminos.

-El primer amor. La entrega ciega y apasionada. Total
-La pandilla, tu verdadera familia. No te fallarán nunca
-Tu mejor amigo, tu alma gemela. Siempre estará a tu lado
-Tu mejor amiga, tu consejera infalible. Siempre estará a tu lado

Cuando cabes esta etapa, que recordarás con mucho dolor y mucho cariño, a la vez, verás que realmente había UN DESCUBRIMIENTO Y UNA EXPLORACIÓN EN TU CUERPO Y EL DE OTRAS PERSONAS, UN SENTIMIENTO DE GRUPO QUE LLENABA TU SED DE CARIÑO PERO QUE TE FORZABA A BUSCARLO FUERA DE CASA, CON LA SENSACIÓN DE QUE ERAS TÚ QUIEN ELEGÍAS LIBREMENTE A LAS PERSONAS QUE TE RODEABAN, LA BÚSQUEDA DE TI MISMO EN OTRA PERSONA (AMIGO O AMIGA), CON QUIEN COMPARTÍAS TODO LO QUE FORMABA PARTE DE TU PERSONALIDAD, TUS PROBLEMAS, TUS NECESIDADES DE RELACIÓN Y TUS PLANES DE FUTURO. Con suerte, podrás mantener esta relación intacta, aunque la mayoría de las veces ocurren "cosas imperdonables" que el tiempo hará "menos graves" y que te harán reencontrarte no sólo con ese amigo/a, sino con la estela de quien tú fuiste hace años, para compararte con quien tú eres ahora.

3º.- La juventud

Las mentiras que hay en este tramo aún no las tengo del todo claras, porque aún no terminé esta fase, pero creo que se pueden llamar mentiras políticas (ese tipo de mentiras que ni son bien intencionadas, como las white lies, ni son verdades con fecha de caducidad, sino que son auténticas artimañas que unos elaboran para poder controlar la vida de los demás).

-Tu carrera universitaria o tus primeros trabajos de mierda
-Tu futuro, que ya es presente...

Realmente son algunas de lasque he vivido: la carrera como ESA CONTINUACIÓN DEL INSTITUTO PERO CON PROFES MÁS CALVOS Y VIEJOS QUE EN LA MAYORÍA DE LOS CASOS PASARÁN DE TI COMO DE LA MIERDA (haciéndote extrañar a algunos de tus profes de instituto), TU CARRERA COMO ALGO MUY DIFERENTE A LO QUE TE ESPERABAS, MENOS APASIONANTE, MENOS BONITA, hasta que te liberes de la burocracia de la universidad y profundices en ella a fondo, después, cuando oposites o investigues... Y EL JUEGO ENTRE EL FUTURO Y EL PRESENTE, tan mezclados siempre, ya sea con trabajos que necesitas pero no te llenan, o con trabajos que te llenan pero están mal pagados y te fuerzan a coger otros trabajos que necesitas...

Cuando abandones ese oasis temporal que es la minoría de edad y te adentres en el mundo del "ya puedo comprar alcohol pero tengo que votar y cumplir muchos deberes ciudadanos", entonces no habrá manera de coser a tu peter pan su sombra de niño a los pies... Se habrá acabado esa fase de despreocupación por el suelo que pisas y el frío de la factura sin pagar del gas te arrastrará a la monotonía del buzón lleno de cartas del banco y los compromisos sociales. Pero también estarás en un momento maravilloso en el que aún eres muy joven y tienes salud para vivir la vida, y por fin empiezas a manejar algo de dinero para moverte con independencia.

Ya veremos qué nos depara el futuro en la mAdurez, en la vejez... pero para eso ya habrá tiempo.

Aprovechad cada segundo, no lo olvidéis. Este instante es el más joven de vuestra vida

"La última cucharada de rock", nuevo relato

"La última cucharada de rock", nuevo relato

Sentada en un sofá, con los bolsillos casi tan vacíos como el álbum familiar, acurrucando las piernas entre ese candado inútil que era su abrazo desesperado, oía aún los últimos acordes de aquella canción.
Con la cara ladeada, buscando algún rastro de sentido en su vida, agitaba tercamente la cabeza, mordía con fuerza su labio inferior y pensaba. Pensaba en silencio. Sola.
Agarró con resignación una cuchara, se asomó al espejo cóncavo de su instrumento favorito y se sumergió en él. Como Alicisa en el País de las maravillas, pero sola. Sola.
Pudo reencontrarse con su familia, con sus recuerdos infantiles y artificialmente risueños. Pudo volver a besar a aquel novio tan rebelde y tan incauto. Pudo hacerle el amor otra vez a aquella amiga tan especial, dueña de sus fantasías más profundas. Pudo revivir el dolor, el rechazo y la soledad, pero tarareando otro tema se disiparon las formas oscuras y tan sólo quedó el tacto inolvidable de aquellos senos, manzanas expulsadas del Edén de lo corriente, puertas abiertas al éxtasis enloquecedor de sus caderas.
Movió la cuchara y observó atentamente el otro lado, pero rápidamente la giró, pues se vio a sí misma, sola, triste, joven y desahuciada, resoplando en la resaca del éxito misterioso que la apresaba en su cárcel de diamantes.
Siguió buceando entre los destellos de esa bóveda, ahora ensombrecida por el dolor de la verdad que escupía encima de nuestros sueños. Sintió un ligero abatimiento que la vació, su pecho le apretaba tanto que se vio a sí misma en los laberínticos arrecifes de su alma, aguantando la respiración, intentando huir de sí misma, gato empapado mar adentro.
Su cabeza era un avispero donde las promesas, ilusiones y alegrías morían a mordiscos, despedazadas, ante la plaga de luz y de sombras que la horadaban.
Su corazón se aceleraba como el carro que caía ladera abajo, sin control, hacia el abismo donde caían los desperdicios para ser triturados y olvidados para siempre. Como ella, siempre sola. Rodeada de focos y paz y amor y promesas de un futuro dichoso, rodeada por una alambrada donde se entretejían la admiración ante el genio inalcanzable y el temor (pánico) a no ser amado. En esa red morían ahorcados los delfines que surcaban el mar indómito de su música; los halcones que intentaban posarse en sus hombros morían con sus alas rotas, retorcidas, aniquiladas, entre las púas y garfios que la hacían intocable pero seductora.
Su corazón estalló en un absurdo frenesí: el irónico final de quien bombeaba demasiada sangre porque su corazón no era siempre un volcán activo.
Amaneció un día de luto para el rock, para el amor y la paz, para la imposible realidad con que soñaron generaciones.
Amaneció una nueva era, un mundo sin ella. Era un error. Una existencia sin barnizar nuestros oídos otra vez con su voz inigualable cada día era la mayor de las pérdidas.
Su desgarro pudo con ella. Su amor hueco sin respuesta no aguantó más.
La muerte se llevó su voz para que la vida no fuera perfecta, para que los cuervos y los condenados también se sintieran vivos.
Nos dejó porque en aquella cuchara no supo amarse lo suficiente para seguir luchando. No pudo entender lo necesaria que era, y es.
En el suelo de su habitación, junto a su cadáver aún sentado en el sofá, se tambaleaba macabramente la cuchara en que quemó su última dosis. Ahí quedó grabada su última sonrisa. Ahí se sirvió la última cucharada de rock.
Hasta siempre, Janis

Aestas aestatis

Aestas aestatis

Llega el verano.
Lo hace antes de lo previsto
con humeantes mediodías
carretera adelante.
Lo hace con un apretón de manos
y un par de empujones
y una sonrisa de medio lado
y una copa en la mano siempre a medias
con el hielo siempre entero
a pesar del calor
a pesar del lugar.
Llega el verano
aestas aestatis
(puto latín)
maravillosas declinaciones
de espalda
de piernas
de horizontes
declinaciones irregulares
con ablativos absolutos
y genitivos partitivos.
Llega el verano
y con él la promesa de una juventud aún
arrolladora
pero siempre titubeante,
como esa llamita del mechero cabrón al que
sin saber por qué
le has cogido cariño
y sigues usando
a pesar de que casi no le queda
gas.
Apretémonos los bañadores
salgamos de casa dispuestos
a casi todo
y aprovechemos cada YA que nos quede,
cada uno vale mucho
muchísimo
porque el YA de hace tres versos
es infinitamente menos joven
que el YA que ahora escribo.
Calor, apretón de cinturón,
gafas de sol
con los cristales manoseados,
toallas siempre húmedas
que no se secan nunca,
hielos que sí se deshacen,
risas que caen como cristales
calle abajo,
un sol radiante,
la segunda etapa del año,
la segunda estación de la vida,
ya llegó el verano.

SONETOS DE DESPEDIDA PARA PAULA Y MARCOS

SONETOS DE DESPEDIDA PARA PAULA Y MARCOS

ÉGLOGA DEL PIRATA FORAJIDO

DESPEDIDA POÉTICA EN TRES CANTOS

 

CANTO Nº 1 - PRELUDIO

 

I

Se escurren hoy las rimas, no se atreven

a herrar los cascos de vuestros corceles,

aun siendo con palabras en papeles,

floral presente, paraguas si llueven

los pétalos oscuros de amapolas

ensangrentadas con la indiferencia

de quien ignora vida y toda ciencia,

de almas que vagan por el mundo solas.

Se escurren hoy los versos, se estremecen

al ver tendidos, sin pinzas, sobre ellos,

momentos que hoy se suman a un pasado

cargado de futuro, allí no escuecen

los labios amarillos, cortos cuellos…

Aquí sonríe el yunque aún embrujado.

 

II

Agito la cabeza por si encuentro

palabras adecuadas al momento,

y aunque se mezclan tristeza y contento

asumo que la procesión va dentro.

La letra impresa vuela traicionando

las raíces dadas entre surcos finos,

estela de bolígrafos, caminos

que el dedo a oscuras besa, intentando

oír con manos suaves el proceso

en el que pare el día un nuevo rayo,

instante mágico en que todo es nada,

no sólo porque alumbra más de un beso

igual de tierno en otoño que en mayo,

sino porque es la música callada.

 

III

¡Manos arriba! ¡Esto es un atraco!

endecasílabos demando ahora,

de arte menor no es digna tal eslora,

nave o buque, llevamos lleno el saco.

Pirateando por los mares tristones

do´ pasa sed de sangre el cruel pirata,

desátense los médicos la bata

pues llegan tarde, atiendan corazones.

Naufragio inevitable, sacrificio,

castigo infame, turba arrolladora,

aplauso envenenado, tibias manos,

un barco a la deriva, ¡qué suplicio!

nocturnas aves, huyen de la aurora

que hará olímpicos a estos humanos.

 

 

CANTO Nº 2 – EL NAUFRAGIO

 

IV

Surca los mares el poeta pirata

en busca de aquel tesoro perdido,

oculto más allá de lo sabido,

oasis de locura y paz ingrata.

Mantiene sobre el hombro escocido

el útil con que roba a las estrellas

sus destellos y tallas, ¡son tan bellas!,

otea en lontananza, forajido,

cómo las olas muerden las orillas,

muriendo en hecatombe inútil, fría,

herida abierta de la madre tierra,

y pues este pirata errante yerra,

descubre entusiasmado maravillas

capaces de obviar la lejanía.

 

V

A una tierra lejana, digo, llega,

hincando el pie de roble en la arena,

Ulises liberado, no hay sirena,

tan sólo a un ser su atención entrega.

Calypso siente celos, no hay amor,

Nausícaa araña el suelo donde pisa,

pirata cruel, guiña el ojo a la brisa

el frío ciega, apaga su candor.

Pirata que extrañó al mar vigués,

que oyó los pasos secos de la muerte

soplando en otros lares muy muy fuerte,

regando bocas húmedas de estrés,

secando sed infame: ¡un whisky fuerte!,

burlando a Apolo, ¡¡Baco se divierte!!

 

VI

Pasado un tiempo, el pirata olvida

aquel aroma aéreo de la Ría,

y escurre (como el ave que no pía)

sus patas entre paja removida.

Durante tal proceso, emigrante,

conoce a otros viajeros como él,

capaces de volver la hiel en miel,

alquimia extraña, un don impactante

que a bastantes, poco a poco, seduce,

aunque muchos confundan ese brillo

con arrogante filo de cuchillo,

la bravuconería que conduce

al abismo del flautista estafado,

a la lluvia de niños, un cruel hado.

 

 

 

 

 

 

VII

 

Primero la encontró a ella, Paula,

persona en quien los números se suman,

ni llamas ni incencios la ahúman:

siempre con su sonrisa llega al aula,

La jaula donde las desdichas crecen,

que tiene cien barrotes invisibles,

aquella donde mueren impasibles

las ilusiones que los meses mecen,

esa prisión, oscura y congelada,

también llamada infame vertedero,

nunca jamás por ella fue pisada:

vigila siempre con su temple austero

el vértigo que a la virtud se acopla,

pues ser ecuánime es ser verdadero,

y entonces no siempre el viento sopla.

 

VIII

 

Con ella descubrió la vida aparte,

ese rincón del día consumado

en que las copas bailan a tu lado

siempre que logres entender el arte

de combinar la música nocturna

con el rigor del sol, cumplir horario,

llegar a tiempo, un bien necesario,

ser compañero y ave taciturna.

Con ella comprendió que ser de Vigo,

viviendo aquí, en Verín, o donde sea,

no pesa tanto si eres buen amigo,

pues no hay ningún ciego que esto no vea:

no hace la Mancha hidalgo a don Quijote

ni mosquetero a Sancho aquel bigote.

 

IX

 

Una mujer completa, talismán,

firme, alegre, profunda, sincera,

echando una mano es la primera:

es fuerte, diamante, es el volcán.

Sus ojos de pilla siempre delatan

que ayer fue más loca, ahora serena,

corona su ser tostada melena,

sonrisas felices que a algunos matan.

Un baile le pide, la vida entrega,

este pirata cojuelo a Paula,

viven etapas de fiesta que llega

de clase afuera, de la calle al aula,

así es en Verín la convivencia,

espero que Vigo tenga paciencia.

 

 

 

 

X

 

Al poco se encuentra a otro corsario,

persona capaz de abordar los barcos,

un firme guerrero, llamado Marcos,

para quien no hay cita en el diccionario.

La lengua se frustra buscando nombre,

queriendo cercar con letras y sones,

idea que resuma las acepciones

que pueden decirse hoy aquí de este hombre.

De aspecto temible, gran estatura,

brazos enormes, atlético porte,

desmiente pronto toda conjetura

hablar con él: sabe dónde hay un norte,

esto avala su mirada noble:

amigo por siempre, bueno cual roble.

 

XI

 

Su lucha cada día entrando en buques

cargados con los presos de otras guerras

incita hacia su puerta a aquellas perras

que comen hoy los restos de los duques,

creyendo que con eso algo se pega,

creyendo que con eso son mejores,

obviando que favores y honores

son plantas diferentes, no las riega

la misma mano firme y sincera

que arrima el ala enorme cobijando

en la estación que aún no es la primavera,

sino que es mano cruel y va matando.

Por eso no es corsario de alianzas

aunque lo pesen hoy muchas balanzas.

 

XII

 

Un hombre luchador que nada debe,

partió cada tronco a mano desnuda,

su choza es un mañana que hoy saluda

a aquellos con quien la Concordia bebe.

Amigo, profesor y compañero,

entrenador de grandes jugadores,

pudo ganarse todos los honores

pero quiso elegir el bien primero:

con Paula se encontró, no estaba escrito,

y nadie supo verlo – impredecible –

pero eso es lo mejor de nuestra vida:

no te convencen con la voz en grito,

nadie puede decir “es imposible”,

soñando sí se encuentra una salida.

 

 

 

 

 

CANTO Nº 3 – EL REGRESO

 

XIII

Una vez que llegamos a este punto,

debo guardar la tinta y la saliva,

pues es ya larga ahora esta misiva,

y pienso que está todo aquí ya junto.

Sabéis, pues, lo que pienso, soy pirata,

sabéis, pues, lo que siento, soy poeta,

y aunque no tenga aquí una saeta

Cupido huyó de mí como una rata.

Espero que la estela de ese barco,

aquel en que con tanto ahínco viajáis,

sea larga, ancha, espesa, generosa,

que nunca os manche el barro de aquel charco,

sois dos buenas personas, destacáis,

prosperad: no os merecéis otra cosa.

"Cobrador de peajes", nuevo texto

"Cobrador de peajes", nuevo texto

 

Siempre me pregunté cómo se debe de sentir un cobrador de peajes, ya sabéis, ese personaje tristón y solitario que está en su cuchitril viendo pasar coches, motos... Y él se queda ahí, en su asiento siempre caliente (pues siempre hay que cobrar a alguien por pasar), con una minitele horrible delante y, quién sabe?, algún que otro libro.
Cuando tu trabajo es ser profesor, por momentos te sientes un poco como si fueras eso, un cobrador de peajes: los alumnos comienzan contigo un curso, los vas conociendo, se termina el curso y ellos pasan al siguiente curso (2º ESO, 3º ESO, 4º ESO, 1º BACH...), y en verdad el pasar tantas horas con vosotros a la semana, bailando, cantando, tocando instrumentos, viendo vídeos interesantes o vuestros propios anuncios... uno va conociendo poco a poco esa faceta humana que a veces se nos escapa entre programación y programación.
Yo por esa razón hago siempre lo mismo: preparo muchas unidades didácticas, soy muy ambicioso, quiero dar muchos temas y a veces me paro en un tema demasiado tiempo, dedicándole más sesiones de las previstas, pero siempre termino el temario, siempre puedo poner la X del cuestionario de valoración globla de curso en el 100%, y eso es porque al flexibilizar las cosas siempre tienes margen.
Ocurre también que cada año tienes grupos muy diferentes entre sí, y alumnos que el año pasado se portaban de un modo este año cambian, y al interactuar con otros se contagian, se mezclan... Cada clase es radicalmente diferente a las demás. Eso es bueno, es enriquecedor, y crea recuerdos formidables.
Como en 4º y 1º Bach la música es optativa, el remix de alumnos aún es más confuso, ya que ni siquiera coinciden con su grupo, y tienes alumnos de letras con alumnos de ciencias... Muy interesante. Poco a poco, a base de tener 4 o 3 horas semanales, vas conociendo mejor a cada alumno, y ellos a ti, inevitablemente, y comprendes que nunca volverás a ser el mismo porque hace cinco minutos eras diferente a ahora, y dentro de otros 5 minutos ocurrirá lo mismo.
Ese eterno cambio se cura y se frena con una buena memoria, pero a veces no es suficiente.
La edad pasa, es un pozo que empiezas a cavar sin salir de él, cada vez conoces más de lo que realmente hay bajo tierra, pero cada vez estás más cerca del fin del túnel. Yo ya lo digo: CARPE NOCTEM!!!
Es curioso pero el otro día fui consciente de ello por primera vez en mucho tiempo: YA TENGO 30 AÑOS. Hasta hace casi nada yo seguía con esa sensación de eterna juventud que te da el estar en la veintena y haber empezado a trabajar joven en lo que te gusta (a los 23 años). El hecho de ser siempre el más joven o el segundo profe más joven del claustro prolonga esa sensación, y te hace sentirte más a salvo de la voracidad de Cronos.
Pero las semanas pasan y el reloj sigue haciendo TIC TAC.
Este cobrador de peaje sigue haciéndose mayor cada día, mi má!!, y eso lo noto cuando descubro con asombro y orgullo que alumnos que tuve en 2º ESO en Alternativa a la religión están ya matriculándose en la universidad y se acuerdan de cosas compartidas en clase. Echas un vistazo a las orlas, al calendario, a los alumnos que tienes en clase HOY, algunos de los cuales llevan TRES cursos seguidos contigo, haciendo música, creciendo, acercándose al andén del tren para salir y continuar su vida.
Y es que así tiene que ser.
Me encantará ver cómo les va a todos los alumnos que este año vuelan, y a los que el año que viene también.
Porque aunque yo cobro los peajes, inevitablemente, sé cómo son por dentro muchas carrocerías. Sobre todo aquellas que tuvieron la ventana abierta. Y eso está genial.
El tic tac de Cronos parece intentar acercarme a mis padres, pero como a ellos también los acerca a mis abuelos hacemos realmente un canon en el que nunca nos cogemos.
Safo lamentaba en sus poemas monódicos el terrible adiós que para ella suponía despedirse de sus pupilas año tras año, y aunque ella tenía otras "funciones" para con sus discípulas, la mano fría del Tiempo bajo la mesa sigue siendo la causante de esos escalofríos.
Intentaré tener una buena estufita cerca y música, mucha música.
Porque cuando la música de la cabina de peajes es similar a las de los coches que pasan, se pueden hacer excepciones, reconociéndose a uno mismo en el otro, buscándose a uno mismo en ese espacio vacío que os separa.
Ella, la música, es capaz de mantener jóvenes a pensionistas de 70 años que lloran como aquella vez al escuchar su canción, la música pervierte a Cronos y lo emborracha mientras la vida te protege de los vientos huracanados de la soledad, la tristeza, la ira o el orgullo.
Aprópiate de una canción, de tres, de cuantas más mejor, hazlas tuyas, créetelas, vive a través de cada compás que guardes en ti, y no habrá cobrador de peajes que se atreva a pedirte que abras el monedero.
Barrera subida: pueden pasar
¿Adónde? Escalera al cielo.

Llueve en Albarellos, nuevo poema

Llueve en Albarellos, nuevo poema

El cacareo de cascabeles suicidas
que aterrizan y se rompen
y estallan
sobre los tejados de las viejas
casas,
curioso almendrado urbanístico,
garrapiñada maquillada con granito
y onzas pétreas
adoquinando el rústico suelo,
me recuerda que no estoy
aislado,
me recuerda que hoy es domingo,
el día más largo de la semana,
la tontería más grande del mundo
después de la noche más aprovechada.

El redoble acuático
que escupe sobre el progreso,
absurda idea propia del ego humano,
está tamborileando una y otra vez,
riéndose
entre charcos, gotas y chorretones
insolentes,
de la voracidad con que transformamos
un espacio natural
en un almacén
de fincas,
casas,
algún que otro animal
y casi ninguna persona.

La tremenda vomitona con que hoy
el cielo se burla de nosotros,
eructando incluso con truenos
que llegan siempre tarde,
haciéndonos cortes de mangas
fugaces que pasan demasiado pronto,
es una vomitona cargadita de
desidia,
que no arrastra consigo restos
de una copiosa cena,
echada a perder tras el descontrol
del cubata siempre en mano,
sino que es una muestra
de ese estómago vacío,
habitado solamente por el eco
de una palabra que tragaste
sin haberla dicho aún,
un aborto natural,
doloroso más incluso que el parto
menos esperado,
testimonio mudo
que un sordo escucha a solas.

El rebaño de gotas agotadas
se aleja tímidamente,
tras haber roído
cada esquina,
cada casa,
cada coche,
cada chimenea,
y se aleja satisfecho
porque sabe que hoy ha avanzado un poco más,
que ya necesita una tormenta menos,
para vencer su noble guerra...

Ese ejército de lluvia se aleja,
dejando tras sus huellas
la bobalicona campana de la iglesia
cacareando,
alardeando de haber vencido hoy la batalla,
feliz en su santurrona tumba,
rodeada de tumbas,
recibiendo cada día a muchos fieles
que, sin saberlo en muchos casos, ganan puntos
cada día
para entrar antes en la caja
aún vacía
donde se deshace lo único cierto en esta vida...

Casi no se oyen sus aplausos,
pues la lluvia enloquecida trama algo
y nos confunde con sus cambios de argumento...
Pero sabe que Albarellos hoy se arruga,
mancha su ropa de domingo
y recibe el aplauso fervoroso
de los charcos que nos caen encima cada día.
El cielo escurre nubes como trapos
y muchos de nosotros
abrimos la boca mirando arriba
y creyendo que somos sofisticados.

Siguen ahí,
no os confiéis,
cae más agua.
Llueve.
Llueve en Albarellos.